Vista de la ciudad de Gaza tras la guerra contra Israel iniciada por Hamás.

Vista de la ciudad de Gaza tras la guerra contra Israel iniciada por Hamás. Reuters

Tribunas LA TRIBUNA

Gaza Beach Club y el origen de la 'nación' palestina

El nacionalismo árabe palestino es reciente y sólo surge en contraposición al nacionalismo judío y por motivos instrumentales.

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El plan de Donald Trump para la reconstrucción de Gaza consiste en convertir la Franja en un resort turístico y distribuir a su población entre otros países de la zona, como Jordania o Egipto. 

La mayoría de la comunidad internacional, comprometida con la creación de un Estado nación palestino independiente como solución al centenario conflicto con los israelíes, ha puesto el grito en el cielo. En Gaza viven dos millones de personas, hacinadas, empobrecidas y, después de un año de guerra, entre ruinas y escombros.

El Derecho internacional público, asimismo, prohíbe desplazamientos forzosos de conjuntos de población porque supone "limpieza étnica". 

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en la Casa Blanca. Europa Press

Es presumible que Donald Trump esté resucitando el plan de paz para Oriente Medio diseñado por su yerno Jared Kushner durante su primer mandato. Es decir, antes de abandonar Oriente Medio y concentrar sus esfuerzos en Asia-Pacífico. 

Ese plan consiste en formar un eje de países suníes encabezado por Arabia Saudí junto con Israel para contrarrestar a Irán y a los países chiíes en un escenario contrabalanceado, a semejanza del equilibrio de la Guerra Fría.

Dentro de ese nuevo eje, los saudíes y demás países suníes pagarían el nuevo Estado palestino y serían garantes del comportamiento de sus líderes.

Los Acuerdos de Abraham, por los que Israel estableció relaciones diplomáticas con distintos países árabes suníes (Emiratos Árabes Unidos, Bahréin, Sudán y Marruecos) eran la primera fase del plan. 

Los salvajes ataques palestinos del 7 de octubre del 2023 truncaron la segunda fase: la adhesión de Arabia Saudí a estos acuerdos.

Considerando que Gaza y Cisjordania están separadas por territorio israelí, el futuro Estado palestino que visiona la Administración Trump se circunscribe sólo a la segunda, el histórico territorio de Judea y Samaria.

Sería un Estado con continuidad territorial, pero sin salida al mar. 

Puede, incluso, que en este camino se recupere la idea de la federación jordano-palestina, apoyada entre otros por Shlomo Ben Amí, histórico laborista israelí y antiguo embajador en España. Al fin y al cabo, entre el 50% y el 60% de la población jordana, aproximadamente, es de origen palestino, y actualmente viven en Jordania tres millones de palestinos. 

"Puede", pero no lo sabemos con seguridad. En cambio, sí se puede afirmar que la solución de los dos Estados está mutando en otra cosa distinta. 

El Estado palestino nunca termina de nacer. De hecho, a falta de una, desde 2007 hay dos Palestinas. La de Cisjordania y la de Gaza, enfrentadas y separadas.

El conflicto entre israelíes y palestinos es un conflicto perfecto: es complicado, está lleno de códigos, depende del contexto internacional y padece de un fuerte sesgo. Una de las razones de su longevidad responde, precisamente, a que es una lucha de narrativas. Las dos partes quiere imponer su narrativa a la otra. 

Por eso es necesario conocer el origen de una de las narrativas, el de Palestina como nación árabe.

Desde la narrativa israelí, no es hasta los años noventa, con la firma de los Acuerdos de Oslo, cuando se reconoce la realidad nacional palestina. 

De hecho, a la socialista Golda Meir, de la que se conocen muchas citas sobre el conflicto, tiene una muy polémica: "Los palestinos no existen". 

Hoy, líderes políticos de la derecha israelí, desde Naftalí Bennett hasta Isaac Ben Gvir o Itamar Smotrich, sostienen una posición similar.

