
Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, junto a las vicepresidentas María Jesús Montero y Sara Aagesen, en el Congreso.
Pedro Sánchez, el presidente ómnibus
Partiendo de la democracia básica, Sánchez ha convertido el PSOE en un abanico de meras delegaciones en las que su poder se vierte a través de sus emisarios.
El olvido cada vez más intenso de la enseñanza latina ha hecho que se oscurezca el significado original del término latino "omni" ("para todos").
En español, y en las demás lenguas modernas, la palabra latina ha acabado por usarse únicamente para describir algo capaz de contener una multitud, de personas, de artículos legales, de textos, de lo que fuere.
Pedro Sánchez es un presidente ómnibus en un sentido más amplio, más cercano al original latino.

El secretario general del PSOE y presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Europa Press
Sánchez es ómnibus desde el día mismo en que empezó su carrera política. Nunca ha tenido la menor dificultad en apropiarse de una causa o de atribuirse una virtud, por ejemplo. En lugar de ser un hombre sin atributos, como en el título de la novela de Robert Musil es el hombre que los posee todos, que se apropia de todo.
Así, por ejemplo, se ha erigido en líder mundial de la oposición al tecnofascismo, a Trump, a Musk y a quien haga falta. Supongo que se habrán echado a temblar.
Como en la canción, Sánchez es el hombre que lo hace todo en España... y también en cualquier lugar del mundo, que resulta estrecho para el gálibo de sus ambiciones. Frente a Rajoy, y ya van años, se apropió de la decencia, sin dejar nada a su indecente rival. Y le aplicó la lógica rotunda del "no es no", para hacerse con todo.
La democracia c'est moi, que para eso es políglota. El resto es corrupción, como demostró la Justicia, que, en su opinión y por una vez, supo remar en la dirección correcta.
En cuanto se le presentó la menor ocasión, se apoderó de su partido, lo expropió para convertirlo en propiedad privada del presidente ómnibus.
"En el Congreso, Sánchez se alzó con el voto de todos los demócratas y tuvo una investidura ómnibus, dejando fuera a las diversas formas de la fachosfera que todavía no se han recuperado del fiasco"
Y así, partiendo de la democracia básica, ha convertido el PSOE en un abanico de meras delegaciones en las que todo su poder se vierte a través de sus emisarios, a los que ha ido haciendo famosos al colocarlos en su Gobierno. Muchas veces sin una tarea mínimamente real, pero siempre de nombre rimbombante.
En el Congreso se alzó con el voto de todos los demócratas, tuvo una investidura ómnibus, dejando fuera a las diversas formas de la fachosfera que todavía no se han recuperado del fiasco.
Por eso le contrarió tanto que su decreto ómnibus no fuera aprobado a la primera. Se ve que hay gente que no acaba de entender que la democracia es Sánchez y todo lo que proponga.
Para ser justos, hay que reconocer que la fórmula ómnibus aplicada a un decreto ley de fin de año no es un invento de Sánchez. Pero nuestro presidente tiene, entre otras, la virtud de mejorar aquello que no inventa.
Hasta Sánchez, estos decretos escoba tenían alguna trampilla, pero Sánchez los ha convertido en un ómnibus todoterreno en el que cabe una cosa y su contraria.
En parte para satisfacer de manera adecuada a las distintas y omnívoras cuadrillas de su arco parlamentario.
Sus protestas por el lamentable error del Congreso votando en su contra fueron muy sentidas y amenazaron con arruinar la escasa buena fama que adorna a quienes le han zancadilleado de manera tan descortés.
Lo peor del procedimiento ómnibus es que pueda acabarse convirtiendo en un trámite normalizado, por ejemplo, para acabar la carrera de medicina, algo que ya se ha hecho con memorables resultados en las enseñanzas más básicas: que se decida dar licencia a un estudiante que no apruebe anatomía, pero que tenga una nota interesante en farmacología, en historia de la medicina, o en ética inclusiva, por decir algo.
Tal vez se esté preparando algo así para que los jueces más afines no tropiecen con argumentos que no casen bien con la igualdad ante la ley, que es una exigencia engorrosa para los progresistas.
El presidente ómnibus desprecia el empeño analítico de los jabalíes parlamentarios que pretenden que una cosa es aprobar la subida de las pensiones y otra regalar palacetes a los chicos del PNV.
Sánchez volverá a la carga con más decretos ómnibus que lo único que pretenderán es ahorrar tiempo a los parlamentarios para que no se entretengan en discutir minucias, para que puedan hacer política y colocarse del lado del bien o mostrar de una buena vez lo fachas que son y lo mucho que les gusta joder a los pensionistas y regatear las ayudas a los afectados por las aguas de Valencia que, como todo el mundo sabe, son culpa de los valencianos de derecha en exclusiva.
Pedro es y quiere ser un presidente para todos y eso incluye el Parlamento, los tribunales, la prensa y, por descontado, su Fiscalía y las empresas estratégicas.
Vamos a ver ¿qué clase de presidente sería el que no pudiese mandar en Telefónica cuando sienta la necesidad de hacerlo?
¿Qué elecciones ganó Pallete para poner pegas al presidente ómnibus?
Pues eso, mi Fiscalía, mi Telefónica y todo lo que le haga falta.
Será por dinero.
Los sindicatos, siempre atentos al bienestar general, salen siempre raudos en apoyo del presidente ómnibus y contra las pretensiones desestabilizadoras de los representantes de la fachosfera, gente tan infame y necia que no se ha dado cuenta de lo idiota que es Musk y de lo contradictorio que es Trump.
Gente que ahora no protestó contra la manipulación de las elecciones en los Estados Unidos, cuando es evidente que Trump las ganó con trampa gracias a Musk, y sus X, y a todos esos multimillonarios ignorantes y lerdos que han corrido como cobardes en auxilio del vencedor.
En España podemos dormir tranquilos frente a esos alevosos ataques a la inteligencia y a la ética porque nuestro presidente ómnibus vigila desde la Moncloa que nadie se desmande, que todos se atengan a lo que dice la ley que convenga y a que se cambien las que molestan y permiten, por ejemplo, poner en duda la conducta de gentes valerosas y ejemplares en especial si son de la parentela del presidente ómnibus.
Mucha calma y buen rollito, que a Sánchez no se le escapa nada.
*** José Luis González Quirós es filósofo y analista político. Su último libro es La virtud de la política (Unión Editorial).