El lunes por la noche, Rafael Nadal no cogió una copia de la hoja de estadísticas que Wimbledon entrega a los jugadores después de sus partidos, justo antes de entrar a la sala de prensa para sentarse ante los periodistas. El campeón de 15 grandes, eliminado agónicamente en octavos de final por Gilles Muller (3-6, 4-6, 6-3, 6-4 y 13-15 en 4h48m), no vio que sus números ante el luxemburgués rozaron la excelencia, que disparó 23 aces (su récord de siempre), que ganó un 83% de los puntos que disputó con primer saque, que conectó 77 ganadores y solo 17 errores no forzados, que su acierto en la red fue para subrayar en rojo (33 de 46) y que al final del encuentro sumó siete puntos más que su contrario (198, por 191). Entonces, ¿cómo se explica la dolorosa derrota?
“Yo he hecho cosas bien, pero en hierba no solo se trata de hacer cosas muy bien durante cuatro o cinco juegos por set, tienes que hacerlo en todos los juegos”, reflexionó el mallorquín tras su eliminación. “Si cometes un error estás fuera y esto es lo que me ha pasado en los dos primeros parciales: he cometido dos errores con mi servicio y me ha costado ponerme dos sets abajo”, continuó. “Las estadísticas pueden ser buenas, pero he cometido dos errores que me han supuesto mucho porque me he quedado sin margen. Contra un sacador juegas con mucha presión y tras ir dos sets abajo no te puedes permitir ni un fallo más en todo el partido. Casi no los he hecho, pero él en el quinto set tampoco. Llegados a esa situación, con el saque ha obtenido muchos puntos gratis y eso le ha permitido ser agresivo. Cualquier cosa podría haber pasado, pero en general ha sido un poco mejor que yo en el quinto”.
“Sí, Muller ha sido un poco mejor, estadísticas al margen”, coincidió Toni Nadal, tío y entrenador del mallorquín. “En los dos primeros sets, Rafael ha restado muy poco y el partido se nos ha puesto demasiado cuesta arriba. Luego hemos conseguido igualarlo, pero en el quinto ha vuelto a tener problemas para restar”, apuntó el técnico. “Todas las derrotas son dolorosas, pero cuando pierdes 13-15 en los octavos de un torneo de esta magnitud… claro que duele”.
Al llegar al vestuario, Nadal y su equipo lamentaron la ventaja que Muller abrió en la primera hora y cuarto de partido, cuando el luxemburgués ya mandaba por dos sets a cero. Si el balear hubiese logrado restar como en el tercer y cuarto parcial, donde pasó de poner en juego el 42% de los saques del comienzo a un altísimo 76%, si su estadística en bolas de rotura convertidas hubiese sido mejor (2 de 16), el desenlace posiblemente habría sido bien distinto, aunque luego el porcentaje volvió a caer empinado en la quinta manga.
“Es que han sido dos sets regalados y luego uno a cara o cruz”, reconoció Francis Roig, otro de los entrenadores del tenista. “Nos ha faltado restar más en momentos importantes, ha sido demasiada ventaja al principio. En el quinto, ha costado otra vez volver a restar, cuando la épica ha envuelto el partido”, reiteró. “Es una derrota dolorosa. Una pena porque si ganaba… era un partido muy incómodo que le habría dado muchísima confianza contra Cilic, que era un estilo de juego similar al de hoy”, cerró Roig, que se marchó del torneo con gesto triste.
“Lo he intentado, he dado todo lo que he tenido, pero no ha sido suficiente”, se lamentó el número dos del mundo, que tendrá que esperar para asaltar el trono del circuito que ocupa Andy Murray. “He jugado con una actitud muy buena tras estar en una situación muy complicada, al límite. Me he puesto en una posición para ganar y no la he aprovechado”, prosiguió Nadal, que tuvo cinco pelotas de break en la quinta manga, no pudo convertir ninguna y se despidió tras ver cómo su contrario sí lo conseguía, a la quinta bola de partido. “Estaba listo para grandes cosas, así que perdí una oportunidad importante”.
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