Elon Musk fue el mesías del 2022 cuando compró Twitter para salvar a la democracia y proteger la libertad de expresión. El hombre más rico del mundo quería ser nuestro Iron Man y defender una causa noble.
Alabado sea el visionario de los visionarios, afortunados somos porque hemos sido dignos de que su mirada se pose sobre nosotros.
Enseguida despidió a casi toda la plantilla y anunció la nueva era digital. Y todos aplaudiendo como locos, pensando que un señor que sueña con instalarnos chips en el cerebro tenía como prioridad principal que fuéramos libres y felices.
Menos de dos años después de la compra y tras rebautizar la plataforma con el exótico nombre de X, ha llegado su siguiente gran hito: permitir el porno en su plataforma. Porque eso es lo que venía necesitando internet para renovarse: más contenido sexual. Menos mal que Musk nos lo ha revelado.
En realidad, Twitter siempre ha albergado pornografía. Lo único que hace ahora Elon Musk con esta novedad es convertirlo en marca de la casa. Para esto ha quedado la plataforma que iba a ser el último reducto de la democracia en Occidente, para competir con OnlyFans.
Las reglas para ejercer este nuevo gran derecho adquirido en la red social son tan mediocres como se podría esperar de semejante política. Se podrá publicar contenido siempre y cuando "no fomente la explotación, la falta de consentimiento, la cosificación, la sexualización o el daño a menores y los comportamientos obscenos".
¿Se podrá publicar porno que no sea porno entonces? Que alguien me lo explique.
A ver si de esta aprendemos alguna lección. Por ejemplo, que los mesías del siglo XXI son muy peligrosos. Y que los cambios importantes no los va a hacer un iluminado obsesionado con redimirnos de nuestra imbecilidad.
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Hay que ver lo que nos gusta un gurú de Silicon Valley o de cualquier rincón de Estados Unidos. Como sabe hacer ecuaciones complejas sin calculadora, pensamos que tiene la solución a todos nuestros problemas.
Así, mientras interviene decisivamente en el conflicto de Ucrania con Starlink, nos asegura que vamos a tener que ir a vivir a Marte en su Space X y promete que va a frenar el cambio climático con Tesla, Musk se forra sin límites. Bastante bien le trata el mundo del que está empeñado en rescatarnos.
Eso sí, prepárate porque a ti te saltará pornografía cuando quieras saber de qué va la última carta de Pedro Sánchez a la ciudadanía.
"La expresión sexual, ya sea visual o escrita, puede ser una forma legítima de expresión artística. Creemos en la autonomía de los adultos para crear contenidos que reflejen sus propias creencias, deseos y experiencias", defienden las nuevas normas de Twitter.
Traducido al castellano viejo realmente dice: "Nuestra plataforma está llena de pornografía y queremos ser capaces de ganar pasta con ella".
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No podemos comprar la moto de que defender la pornografía es defender la libertad de expresión. Hablamos de una industria multimillonaria, no de cristianos perseguidos en Corea del Norte.
Pero es que, para quien pregona la libertad como valor absoluto sin que esté ordenada a la dignidad de la persona, la moral es el mercado y todo negocio es buen negocio.
Para quien solo busca soluciones técnicas a cuestiones profundamente humanas, defender la democracia acaba consistiendo en pornificar hasta el último rincón de nuestra vida.
Para quien pone la autonomía personal como el único y más perfecto estado al que el hombre puede aspirar, la vida se degrada hasta el punto de disfrazar como derecho la más vulgar de las miserias.
Para quien no ve el mal, sino solo falta de regulación, cualquier campo es bueno para intentar salvar el mundo y, de paso, hacerse rico con ello.
X se pornifica, la democracia vive.