
Los visitantes suben una escalera durante la apertura del proyecto de restauración en el histórico Bimaristan Al-Muayyad Sheikh, uno de los hospitales más antiguos después de extensas renovaciones llevadas a cabo por USAID. Archivo
Más que ayuda humanitaria: cómo los recortes a USAID pueden reducir la influencia de Estados Unidos en el mundo
Muchos de los empleados de la agencia federal trabajan en lugares harto inestables o en zonas de guerra y suelen aportar información a los servicios de inteligencia de Estados Unidos.
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De todos los recortes ordenados por Donald Trump para reducir el tamaño del Gobierno federal, el sufrido por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional –USAID– es el que más revuelo ha causado. Por dos motivos. El primero sería el humanitario, ya que USAID financia iniciativas destinadas al alivio de la población en algunos de los lugares más frágiles del planeta. En cuanto al segundo, tiene que ver con el pragmatismo. Y es que USAID también cumple una función en la posición hegemónica que, durante el último siglo, ha ocupado Estados Unidos en el mundo.
"La reducción de USAID podría privar a las agencias de inteligencia estadounidenses del conocimiento adquirido sobre el terreno en algunos de los países más inestables del globo", explicaba esta semana Amy Mackinnon, una periodista especializada en seguridad nacional y espionaje de la revista Foreign Policy, en alusión al tijeretazo que dejará a la citada agencia con un 2% de su plantilla (sus más de 10.000 empleados pasarán a ser 290, según las últimas estimaciones). "En esos lugares USAID mantiene una red de contactos entre la sociedad civil mucho más amplia que la de cualquier otra organización gubernamental", añadía la experta.
De hecho, y según ha informado la revista Politico citando fuentes anónimas vinculadas al Servicio Exterior –el equivalente a los ministerios de Asuntos Exteriores europeos–, los miembros de USAID suelen mantener "conversaciones casuales e informales" con agentes de los servicios de inteligencia "que ayudan a proporcionar información adicional". Y Dave Harden, ex director de USAID en Oriente Medio, ha asegurado que la información compartida por sus trabajadores con otros funcionarios norteamericanos "siempre fue muy bien recibida en el Consejo de Seguridad Nacional".
Con todo, y pese al rol que USAID habría jugado a la hora de apuntalar la presencia estadounidense en el mundo, no es menos cierto que sus programas han hecho llegar unos 60.000 millones de dólares anuales en concepto de ayuda humanitaria a no pocos lugares.
Los datos del 2023, que son los últimos disponibles hasta la fecha, indican que los países más beneficiados actualmente por USAID son Ucrania, Etiopía, Jordania, Afganistán y Somalia. El primero, que también sería el que más ayuda habría recibido durante esos doce meses, obtuvo 16.000 millones de dólares. A bastante distancia se encontraría Etiopía –1.700 millones de dólares– y, después, Jordania, Afganistán y Somalia; estos tres países recibieron alrededor de 1.000 millones de dólares cada uno durante ese periodo.

La gente sostiene carteles, ya que el edificio de USAID se cierra a los empleados después de que se emitiera un memorando aconsejando al personal de la agencia que trabajara de forma remota, en Washington, D.C., EE. UU., el 3 de febrero de 2025.
Siria, Yemen, Sudán del Sur, Nigeria y el Congo son otros de los lugares que se encuentran en el mapa de USAID. A lo largo del 2023 todos ellos recibieron entre los 936 millones de dólares y los 740 millones de dólares en ayudas encuadradas, normalmente, en programas de vacunación infantil o de reparto de comida.
Luego está el caso de Sudán, un país que va camino de cumplir dos años de guerra civil. Allí muchos de los comedores sociales que suponen la última línea de batalla frente a la hambruna que sobrevuela millones de hogares continúan funcionando gracias a los más de 400 millones de dólares destinados por USAID al país africano.
Ante la pregunta de por qué quiere Trump acabar con todo eso, la respuesta que ha ofrecido la Casa Blanca habla de eficiencia. Más allá de la ética que pueda rodear dichas iniciativas, el equipo de Trump considera que algunos de los programas de USAID "despilfarran" el dinero del contribuyente mientras que otros habrían sido aprobados por "lunáticos radicales" con el único fin de impulsar su agenda ideológica.
En este último caso se enmarcarían, según dos ejemplos destacados por la propia Casa Blanca, un programa destinado a la comunidad LGTBQ serbia valorado en 1,5 millones de dólares o la subvención de 2,5 millones de dólares que recibe Vietnam para fomentar el vehículo eléctrico.
Con lo cual, y siempre según la lógica de Trump, lo que urge hacer es reducir drásticamente USAID y congelar casi toda su actividad –se han aprobado exenciones en lugares como Haití– para, una vez encuadrada bajo el paraguas del Departamento de Estado, poder auditar sus cuentas y decidir dónde y de qué manera se puede seguir ayudando. Un planteamiento que la oposición no compra; esa sería –dicen algunas voces desde el Partido Demócrata– la justificación elegante, racional, que oculta un afán por desentenderse del mundo y de las poblaciones más necesitadas del mismo.
USAID, por cierto, fue fundada por John F. Kennedy en 1961 con el fin de mejorar la salud mundial, de combatir la pobreza y el analfabetismo, de proporcionar ayuda de emergencia ante desastres naturales o conflictos bélicos, y de reforzar las instituciones democráticas en aquellos países de pulsiones autoritarias. Lo que en aquella época significaba, básicamente, países de la órbita soviética.