Durante la tarde, la pista central de Wimbledon pasó del dolor al asombro. Cuando Roger Federer se clasificó para disputar las semifinales, derrotando 6-4, 6-2 y 7-6 al canadiense Raonic en su partido número 100 en el torneo, la grada supo que acababan de aplaudir el triunfo del favorito indiscutible para levantar la copa el domingo, y a mucha distancia del resto. Las victorias de Sam Querrey (3-6, 6-4, 6-7, 6-1 y 6-1 a Andy Murray, que terminó rabiando de dolor en la cadera) y Tomas Berdych (7-6, 2-0 y abandono de Novak Djokovic, agotado como consecuencia de una lesión en su codo derecho) despejaron el camino del suizo hacia su octavo título de Wimbledon, que sería el 19 de Grand Slam, otro que volvería a romper la historia en dos partes.
Murray, doble campeón (2013 y 2016), no defenderá su corona del año anterior tras perder un partido que tenía bajo control (ganaba 6-3, 4-6 y 7-6) ante Querrey, que la pasada temporada ya eliminó a Djokovic (tercera ronda) y el miércoles por la tarde dejó a Gran Bretaña sin su jugador de oro. El británico, que había dado síntomas de recuperación durante el torneo tras un 2017 lleno de vaivenes, se marchó casi sin poder moverse, tieso como un palo, después de encajar un 12-2 de parcial que llevó a Querrey a sus primeras semifinales de Grand Slam, donde no había un estadounidense desde Andy Roddick en 2009.
“Todavía estoy en shock”, confesó el número 28 del mundo, que se medirá a Marin Cilic (3-6, 7-6, 7-5, 5-7 y 6-1 a Gilles Muller) por el pase a la final. “No he jugado del todo bien en los dos primeros sets, pero después encontré mi saque”, celebró el estadounidense. “Es absolutamente increíble estar en las semifinales de Wimbledon, algo muy especial”, cerró.
“Durante el torneo he jugado con un poco de dolor, pero lo he intentado”, explicó el británico tras la derrota. “Al final he dado todo lo que tenía y estoy orgulloso por ello, pero perder es decepcionante. Había una oportunidad, así que estoy triste de que acabe”, reconoció. “Antes del debut se trataba de encontrar soluciones a corto plazo porque quería jugar Wimbledon, conseguimos superar varios partidos y lo hicimos bien. Sabía que no me haría más daño por jugar. He estado tratando con esto durante mucho tiempo en mi carrera. Está claro que cuando te vas haciendo mayor, las cosas son un poco más difíciles de manejar que cuando eres más joven. Hay más desgaste”, apuntó el campeón de tres grandes sobre su lesión de cadera, que se trató con baños de hielo para aliviar la rigidez. “Ahora me sentaré con mi equipo y miraremos a más largo plazo para trazar un plan sobre lo que tengo que hacer a continuación”.
Querrey solo necesitó 49 minutos (22 en el cuarto set y 27 en el quinto) para remontarle el partido a Murray. Hasta ese momento, el británico había aguantado los saquetazos del estadounidense, para los que a menudo encontró respuestas (no bajó del 60% de restos puestos en pista). A partir del tie-break de la tercera manga, donde tomó ventaja en el cruce, el número uno desapareció de un plumazo y dejó vía libre para que su oponente le arrebatase la victoria de las manos, que es exactamente lo que sucedió.
“¡Andy! ¡Andy!”, gritó la grada, a ver si conseguían reenganchar a su jugador al encuentro, que el estadounidense terminó con 27 aces y ganando un 84% de los puntos que disputó con su primer saque. Al ver que Murray estaba fuera del cruce, sin fuerzas para correr en intercambios poco exigentes, Querrey aceleró hacia una victoria que le deja ante una oportunidad de oro: la de alcanzar su primera final de Grand Slam en Wimbledon, que tiene doble valor.
Algo más de una hora después, en la pista número uno, Djokovic también dijo adiós frente a Berdych después de retirarse como consecuencia de una lesión en su codo derecho, contra la que llevaba luchando desde hace mucho tiempo y que se agravó en el partido del día anterior, que ganó al francés Mannarino. El serbio, que tras la derrota de Murray tenía la opción de recuperar el número uno (ganando el título, ahora lo mantendrá el británico pase lo que pase en Wimbledon), se fue con el rostro serio, incapaz de ocultar la rabia de verse obligado a rendirse por algo que estuvo fuera de su control.
“He intentado hacer todo lo posible desde ayer para estar en condiciones de jugar, pero solo he podido estarlo 30 minutos”, se lamentó Djokovic. “Era imposible competir hoy, no tenía sentido”, siguió el campeón de 12 grandes. “Al final, todos somos seres humanos y tenemos que atravesar estas etapas. Nunca antes había sentido tanto dolor. No es una buena señal, pero quiero esperar a ver qué me dicen los médicos para ver si cambiamos algo del calendario”, se despidió el serbio.
Así, los resultados de los dos candidatos a la copa tuvieron una consecuencia instantánea. Federer, que siguió ganando ganando sin problemas (ha necesitado solo 7h38m para llegar a semifinales, sin perder un set) multiplicó su favoritismo para levantar un octavo título de récord.
“Pero no importa ser el favorito”, dijo el suizo. “Los otros jugadores son todos grandes pegadores. Creo que ellos también tienen mucha influencia en lo que suceda en los partidos. Los tres tienen grandes servicios, potentes derechas. Los tres son más altos y más fuertes que yo”, continuó el número cinco del mundo. “Estoy muy feliz de estar a este nivel. ¿Estoy sorprendido? Quizá un poquito, pero el plan era llegar fuerte también hacia el final de mi carrera”.
Noticias relacionadas
- Muguruza regresa a las semifinales de Wimbledon
- Nadal: “He dado todo lo que he tenido, pero no ha sido suficiente”
- Rafa Nadal cae en los octavos de Wimbledon en un duelo épico ante Gilles Muller
- Brillante Muguruza: a cuartos en Wimbledon tras sobrevivir a Kerber
- Nadal entra en su zona de confort en la segunda semana de Wimbledon
- Gilles Muller: “A Nadal no le robaría un golpe, le robaría las piernas”
- El laberinto de Marcel Granollers: “No soy un robot, todo tiene un límite”
- Muguruza aterriza en octavos de Wimbledon tras destrozar a Cirstea
- ¿Es la hierba de Wimbledon más lenta que la tierra de Roland Garros?
- Con el pase a octavos de Wimbledon, Nadal se vuelve un peligro