La inflación y el largo plazo
Desde la recuperación en V tras los confinamientos de la Covid, la mayor preocupación económica es la inflación. Después de varios lustros con tasas de crecimiento de precios muy moderadas a partir de 2021 el nivel de inflación se tornó en inusualmente elevado. Al inicio se achacó esta situación a anomalías temporales que se irían corrigiendo, popularizándose la expresión “inflación transitoria”.
Ya en 2022, tanto los economistas como los bancos centrales, dejamos de creer en la citada transitoriedad del aumento de precios para constatar que la inflación tenía, al menos, una parte estructural. Fue precisamente en este momento cuando los diferentes bancos centrales tuvieron que comenzar a subir tasas de interés y tornar a una política monetaria más restrictiva. Por ejemplo, el Euribor 12 meses pasó de un nivel de -0,50% a inicios de 2022 a +4,2% en septiembre de 2023. Evidentemente esta actuación monetaria tuvo un claro reflejo en la actividad económica que, en el caso europeo, se frenó y se quedó al borde de la recesión y en el caso de Estados Unidos provocó que el crecimiento económico bajase del +5,8% en 2021 al +1,9% en 2022.
Desde 2021 la inflación ha venido reduciéndose (aunque no ha llegado al objetivo marcado por los bancos centrales, un +2%). En la Eurozona la inflación en mayo era del +2,6% y en Estados Unidos del +3,4% en abril, tras haber alcanzado un pico del +9,1% en junio de 2022. Es posible que los citados niveles del 2% no se alcancen hasta 2025. Como algunos analistas comentan, “la última milla de la inflación” va a ser costosa.
Podemos concluir que el principal problema de la economía post-Covid ha sido la inflación. Porque la inflación ha sido elevada, la política monetaria se ha tornado en restrictiva y todo ello ha provocado un menor dinamismo económico.
En el muy corto plazo (próximos meses) parece que la inflación estará por encima del +2%. Hacia 2025, con la información de la que hoy disponemos, podría llegar al +2%. Sin embargo, muchos inversores, analistas y ahorradores se preguntan qué pasará con la inflación más en el largo plazo.
El principal problema de la economía post-Covid ha sido la inflación
Venimos de más de una década con inflaciones muy deducidas. Por ejemplo, de marzo 2010 a marzo 2020 (inicio de los confinamientos) los precios en España subieron de forma acumulada un 11,6%, lo que supone un +1,1% anualizado, por debajo del objetivo del BCE. No obstante, personalmente creo que la próxima década la inflación será más elevada de que lo que conocimos en el mundo pre-Covid.
En primer lugar, el comercio internacional -un gran elemento “desinflacionista”- ya no crece en relación al PIB (incluso disminuye). Durante primera década del siglo, las importaciones de productos de países con costes inferiores fueron clave en las bajas tasas de inflación. Hoy el comercio internacional crece, pero a menor ritmo que le economía por lo que no importaremos deflación.
En segundo lugar, el aumento regulatorio, junto con la necesaria descarbonización de la economía posiblemente hagan aumentar, al menos a corto plazo, los costes empresariales y esto puede traducirse en incrementos de los precios.
En tercer lugar, es probable que las materias primas estén altas durante los próximos años. La demanda es enorme entre otras cosas fruto del crecimiento emergente y porque la oferta no sólo es limitada, sino que está condicionada por las relativas escasas inversiones actuales en exploración y producción.
No obstante, también hay elementos deflacionistas que van a ser relevantes en los próximos años. El primero es la tecnología. Los servicios digitales cuestan menos. La tecnología impulsa la productividad, lo que permite no sólo crecer, sino hacer más con menos. En este sentido son muchos los que opinan que la inteligencia artificial será un motor de crecimiento y de reducción de costes, en el futuro.
Por otra parte, a una sociedad envejecida (como la europea y sobre todo la española) le cuesta más generar inflación. El ejemplo lo tenemos en Japón.
Por definición, el futuro es complicado de adivinar, máxime en un entorno como el actual con cambios tecnológicos acelerados, sin embargo, pienso que hay importantes elementos que nos pueden hacer pensar que inflaciones medias del 1% durante una década pertenecen al pasado. Los individuos en general y los inversores en particular deben adaptar sus decisiones de ahorro e inversión a esta posible nueva realidad.
*** Rafael Hurtado Coll es director de inversiones y de estrategia de Allianz Soluciones de Inversión AV.