Mike Huckabee, posible nuevo embajador de USA en Jerusalén, repitió esta afirmación después de una visita en 2015 a la zona. Newt Gingrich, político republicano vinculado a Trump, dijo también en 2011 de los palestinos que "son árabes" y que el pueblo palestino es una "invención".

Los orígenes de las pretensiones nacionales de los judíos, en cambio, están documentados desde hace dos mil años.

Los orígenes del sentimiento nacional palestino siguen rodeados de incógnitas.  

Hoy, la mayoría de los Estados del mundo (146 de 193) reconocen a Palestina como Estado. Pero Palestina nunca ha sido un Estado.

Palestina es el nombre que da el emperador romano Adriano, en el siglo II d. C., al territorio del antiguo reino de Judea. Antes del nacimiento de Israel, los judíos que nacían en Palestina se hacían llamar palestinos también. La Palestina histórica comprendía igualmente casi toda Jordania (el 80% de la Palestina reclamada tanto por árabes como por judíos pasa a formar parte, en 1922, del reino de Transjordania). 

La palabra Palestina, de hecho, es incluso más antigua que su uso romano y ya se encuentra en los relatos de Herodoto. Pero Herodoto refiere su origen a los filisteos, uno de los "pueblos del mar" de los que habla la Biblia, originarios de la Grecia Antigua y de Asia Menor.

Henry Cattan, jurista palestino nacido en Jerusalén, dijo que los palestinos son el pueblo indígena, continuo y original de Palestina.

"La emigración árabe masiva hacia Palestina se produce sólo en cuanto los judíos empiezan a llegar y a construir un país"

Mahmud Abás (presidente de la Autoridad Nacional Palestina) y Saeb Erekat (histórico diplomático palestino) han llegado a usar la Biblia para decir que los palestinos estaban allí antes que los israelitas: "Somos descendientes de los cananeos de Jericó", dijo Erekat. Luego, acusó a las tropas del conquistador bíblico israelita Josué de quemar a sus antepasados en la referida ciudad. 

Atendiendo al indigenismo de los árabes palestinos, el historiador William Ziff, en su denostado The rape of Palestine, habla de la constante mezcla de poblaciones que en Palestina:

"Los tuluníes trajeron turcos y africanos. Los fatimíes introdujeron bereberes, eslavos, griegos, kurdos y mercenarios de todo tipo. Los mamelucos importaron legiones de georgianos y circasianos. Cada monarca basaba su seguridad personal en grandes cantidades de guerreros esclavos. Saladino, presionado por los cruzados, recibió ciento cincuenta mil persas, a los que por sus servicios se les obsequió con tierras en Galilea y en el distrito de Sidón. De esta mezcla humana de judíos, árabes, armenios, calmucos, persas, cruzados, tártaros, indios, etíopes, egipcios, sudaneses, turcos, mongoles, romanos, karmazianos, griegos y peregrinos se formó ese crisol de sangre y mentalidad que hoy llamamos Levante". 

Independientemente de la constante mezcla, a principios del siglo XX había una población árabe asentada en la Palestina del Imperio otomano. En 1891 eran unos 325.000, según relata Joan B. Cullá, atendiendo a los registros otomanos. 

Adicionalmente, se produce una emigración árabe masiva hacia Palestina en cuanto los judíos empiezan a llegar y a construir un país. En 1937, la Comisión Peel afirmó que la población árabe se había doblado en catorce años. El 23 de junio de 1948, después de una visita a la zona, Robert Kennedy (padre del actual secretario de Salud de la Administración Trump Robert Kennedy Jr.) afirmó en un artículo para el Boston Post que entre 1932 y 1944, la población árabe había crecido en 500.000 personas. 

El inicio del actual nacionalismo palestino ha sido datado en 1834, cuando los árabes de Palestina se rebelaron contra el Imperio otomano. Aunque hay expertos, como Zachary Foster, de la Universidad de Princeton, que sostienen que fue una rebelión contra los ocupantes egipcios del Levante, que habían elevado los impuestos. 

