Paco Roca en su mesa de dibujo. Foto: Biel Aiño

Paco Roca en su mesa de dibujo. Foto: Biel Aiño

25 años de El Cultural

Historia de un hombre en pijama

Paco Roca repasa su trayectoria: del cómic pornográfico para ganarse el pan a ser protagonista del auge de la novela gráfica y ganar el Premio Nacional y el Eisner.

8 diciembre, 2023 01:43

Yo empecé dibujando cómic pornográfico. A mediados de los 90 había terminado la edad dorada de las revistas de cómics y, cuando quise publicar, casi todas las que en los 80 llenaban los kioscos habían desaparecido.

Mi afición por contar historias en viñetas venía de la infancia y de mis primeras lecturas: las historietas de Bruguera y los álbumes de Tintín y Astérix. Ese amor por los cómics se mantuvo mientras estudiaba en la Escuela de Artes y Oficios, aunque los pocos dibujantes de cómic que conocía malvivían de su profesión. En cambio, la publicidad era un buen negocio, por lo que aparqué mi sueño infantil y me centré en la ilustración publicitaria.

Cuando, harto de la publicidad, decidí probar en el mundo del cómic, tan solo El Víbora se mantenía en los kioscos, y en parte gracias a la otra cabecera de la editorial, Kiss Comix, una revista pornográfica. En una época en la que internet aún no existía, la pornografía era un gran negocio que demandaba dibujantes. Durante un tiempo compaginé mi trabajo publicitario con mis historias y portadas para Kiss Comix, y después para El Víbora. Pero no veía que ese camino me llevara a ninguna parte.

Es imposible dejarlo, una nueva idea te ronda la cabeza y hasta que no te pones a trabajar en ella no consigues la paz

El mercado español era un desierto tanto de lectores como de editoriales. Por eso muchos dibujantes decidieron trabajar para el mercado francés o estadounidense, industrias mucho más boyantes. Como no me atraían los superhéroes, decidí probar suerte en Francia con un álbum de aventuras al gusto de allí que –oh, sorpresa– pasó totalmente inadvertido.

Entonces se empezaba a publicar un tipo de cómic que me interesaba más que el álbum francés, lo que después se popularizaría con el nombre de novela gráfica. Historias autoconclusivas, de un formato más parecido al de la novela, con temas alejados del género, y con un estilo gráfico y narrativo diferente. No era algo nuevo, ya se había publicado décadas atrás Maus o Contrato con Dios, pero autores como Marjane Satrapi, David B., Lewis Trondheim, Chester Brown o Daniel Clowes dieron popularidad a este movimiento.

Portada de 'Arrugas' (Astiberri, 2008), el cómic que cambió la vida a Paco Roca

Portada de 'Arrugas' (Astiberri, 2008), el cómic que cambió la vida a Paco Roca

En esa línea quise hacer algo para una pequeña editorial española, Astiberri, que acababa de surgir. El cómic se llamaba El Faro y, como todo lo anterior, no cumplió ni mis más bajas expectativas.

Siempre hay un momento (o muchos) en el que piensas que lo dejas, que no vale la pena, que en el mundo de la ilustración se vive mejor y con menos esfuerzo. Pero es imposible dejarlo, una nueva idea te ronda la cabeza y hasta que no te pones a trabajar en ella no consigues la paz. Y eso me ocurrió con una historia sobre la vejez, Arrugas. Probé de nuevo en el mercado francés y esta vez la cosa fue diferente. Se tradujo a una veintena de lenguas y me cambió la vida. Me permitió poder vivir de los cómics y dejar la publicidad. Se reeditaron todos aquellos cómics que habían pasado desapercibidos, y todo lo que he hecho después ha tenido atención en los medios y un hueco en las librerías.

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En España, y de la mano de Astiberri, todo encajó para que Arrugas funcionara. Ganó el Premio Nacional del Cómic y los medios se hicieron eco del libro porque hablaba de la vejez, las residencias y el alzhéimer, temas “dignos y adultos”. Los cómics ya no solo se vendían en las tiendas especializadas, sino también en las librerías generalistas. Todo se conjugó para que un público poco habituado a los cómics se acercara a ellos.

A Arrugas se fueron uniendo María y yo, El arte de volar, La balada del norte, Estamos todas bien y muchas otras obras que han conectado con el público español y son traducidas fuera.

Más que nunca, los cómics están en la prensa, en los museos y en las librerías de barrio, se adaptan al cine, los autores tienen reconocimientos oficiales… Quién nos lo iba a decir a mediados de los 90.

Paco Roca (Valencia, 1969) es historietista. Premio Nacional del Cómic (2008) y Goya al Mejor Guion Adaptado (2012) por Arrugas. Premio Eisner a la Mejor Edición de Material Internacional (2020) por La casa. Otras obras suyas son El invierno del dibujante (2010), Memorias de un hombre en pijama (2011), Los surcos del azar (2013), Regreso al Edén (2020) el recién publicado El abismo del olvido (2023).

Gabriela Cabezón /Foto: Mariona Molins.

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