Jesús Rafael Soto
Prisma, 2003
Como un homenaje in memoriam a Pierre Restany, ha planteado Jesús Rafael Soto (Ciudad Bolívar, Venezuela, 1923) su actual exposición, integrada por piezas producidas en los dos últimos años. Incontestable en su solidez, la obra del histórico artista cinético mantiene su inquebrantable vocación especulativa, su pulso al tiempo y al espacio, al movimiento y la percepción, conjugando brillantemente los elementos constitutivos de su obra, que pueden resumirse, principalmente, en la repetición de elementos geométricos y el juego cromático, en la yuxtaposición de finas tramas escultóricas y pantallas que crean interesantes juegos visuales y activan la vibración del vacío y, entre otras, en las tensiones superficiales sobre ese rectángulo a menudo dibujado por líneas de mayor o menor grosor. Siempre esencial y siempre a través de la geometría, Soto reivindica el diálogo con la tradición, y, desde una postura de simplificación formal, plantea lecturas a la perspectiva científica renacentista o la representación múltiple en los retablos medievales, entre otros. En cuanto al nivel de la obra se refiere, es una auténtica delicia que la madurez no ha hecho sino acentuar su lucidez. A estas alturas, Soto sigue en ese estado de gracia creadora que le permite, incluso cuando las reduce a su mínima expresión, hacer de esas formas de infinita combinatoria, analogía de la inteligencia y sensibilidad del hombre. Y sin duda porque él mismo confiesa tener en cuenta el lenguaje musical y su producción plástica posee rasgos comparables a éste, podríamos concluir que su actitud es ya la de un gran compositor que también es capaz de obtener sus mejores registros en la pura improvisación.