Más tarde, el primero que se refiere a los árabes de la zona como "palestinos" es un cristiano ortodoxo libanés llamado Farid Georges Kasab, que sentía simpatía por el sionismo y que en su libro Palestina, helenismo y clericalismo (1909) afirmó que los palestinos ortodoxos y otomanos son árabes. 

En 1910, en el periódico árabe de Haifa Al Nafir aparece una mención a las contribuciones literarias que habían hecho los palestinos en ese tiempo.

En 1911, el jerosolomitano musulmán Muhamad Musa al Magrhibi fundó el periódico Al Munadi. Este se dedicó a cubrir solamente "noticias relevantes para los palestinos".

Pero es dos años más tarde, en 1913, cuando el concepto de nación palestina árabe toma forma con el artículo La raza palestina, publicado por el parlamentario otomano (nacido en Jerusalén) Ruhi al Jalid, un artículo que denuncia un plan del sionismo para crear una sociedad excluyente en Palestina.

Siguiendo a Zachary Foster, los árabes palestinos apoyaron la revuelta del rey Faisal I contra el imperio otomano y el establecimiento del Reino Árabe de Siria sólo porque preferían a los sirios antes que el mandato británico. 

En tal sentido, escribe Marcos Aguinis

"El nacionalismo árabe palestino floreció en Siria, a cargo de pensadores y activistas cristianos que recibieron influencias europeas. Los sirios acusaron a los sionistas, es decir a los nacionalistas judíos, ¡de haber inventado la palabra Palestina para quedarse con Siria meridional!". 

El primer historiador sionista que da crédito al concepto de nación palestina es Michael Assar en su libro El movimiento árabe en Palestina (1930). Assar dice que los árabes siempre consideraron a Palestina como la Siria del sur.

Ciertamente, Ahmed Chukeiri, presidente de la OLP antes que Arafat, dijo en 1956 que los palestinos eran sirios del sur. En 1977, Zuheir Mohsen, líder de As Saiqa, una facción prosiria de la OLP fundada por el partido Baaz, dijo: 

"No existe un pueblo palestino. La creación de un Estado palestino es un medio para la continuidad de nuestra lucha contra Israel y a favor de la unidad árabe. Pero en realidad no existe ninguna diferencia entre los jordanos y los palestinos, los sirios y los libaneses. Todos formamos parte del pueblo árabe. Solamente por razones políticas y tácticas hablamos de la existencia de una identidad palestina, ya que está en el interés nacional de los árabes el oponer al sionismo una existencia separada de los jordanos. Por razones tácticas, Jordania, que es un Estado con fronteras fijas, no puede reclamar Haifa y Yafo. Yo, como palestino, por el contrario, puedo reclamar Haifa, Yafo, Beersheba y Jerusalén. Pero en cuanto se hayan restablecido nuestros derechos por la totalidad de Palestina, no esperaremos un minuto más para la unificación de Jordania y Palestina".

El nacionalismo árabe palestino es reciente y surge, pues, en contraposición al nacionalismo judío, conocido como sionismo.

No obstante, que la población árabe de Palestina no tuviera conciencia nacional hasta que llegaron los sionistas (el nacionalismo, no lo olvidemos, es un invento europeo), no quita que sus pretensiones no sean legítimas. 

Si tras el fin de los mandatos británico y francés los jordanos, los sirios, los libaneses, los saudíes o los iraquíes, que tampoco tenían conciencia nacional, tienen sus Estados, ¿por qué no lo van a tener los árabes palestinos? 

El proceder de sus líderes es la respuesta principal.

Este proceder ha llevado a que la primera potencia del planeta quiera hacer hoy de Gaza un resort en el Mediterráneo.

*** Elías Cohen es abogado y profesor de relaciones internacionales de la Universidad Francisco de Vitoria