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Si supieras que una persona con problemas de salud mental va a ser tu vecino y pudieras evitarlo levantando la mano, ¿qué harías? Esta es la pregunta invisible que lanza al mundo Votamos, el corto dirigido por Santiago Requejo que se ha convertido en uno de los favoritos a los Goya 2022, sobre todo desde la muerte de Verónica Forqué.
El cortometraje ya ha recibido treinta premios en diferentes festivales nacionales e internacionales. Se trata de un plano secuencia de once minutos que está sacudiendo las conciencias, porque nos pone de frente ante la hipocresía en nuestra manera de empatizar con las personas que sufren una enfermedad mental.
Raúl Fernández de Pablo es el actor protagonista y el primer interpelado por este trabajo. Para él, en prime time con sus papeles en las series La Unidad y El Pueblo, este corto ha sido "una ocasión de parar, de pensar, de aceptar, de hablar, de dar la cara, de poner de mi parte lo que se pueda para cambiar un contexto social que inunda de culpas, oscuridades y estigmas los problemas de salud mental".
Fernández de Pablo es un actor asentado en la comedia española con aires de galán, a medio camino entre Hugh Grant en Notting Hill y Martin Short en casi cualquier película. Ahora es un altavoz para desplegar sus reflexiones en pancarta gigante en la fachada del Ministerio de Sanidad, porque su batalla para sacar del armario la verdadera película de la salud mental no ha hecho más que empezar.
Pregunta.- ¿Grabar Votamos ha sido una terapia?
Respuesta.- Ha sido como descorchar una botella. Me ha dado pie para hablar sin reparos de mis problemas psicológicos, que se han manifestado este año de pandemia crónica. En la sociedad no nos atrevemos a expresarnos con naturalidad en este ámbito, y es necesario. Muy pocos os atrevemos a decir que estamos pasando una crisis. Yo, jamás lo había hecho, ni siquiera en mis círculos cercanos.
P.- Una crisis que, en tu caso, se llama depresión.
R.- Sí. Una clara desmotivación por mi trabajo y por disfrutar de la vida. Ya solo decir esto puede suponer que haya directores que no quieran contar conmigo para próximos trabajos, pero he decidido perder el miedo a manifestar sin problemas que no estoy pasando un buen momento.
He decidido perder el miedo a decir que no estoy pasando un buen momento
P.- ¿Es un efecto colateral de la pandemia?
R.- 2021 ha sido un año de mierda para mí. Psicológicamente, uno de los peores de mi vida a nivel profesional y personal. Siempre he sido tímido y muy existencialista, pero hasta ahora no era consciente de mi desmotivación. Hablarlo me ayuda a salir hacia adelante.
P.- En Votamos defiendes a las personas con salud mental que quieren ser vetadas en una comunidad de vecinos.
R.- Este corto ha sido para mí una manera de abrir los ojos, como espero que lo sea para el resto de la sociedad. Me siento parte de los que consolidan el estigma y, a la vez, de los que sufren en silencio una patología mental. El mensaje de Votamos me afecta a mí y no me había dado cuenta. Ese ciclo de impostura es absurdo y la sociedad entera debe hacer un pacto global para romperlo.
P.- Si todos los actores se pusieran a ello, sería la mejor campaña de salud pública y de concienciación social.
R.- Los actores tenemos una profesión como otra cualquiera, pero quizá con más relumbrón social. Por eso es importante que, entre todos, hablemos con claridad. Basta de postureos, digamos las cosas claras, no tengamos miedo al desprecio dentro y fuera del oficio y evitemos en la propia profesión el canibalismo de juzgar más de la cuenta, porque nosotros ya somos muy críticos con nosotros mismos.
Evitemos en la profesión el canibalismo de juzgar más de la cuenta
P.- El cine es un contexto laboral tóxico?
R.- Yo llevo casi 30 años haciendo teatro y más de dos décadas en cine y televisión. El ritmo, la incertidumbre, los juicios constantes, la vanidad, el postureo, el utilitarismo, el maltrato por parte de algunos directores y algunos compañeros o la creciente tendencia a darle más importancia a los followers que a la calidad del trabajo generan un caldo de cultivo en el que cunde la desmotivación.
P.- ¿El maltrato de algunos directores?
