Volodímir Zelenski, entre Joe Biden y la primera dama en su visita a Washington.

Volodímir Zelenski, entre Joe Biden y la primera dama en su visita a Washington. Leah Millis Reuters

LA TRIBUNA

Las cuatro claves del envío de los Patriot a Ucrania

La visita de Zelenski a Estados Unidos no tenía únicamente por objetivo ayudar a Ucrania a ganar la guerra. Va mucho más allá.

28 diciembre, 2022 02:42

El pasado 22 de diciembre, cuando se cumplían 300 días de agresión rusa, el presidente ucraniano abandonó su puesto de mando para estrechar posturas con su principal aliado, los Estados Unidos. El viaje estuvo repleto de simbolismo, desde la vestimenta castrense de Volodímir Zelenski hasta la complicidad de la corbata de Biden o la bandera ucraniana desplegada por Nancy Pelosi y Kamala Harris. Todo este espectáculo tenía un único objetivo. Decirle al presidente Vladímir Putin que la guerra no sólo es con Ucrania, sino al mismo tiempo con Estados Unidos.

Una estación de lanzamiento de misiles Patriot en la Base de la Fuerza Aérea Eielson, Alaska.

Una estación de lanzamiento de misiles Patriot en la Base de la Fuerza Aérea Eielson, Alaska. Reuters

A su vez, la visita de Zelenski, además de servir para ayudar a la nación ocupada a ganar la guerra, también buscaba anunciar que Ucrania se ha convertido en un socio estratégico de cuya importancia sólo seremos conscientes cuando Kyiv expulse al último soldado ruso.

Casi todos los medios de comunicación han destacado la magnitud de la ayuda militar que Biden ha prometido a Zelenski (1.800 millones de dólares ahora y 22.000 millones a partir del 24 de febrero), prestando especial atención al envío de misiles Patriot a Ucrania.

Los Patriots no son la primera defensa antiaérea que llega a Ucrania desde Occidente (los ucranianos ya han recibido Gepars, Avengers, Aspides, IRIS-T, Vampires o NASAMS), pero el envío de esta poderosa arma tiene unas implicaciones inéditas.

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Uno: compromiso a largo plazo. El envío de esta batería de Patriot, valorada en 1.100 millones de dólares, se traduce en la renovación del compromiso norteamericano a corto plazo, pero también asegura que este se proyectará en el tiempo. Si bien el adiestramiento de personal se prolongará hasta las 50 semanas, lo que no es una buena noticia para la población ucraniana, sí garantiza que Washington continuará apoyando a los ucranianos durante al menos otro año, un periodo que podríamos considerar como largo.

Dos: consideración de Ucrania como aliado estratégico. Los Patriot son los sistemas de defensa antiaérea más avanzados del Ejército de los Estados Unidos. Tan sólo los poseen los aliados más cercanos, como Israel, Taiwán, Japón, Corea del Sur o Alemania. De hecho, dos de los sistemas antiaéreos más sofisticados de la Tierra, el Arrow japonés y el Iron Dome israelí, se basan en esta tecnología. En este punto, no podemos dejar de recordar que España se encuentra en este selecto club de 11 estados, que desde el pasado 22 de diciembre se amplía a 12 con la incorporación de Ucrania.

Tres: apoyo psicológico. Como ocurrió durante la guerra del Golfo (1991) con el despliegue de baterías Patriot en Israel y Arabia Saudí, la transferencia de esta tecnología a Ucrania también cumple una misión psicológica. Aunque la eficacia de los Patriot no es del 100%, su alta capacidad para derribar misiles o drones hace que la población desarrolle cierta sensación seguridad, algo que se antoja muy necesario en el caso de la población ucraniana. De modo que, más allá de ser una herramienta útil para dotar de seguridad a la ciudadanía frente a los ataques aéreos, permite elevar la moral.

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Cuatro: vocación integradora. Igual que ocurre con el resto de los sistemas armamentísticos que están siendo transferidos de Occidente a Ucrania, el envío de baterías Patriot va a permitir mejorar la interoperabilidad de las fuerzas ucranianas, y este es un requisito para ser miembro de la OTAN. Por más que algunos políticos occidentales que posteriormente fueron empleados de empresas rusas frenaran la integración de Ucrania en la Alianza, el uso de material militar OTAN ha permitido que las fuerzas ucranianas sean prácticamente interoperables con las fuerzas aliadas. El envío de las baterías Patriot supone, en resumen, la consumación de este proceso.

Una vez el presidente Zelenski ha regresado al palacio Marinsky, estamos en condiciones de valorar su visita. Su encuentro con Biden puede ser considerado como un punto de inflexión en la guerra, cuyas consecuencias van mucho más allá de la transferencia de capacidades, al consagrar a Ucrania como uno de los diez principales aliados de los Estados Unidos de América para los próximos cincuenta años. Pero, sobre todo, la foto de Zelenski en el Capitolio lleva el siguiente pie de página: el futuro pertenece a la libertad.

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