Hay historias difíciles de explicar y sorpresas imposibles de entender. Hasta esta temporada, ocho de las nueve presencias de Magdalena Rybarikova en Wimbledon se terminaron antes de la tercera ronda (2015), siete de ellas el día de su debut (2008-2014 y 2016). A los 28 años, y tras recuperarse de dos operaciones (muñeca y rodilla) que la mandaron a la lona durante más de seis meses, la eslovaca jugará este jueves por una plaza en la final del tercer grande del curso ante Garbiñe Muguruza. Alucinante.
“Obviamente, estaba soñando con esto desde que era una niña, con ser semifinalista de Wimbledon”, acertó a decir la eslovaca tras su victoria de cuartos contra la estadounidense Vandeweghe. “Wimbledon es mi Grand Slam favorito, la hierba es mi superficie favorita porque disfruto jugando en ella. Es cierto que nunca había jugado bien aquí, perdí siete veces seguidas en primera ronda. En ese momento lo único que estaba en mi cabeza era ganar un partido. Hace dos años llegue a la tercera ronda y me relajé”, reconoció. “Seguía creyendo que podía hacerlo bien en Wimbledon, aunque esa tercera ronda ya era un buen resultado para mí”, insistió. “Lo que me está ocurriendo ahora es un sueño: a veces pensaba que nunca regresaría y ahora estoy en semifinales de un Grand Slam”.
Antes de lesionarse, Rybarikova rozó la entrada al top-30 en 2013 (31 mundial) y se movió por esa zona de la clasificación con holgura. La eslovaca comenzó a luchar entonces con un dolor en su muñeca izquierda, que se hizo insoportable en Indian Wells el año pasado, donde pese a todo llegó a cuartos de final. La decisión de tomarse un tiempo y volver a jugar en un torneo ITF cerca de su casa (Trnava, a 30 minutos de Bratislava) no fue una buena idea: un mal movimiento le provocó una lesión de rodilla y de repente se encontró obligada a pasar por el quirófano para solucionar sus viejos problemas de la muñeca y también los nuevos de la rodilla.
Así, y apartada del circuito hasta febrero de 2017, Rybarikova regresó hundida en el ranking (453) y escaló jugando torneos pequeños hasta llegar lanzada a Wimbledon, tras celebrar dos títulos ITF (Surbiton e Ilkley) y después de alcanzar las semifinales en Notthingham. La confirmación de su espectacular momento llegó en el templo de la hierba durante la segunda ronda. La eslovaca batió a Karolina Pliskova (desde el próximo lunes nueva número uno del mundo) y ese triunfo fue un impulso para alcanzar las semifinales. Ahora, y citada con Muguruza (1-2) por el pase a la final, la 87 del mundo no renuncia a despejar positivamenteel interrogante que lleva unas horas escuchando. ¿Por qué no ganar Wimbledon?
“Esa es una buena pregunta, pero gané un torneo muy pequeño en comparación con Wimbledon”, respondió la eslovaca. “Puede pasar cualquier cosa. Los milagros suceden. No estoy tan lejos. Tengo un partido de semifinales contra Muguruza y quiero disfrutar. Ocurrirá lo que tenga que ocurrir, pero estoy segura de que voy a luchar por la final”, avisó. “Ella es la favorita, aunque jugamos hace unos años en hierba y gané ese partido. La semifinal de Wimbledon será un poco diferente”.
En Londres, y de momento, el sueño de Rybarikova sigue adelante: de plantearse la retirada (“creí que no iba a volver a jugar”, dijo en sus días más bajos) a luchar por un puesto en la final de Wimbledon. Casi nada.
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