
De delante hacia atrás: F-35 de Reino Unido, Rafale francés, Eurofighter de Reino Unido y Rafale francés
Invertir en defensa es invertir en innovación
La agencia de innovación del sector de la defensa de Estados Unidos (DARPA) desempeña un papel determinante como acelerador y movilizador de la innovación.
El 24 de marzo de 1999 las fuerzas de la OTAN iniciaron sus ataques aéreos sobre Yugoslavia, que conducirían a un plan de paz setenta días después.
Con la naturalidad histórica surgida tras la Segunda Guerra Mundial, el liderazgo lo asumió Estados Unidos, poniendo de relieve la inoperancia de la Unión Europea Occidental (UEO), que tenía como una de sus metas la cooperación en defensa entre los países europeos.
Ese mismo año había nacido la moneda única, y la coincidencia de ambos acontecimientos evidencia que el euro apareció en la escena internacional con la anomalía de no tener un ejército propio que lo respaldase.

Maniobras de un A400M y cuatro Eurofighter sobre una embarcación de guerra.
La protección estadounidense a Europa y al euro tuvo una seria advertencia por parte del presidente Barack Obama durante su última visita presidencial a Alemania en 2016. En Hannover declaró: "Seré sincero, Europa en ocasiones ha sido complaciente con su propia defensa".
Apenas hubo reacción hasta que casi diez años después, con Donald Trump fragmentando Occidente desde el Despacho Oval, Europa anuncia un cambio de rumbo con el compromiso de un gasto en defensa de 800.000 millones de euros, una cifra que equivale aproximadamente a la mitad del PIB español.
Una vez presentado el Libro Blanco por parte de la Comisión, Europa y el euro podrían tener su propia defensa, con la mirada puesta en el 2030.
"Internet surgió de ARPANET para facilitar la comunicación y el intercambio de recursos entre investigadores gubernamentales e instituciones académicas"
Sin embargo, los miembros de la Unión enfrentamos un desafío financiero. ¿Cómo financiar este esfuerzo sin sacrificar el gasto social?
La experiencia de Estados Unidos ofrece una lección valiosa. Durante décadas, el país ha logrado soportar enormes esfuerzos en seguridad y defensa gracias a un retorno económico alcanzado (en gran medida) a través de una valiosa transferencia de innovación y tecnología desde el sector de la defensa a la producción de bienes y servicios de uso civil.
La agencia de innovación del sector de la defensa de Estados Unidos (DARPA) es el motor de estos procesos de transferencia, y desempeña un papel determinante como acelerador y movilizador de la innovación.
La institución es artífice de algunas tecnologías disruptivas, nacidas en un entorno militar, pero que se han trasladado con éxito a la esfera civil y que hoy nos acompañan en nuestro día a día.
Algunos ejemplos son internet, que surgió de ARPANET para facilitar la comunicación y el intercambio de recursos entre investigadores gubernamentales e instituciones académicas.
O el GPS, diseñado inicialmente para la navegación militar.
O el proyecto CALCO, considerado el antecesor 'militar' de algunos asistentes más populares en la actualidad, como Siri, Alexa o Cortana.
El éxito del modelo DARPA se ha basado en un sentido de propósito que ha orientado todos los esfuerzos hacia objetivos claros y ambiciosos, un alto grado de autonomía y toma de decisiones alejadas de injerencias políticas, un uso eficiente de los recursos que reasigna fondos a los proyectos con mejor desempeño y pone fin a los que no cumplen las expectativas, y una cultura de asunción de riesgos y de tolerancia al fracaso que ha hecho posible explorar tecnologías de alto riesgo, pero a la vez de alta recompensa.
La idea de una DARPA europea ya ha sido propuesta en el pasado (Emmanuel Macron en 2017, por ejemplo). Pero hoy parece más oportuna y urgente que nunca.
En el contexto de amenaza en que se encuentra el continente, con una menguante competitividad lastrada por el estancamiento de la productividad (la distancia entre la productividad estadounidense y la europea ha aumentado un 8,4% entre el período 2000-2022) y una batalla por la IA (casi) perdida ante China y Estados Unidos, apostar por la defensa puede ser una de las últimas oportunidades a la que agarrarnos.
La defensa es necesaria para alcanzar la seguridad, la paz y la prosperidad. Es un bien público imprescindible para alcanzar el bien común. Los discursos que apelan a un mayor gasto en seguridad a costa de otros bienes como la educación o la salud no son válidos si la innovación se convierte en la clave de bóveda que permita atender eficientemente la creciente demanda en ámbitos sociales, ambientales y de seguridad.
La propia historia lo avala. Un reciente informe del prestigioso Kiel Institute for the World Economy señala que, históricamente, aumentos en el gasto de defensa no han significado una disminución en el gasto de partidas sociales.
El objetivo es que el retorno económico de la innovación cubra la inversión en defensa sin sacrificar el bienestar de nuestras sociedades.
Más bien al contrario, el modelo DARPA demuestra la posibilidad de fomentar la transferencia de innovación desde la defensa hacia otros sectores, y también la posibilidad de ponerlo en práctica sobre los servicios públicos.
Europa tiene la oportunidad de aprender de la experiencia estadounidense, entender cuáles son los pilares de su éxito, y crear así un modelo que proporcione seguridad y bienestar social gracias a la innovación.
*** Enrique Martínez Cantero es profesor de economía de la USP-CEU.
*** David Gago Saldaña es profesor de economía de la UNED.