Anticipar el caos es una obsesión
Pasada la Dana que recientemente vivieron las bolsas, me gustaría hablar de esa obsesión por la recesión económica y de por qué no pocas personas la apoyan. Son esos momentos en los que algunos se alegran de decir "lo dije".
Retrocedamos dos semanas. El mercado pareció hundirse después de un "mal" dato de empleo. Históricamente, una tasa de desempleo del 4,3% es bastante buena, pero cuando el reciente informe de empleo de julio mostró un dato justamente del 4,3%, la gente empezó a hablar de reglas infalibles para predecir una recesión.
Las búsquedas en Google de “¿estamos en recesión?” aumentaron considerablemente en los días siguientes. Los principales índices bursátiles cayeron ese día y el lunes siguiente sufrieron su peor día de negociación del año. En Japón fue mucho peor, aunque por otro tema radicalmente diferente e infelizmente coincidente, viviendo su peor día desde 1987. Mucha gente se asustó y entonces aparecieron los titulares del miedo.
Si habla con un economista ortodoxo probablemente le dirá que la economía está bien en este momento. El desempleo sigue siendo históricamente bajo, el crecimiento del PIB en el segundo trimestre fue sólido, el ciclo sigue ajustando la tasa de inflación mientras que las empresas reportan un crecimiento de las ganancias y los consumidores gastan como si no hubiera un mañana. Todos estos factores indican que no hay recesión, al menos según la definición oficial de la Oficina Nacional de Investigación Económica.
Otra cosa es la percepción que los economistas disidentes como yo tenemos de la economía subyacente sin negar la evidencia de lo anterior. Hay tendencias económicas a largo plazo como el estancamiento salarial, la desigualdad de la riqueza, la imposibilidad de acceder a la vivienda y la obsolescencia de ciertas profesiones, que hacen comprensible que muchas personas se sientan mal por “su” economía y reaccionen negativamente cuando algo se sale del guion.
Hay tendencias económicas a largo plazo como el estancamiento salarial que hacen comprensible que muchas personas se sienta mal por "sus" economía
Agosto tiene una fama totalmente injustificada. Es cierto que en la memoria reciente hay recuerdos negativos, como lo fueron 1998 y 2011. Pero históricamente el rendimiento medio de las acciones del S&P500 en este augusto mes ha sido del 0,63%, que le sitúa como el sexto mes del año con peor rendimiento.
Si aplicamos la teoría del vaso medio lleno, es hasta positivo. La tormenta ha sido tan leve y pasajera que en menos de diez sesiones ya está por encima del punto más bajo marcado el 5 de agosto. Adiós fama de mal mes.
Es muy probable que veamos más de estos flash crashes en el futuro debido a una combinación de mayor apalancamiento en el sistema, mercados globalizados y trading computarizado.
Lo más difícil para los inversores es que ahora es más fácil perder el control durante este tipo de eventos. No es necesario llamar a un corredor o a su banco para realizar una operación, se puede cambiar toda una cartera desde un teléfono con solo pulsar un botón.
El hecho de que los mercados se estén acelerando no significa que sus decisiones deban tomarse rápidamente. En un mundo que avanza cada día más rápido, es más importante que nunca tomarse las cosas con calma cuando se trata de inversiones y no dejarse influir, aunque me temo que esto es una misión imposible.