R.- Sí. Ya está bien de callarse. Hay directores que tratan mal a los actores y eso lo sabe todo el mundo. Sería interesante una especie de Me Too contra los directores maltratadores para limpiar de toxicidad un contexto laboral que podría ser maravilloso, pero que es fundamental que nosotros y el resto de la sociedad sepa que no es de color rosa.
P.- A ti no te han faltado las oportunidades. Estás en La Unidad, en El Pueblo, que se prepara para la cuarta temporada y has formado parte del elenco de series como El comisario, Al salir de clase, El internado, Con el culo al aire, Velvet, Cuéntame cómo pasó…
R.- No me han faltado oportunidades, pero algunas veces me habría gustado poder decir que no… Además, trabajo por cuenta ajena para las productoras y no puedo darme de baja si me encuentro mal. Reivindico poder ir a trabajar aunque no esté motivado, porque mi cuerpo y mi cabeza me lo impiden, sin necesidad de impostar constantemente que todo va bien, porque hay veces en las que no todo va bien.
P.- ¿El cine es un universo frío?
R.- Más de lo que pueda parecer. Los artistas somos personas sensibles en un ambiente agresivo. Historias de dolor, sufrimiento y drama silenciado, hasta que pasa lo de Forqué, hay demasiadas. Mucha gente abandona, también porque, a veces, somos muy cabrones entre nosotros mismos.
P.- Hay productoras que buscan actores y actrices dependiendo del número de seguidores en Instagram.
Las actrices y actores deberíamos hacer una huelga de Instagram
R.- Sí. Casi todas. La calidad de la interpretación ha pasado a un segundo plano. Las actrices y los actores deberíamos hacer una huelga de Instagram. Mostrar nuestra fragilidad y nuestra vulnerabilidad sin temer consecuencias profesionales es un gran paso adelante.
P.- Votamos deja botando también una cuestión: bastantes de los tópicos sobre la salud mental están en las pantallas.
R.- Efectivamente. El cine y la televisión le deben una a la salud mental.
P.- En los Goya compites con Venga a nosotras tu reino, el corto contra el machismo dirigido por Verónica Echegui.
R.- Verónica ha hecho un gran trabajo, y su corto es una dura competencia para nosotros. Pero, sinceramente, la conciencia social contra las manadas y los acosos sexuales crece y, sin embargo, el respaldo social a las personas con problemas de salud mental está en paños menores. Visibilizar esta pandemia es una responsabilidad urgente de toda la sociedad.
P.- Imagínate que Votamos gana el Goya y Requejo te cede la palabra ante todos tus colegas del gremio. Tienes un minuto de discurso:
R.- Diría: chicos, chicas, por favor. ¡No tengáis miedo a reconocer que estáis mal psicológicamente, ni a expresarlo en público! Todos tenemos el derecho y el deber de exponernos con libertad. Siento que este sistema en el que estamos metidos es tóxico por todos lados. Lo de Verónica Forqué es la punta del iceberg. Como referentes de un gremio más visible dentro de la sociedad, necesitamos verbalizar estas zonas oscuras, pero reales. El cine es precioso y es una herramienta maravillosa para muchas cosas, pero necesitamos ser conscientes de sus elementos tóxicos para cambiarlos entre todos.
P.- ¿El final de la historia de Verónica Forqué nos dice que los juguetes rotos en el cine siguen siendo una realidad latente?
R.- Mi experiencia personal es que los juguetes rotos que abandonan el cine abruptamente son menos que en otras épocas recientes, pero hay mucha gente rota con miedo a curarse hablando con naturalidad. El cine es el lugar donde muchos de nosotros nos reconocemos, porque es el sitio donde somos nosotros mismos. Entre todos podemos limpiarlo de elementos y personas tóxicas para que sea un trampolín y no un túnel sin salida.
P.- ¿Miras 2022 con ilusión?
R.- Tengo proyectos estimulantes de teatro y de cine para este nuevo año. Si no se tuercen, posiblemente grabaré fuera de España, que es una de las cosas que me hacen más ilusión. Personalmente, espero abandonar esta etapa. Profesionalmente, espero seguir creciendo en un mundo laboral que puede ser apasionante sin necesidad de ser una mentira.