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La tribuna

Las seis preguntas que dictarán el futuro de la IA generativa

26 diciembre, 2023 02:06

2023 pasará a la historia por ser el año en el que todos aprendimos – o intentamos aprender- a usar la inteligencia artificial generativa. Principalmente ChatGPT, pero también Bard, Bing Chat o Dall-E. Y cuando digo todos me refiero a todos, no a un sector minoritario del ámbito tecnológico.

Desde profesores a estudiantes, desde jefes a empleados, desde periodistas a diseñadores, quien más quien menos ha probado con distinto grado de acierto cómo le quedaría un informe, un trabajo o un artículo hecho con ChatGPT. O ha planificado sus vacaciones, un menú saludable o una rutina de ejercicios.

La inteligencia artificial, que ya existía desde hace mucho tiempo, se ha democratizado y ha llegado hasta el ciudadano de a pie. Se habla de ella en los autobuses, en las colas de la panadería y en las barbacoas del fin de semana . Y a nadie deja indiferente. Para algunos, hay una sensación de optimismo desbordado. Para otros supone la llegada del apocalipsis y el fin del mundo tal como lo conocíamos.

Pero esto es solo una proyección. En realidad, no tenemos ni idea. No sabemos quién va a inventar el Facebook, el Twitter o el TikTok del futuro. Ni cómo esas nuevas empresas aprovecharán el potencial de la IA generativa. Pero sí podemos y debemos hacernos las preguntas que nos permitan al menos vislumbrar hacia dónde camina esta tecnología.

No sabemos quién va a inventar el Facebook, el Twitter o el TikTok del futuro

Internet ha hecho cosas maravillosas. Permite, por ejemplo, conocer más gente y enamorarse, pero también facilita el ciberacoso, o la pornovenganza. Y eso es porque la misma tecnología se ha usado bien y se ha usado mal. Con la IA pasará lo mismo, pero al menos tenemos la lección bien aprendida, de cuando Internet lo cambió todo. Tenemos la oportunidad de hacerlo mucho mejor ahora. Solo hay que hacerse las preguntas adecuadas.


1.- ¿Podremos mitigar algún día el problema del sesgo?

Los datos del mundo real, especialmente los textos e imágenes extraídos de Internet, están plagados de ellos, desde estereotipos de género hasta discriminación racial. Los modelos entrenados con esos datos codifican esos prejuicios y los refuerzan dondequiera que se utilicen.

Se está trabajando ya con datos sintéticos para minimizar el problema, pero no será sencillo. Como explica el periodista Will Douglas Heaven en MIT Technology Review, el sesgo seguirá siendo durante mucho tiempo una característica inherente de la mayoría de los modelos generativos de IA. Pero las soluciones alternativas y una mayor concienciación deberían ayudar a los responsables políticos a abordar un tema de vital importancia para el desarrollo de una IA responsable.

2.- ¿Cómo cambiará la IA nuestra forma de aplicar los derechos de autor?


Artistas y escritores se están movilizando ya para impedir que las empresas como OpenAI o Microsoft se beneficien de su trabajo sin su consentimiento. Desde George R.R. Martin (autor de Juego de Tronos) al banco de imágenes Getty han movido ficha para que se premie más a los creadores de contenidos.

Solo que el proceso legal será muy lento. Tanto que para cuando se resuelvan, la IA generativa podría ya estar definitivamente implantada en nuestra sociedad. Es previsible que los litigios sigan, pero no frenarán a las empresas para seguir creando modelos generativos.

3.- ¿Cómo cambiará nuestros trabajos?

Esta es, probablemente, la cuestión que más preocupa al ciudadano de a pie. De la que más se oye hablar en las colas de las panaderías en la que aún atienden personas. Sin embargo, a pesar de los miedos hay bastante consenso en afirmar que esta tecnología potencia a los trabajadores, no los sustituye. Al fin y al cabo, la tecnología ha venido a ocupar puestos de trabajo desde la primera revolución industrial. Se crean nuevos puestos de trabajo a medida que desaparecen los antiguos.

El cambio siempre es doloroso, y las ganancias netas pueden ocultar pérdidas individuales. Además, la agitación tecnológica también tiende a concentrar la riqueza y el poder, alimentando la desigualdad. Este es un tema que habrá que vigilar muy de cerca, más que los temores a una pérdida masiva de puestos de trabajo, que parecen hoy ya exagerados.

4.- ¿Hasta dónde puede llegar la desinformación?

Tres de las imágenes más virales de 2023 fueron fotos del Papa con un jersey de Balenciaga, de Donald Trump tirado al suelo por la policía y de una explosión en el Pentágono. Todas eran falsas, pero todas fueron vistas y compartidas por millones de personas.

Los grandes modelos lingüísticos podrían utilizarse para producir propaganda más persuasiva -difícil de detectar como tal- a gran escala. Expertos de Estados Unidos y la UE ya sostienen que las elecciones están en peligro. Y, lamentablemente, es probable que aumenten los usos fraudulentos a medida que se amplía la base de usuarios de la IA generativa.

5.- ¿Nos haremos cargo de sus costes?

También hay que tener en cuenta los costes de desarrollo de la IA generativa, tanto humanos como medioambientales. El problema de los trabajadores invisibles es un secreto a voces: nos libramos de lo peor que pueden producir los modelos generativos gracias en parte a multitudes de trabajadores ocultos (a menudo mal pagados) que etiquetan los datos de entrenamiento y eliminan los resultados tóxicos durante las pruebas. Son los talleres clandestinos de la era de los datos.

Una situación a vigilar, así como los costes medioambientales de un sistema que cada vez consume más energía, que deberá ser verde si queremos adaptarla a las exigencias de una sociedad cada vez más concienciada con el cambio climático.

6.- ¿Seguirá el alarmismo condicionando a políticos y legisladores?


El temor a que la creación de máquinas inteligentes pueda tener consecuencias desastrosas sigue presente en nuestra sociedad. Espoleado además por algunas figuras como Geoffrey Hinton o Elon Musk, tiene cierta relevancia, aunque no parece que vaya a ser capaz de frenar al modo en que la IA se asome a nuestras vidas.

*** Alicia Richart es directora general de Afiniti para España y Portugal.

Una investigadora.

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