Albert Pijuan. Foto: Alba Dalmau

Albert Pijuan. Foto: Alba Dalmau

Letras

'El Gran Reemplazo': la fábula enloquecida de Albert Pijuan, un Eduardo Mendoza enfebrecido

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El narrador y protagonista de El Gran Reemplazo le reconoce a su vecino de habitáculo de la clínica donde aguardan una cirugía que todo lo que le está contando "es un poco enrevesado" pero que seguirá porque "tenemos un buen rato por delante". El comentario afecta a la situación extraña de ambos, pero vale como imagen global del libro entero y algo también como aviso cortés de Albert Pijuan (Calafell, 1985) al lector acerca de lo que le aguarda. En verdad, queda bastante por delante, más de trescientas páginas, y lo que hasta ahora sabemos supone una pálida muestra de una fábula enrevesada al máximo, enloquecida total.

El Gran Reemplazo

Albert Pijuan

Traducción de Rubén Martín Giráldez Sexto Piso, 2024. 323 páginas. 19,90 €

Pronto topamos con momentos en que la historia no tiene ni pies ni cabeza. Uno no sabe ni qué ni por qué pasa. He de aclarar ya mismo, sin embargo, que ese efecto no se debe a incompetencia formal del autor, diestrísimo en montar semejante revoltijo de raras peripecias, sino a una audaz intención de dinamitar las convenciones del retrato realista del mundo. Ese descreimiento en poder captar la realidad de la vida y esa posmoderna sensación de andar perdidos en sus apariencias hacen de Albert Pijuan un Eduardo Mendoza enfebrecido.

El libro arranca con el artículo de un tal Dino de Laurentiis Júnior que pretende sustentar la actividad de una sociedad secreta que otorgará al peinado su valor como signo identificador de grupos sociales bajo la inspiración del actor Nicolas Cage.

Esto será una referencia constante de la novela, que acto seguido se centra en los dos ingresos sucesivos en una clínica de Croacia del dicho Dino. Aunque este haya ido para una sencilla operación capilar, tanto él como su vecino son secuestrados y envueltos en vendas cual momias. En este violento y absurdo ámbito kafkiano, el locuaz Dino le endosa al vecino mil y una historias personales y fantaseamientos.

Los relatos van generando unas muñecas rusas de invenciones caprichosas en las que uno se pierde sin remedio. Aunque la acción principal se sitúa en nuestros días, la cronología de los sucesos resulta inasible. Igual dispersión afecta a los espacios. Lo mismo pasa con los asuntos, invertebrados. Y otro tanto ocurre con los numerosos personajes, perdidos en el magma narrativo y algunos de nombres tan peregrinos como los trillizos Afasia, Trifásico y Anastásico. En suma, navegamos sin brújula por las aguas caudalosas de un mundo incoherente.

Pijuan ha retratado la incertidumbre e incongruencia de nuestra época con una loca fábula goliardesca

El protagonista flota en esta realidad colectiva caótica, repleta de iconos de la modernidad y saturada de mistificaciones. Podría ser que solo encarnara el clásico sinsentido existencial, pero Pijuan va más lejos. Unas cuantas señales lo advierten. Dino arrastra una confusa historia familiar. El vecino de hospital, Tom-Dem, funde en su nombre los de Tom Hooker y Den Harrow, los promotores del ochentero "italo disco". Nicolas Cage se quitó su auténtico apellido, Coppola. Estos datos indican cuál es el problema genérico que aborda la novela, la identidad y el doble. Trata, pues, de quién somos y cómo lo manifestamos.

Pijuan ha retratado la incertidumbre e incongruencia de nuestra época con una loca fábula goliardesca. Pero se ha excedido en la invención y en el embrollo argumental. De aquí que la novela tenga escasa fuerza comunicativa, resulte cansina y exija un esfuerzo de atención agotador. Sí deja testimonio de un autor de innovadora originalidad y potencia creativa. A ver si la próxima vez se serena un poco.