Pasadas las ocho de la tarde del viernes, el equipo de Rafael Nadal fue desfilando por la zona de jugadores de la pista Philippe Chatrier con la misma mezcla en el rostro: felicidad por una parte, asombro por la otra. Después de la cómoda victoria del campeón de 14 grandes en las semifinales de Roland Garros (6-3, 6-4 y 6-0 a Dominic Thiem) y de su décima clasificación para la final del segundo Grand Slam de la temporada (le espera Stan Wawrinka, vencedor 6-7, 6-3, 5-7, 7-6 y 6-1 de Andy Murray), el mallorquín aterrizó en el partido decisivo lanzado, respaldado por los resultados en el torneo y con unas sensaciones difícilmente mejorables.
“He jugado muy bien desde el primer día, no ha sido como otros años en los que he ido de menos a más”, se arrancó el número cuatro ante los periodistas, que le recordaron que para alcanzar la final no cedió ningún set (quinta vez que lo logra en París), perdió 29 juegos (por los 35 de 2012, su mejor marca en el torneo) y solo necesitó emplear 10 horas en la pista. “Sería arrogante si dijera que no he jugado bien desde el inicio del torneo con los resultados que he hecho durante toda la semana. Para conseguir estas victorias hay que jugar muy bien y ser muy regular”, insistió Nadal.
“El nivel al que ha jugado aquí es superior al del resto del año”, aseguró Toni Nadal, tío y entrenador del campeón de 14 grandes. “Con mucha confianza, tocando muy bien la pelota y golpeando con decisión la mayoría de las veces. Rafael ha tenido momentos muy arrolladores en París, pero es cierto que este año ha jugado muy bien todos los partidos”, prosiguió el técnico balear, que durante todo el torneo evitó comparar esta actuación con otras del pasado, como 2008 o 2012. “El primer día tuvimos un momento difícil con Benoit Paire en el segundo set”, recordó, sobre el segundo set de ese encuentro, donde el francés tuvo dos bolas para colocarse 5-3. “Este ha sido el peor trago del torneo… La verdad es que ha habido muy pocos”, cerró.
“Había leído mucho que Rafa estaba ganando contra rivales con un ránking peor, pero hoy ha jugado con Thiem y el resultado ha sido similar”, examinó Carlos Moyà, ex número uno del mundo y desde el pasado mes de diciembre integrante del equipo de Nadal. “En este Roland Garros hemos visto al mejor de Nadal del año, pero somos conscientes de que un mal día te puede complicar las cosas. Wawrinka es el último partido que nos queda. Tiene que estar atento y sobre todo fuerte de cabeza”, se despidió el campeón de un grande.
“Además de jugar bien, lo que ha marcado diferencias ha sido mi regularidad”, reflexionó Nadal, que llega a la final con 23 victorias en arcilla y una sola derrota, ante Thiem en los cuartos de final de Roma. “No he hecho partidos malos en toda la gira de tierra. Eso ha hecho que haya podido jugar cuatro finales en los cinco torneos que he disputado y que me haya permitido llegar ahora así al último partido de Roland Garros".
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