El mundo fantástico de las Fallas de Marina Puche invade el CCCC
El Centre del Carme Cultura Contemporània dedica una exposición vinculada a la fiesta grande de Valencia a través de una selección de obras de la artista
17 marzo, 2023 02:34La llegada de marzo no significa lo mismo para todas las personas. En València es sinónimo de alegría y de Fallas, su fiesta más internacional y la que llena las calles de enormes ninots en los que muchos artistas trabajan durante meses.
Este año, la encargada de crear la falla municipal ha sido Marina Puche (Valencia, 1982), ilustradora que estos días expone en el Centre del Carme Cultura Contemporània. Bajo el título de Amor a primera tinta, la muestra reúne piezas de nueva producción además de una selección de dibujos, bocetos, murales y recortables que se podrán ver hasta el próximo 28 de mayo.
Instalada en la Sala Zero y el claustro gótico del CCCC, Puche ha buscado conscientemente hilar una exposición festiva que habla de cosas cotidianas como la emoción que a muchos nos invade la llegada de un nuevo fin de semana.
Amor a primera tinta combina su trabajo como ilustradora en Manitas de Plata, donde cada viernes publica un dibujo, y la de artista vinculada a las Fallas. “No es una exposición conceptual porque quería que estuviera relacionada con las fiestas y esto significa salir de ruta, ver ninots, reírte y tomarte un chocolate con churros”, asegura.
El recorrido se inicia en el claustro con una vinculación directa de su trabajo como ilustradora con estas fiestas tanto por los materiales empleados en las obras como en la temática. En la falla de este año Puche, en colaboración con Manolo García, habla “de los diferentes tipos de corazones que encontramos en las personas: el racional, el contento, el enfermo, el caliente, el frío y el salvaje”, apunta.
Su propuesta Cardioversió Valenciana explora las emociones que hacen que se nos encienda el corazón por lo que en el CCCC quería observar cómo “entablamos relaciones con los demás y cómo a veces se complican debido a esas diferencias”.
Le sigue una recopilación de las intervenciones que ha hecho en el taller para las fallas infantiles con la ayuda de su padre: tazas de chocolate a gran escala, un tiovivo con algodón de azúcar o una que permite sobrevolar las montañas en compañía de amigos son algunos de esos proyectos.
“Es un mundo de fantasía lleno de vinilos”, afirma Puche. También ha colaborado en el diseño de otras fallas más grandes, ya sin la vinculación paterna, hasta encargarse del proyecto municipal de 2023. “He querido hablar sobre el amor a primera vista que tuve por las Fallas y ese flechazo por la cotidianidad y los detalles que endulzan los días en lo que lo rutinario pasa a ser examinado como un objeto precioso”, explica Puche.
Las Fallas, una tradición familiar
Nieta de Julián Puche e hija de Pepe Puche, ambos artistas falleros de amplia trayectoria, Marina Puche quedó cautivada por el fantasioso mundo de su abuelo y su padre y de la magia que se crea en el taller. Testigo de la emoción que invadía su entorno familiar con la llegada de un nuevo diseño, para Marina Puche su trabajo está relacionado con sus orígenes.
“En casa, con mi padre, se habla mucho de ello y recordamos los años por cada falla”, asegura. Este mundo del que ha formado parte desde pequeña ha ido ganando reconocimiento a lo largo de los años. Por eso, se considera una defensora del mismo: “Cada tipo de público puede encontrar su falla, hay una gran apertura y muchas posibilidades de ver cosas durante varios días en la ciudad”.
El ingenio, la estética y el diseño son algunas de las características de los trabajos de tinta sencilla de Puche. Desde la llegada de José Luis Pérez Pont a la dirección del CCCC, el centro cultural se ha abierto a otros lenguajes y disciplinas con el objetivo de atraer a nuevos públicos.
“Hemos desarrollado una línea expositiva que vincula las Fallas con la creación contemporánea y visibiliza la renovación de los lenguajes visuales de una fiesta que, tras ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, no solo debe velar por su historia, sino seguir abriendo caminos que la conecten con la cultura del presente y del futuro”, explica. Con iniciativas de este tipo, Puche considera que “se dignifica” su trabajo.
“La falla no es una obra de arte en sí, pero la exposición es divertida porque habla de las cosas cotidianas y está pensada para pasárselo bien”, añade la artista. Para ella, los pequeños detalles del día a día son una parte importante de la vida. “Te puedes ir de viaje, pero la vida son las pequeñas cosas que ocurren un día normal, como tomar el té o recoger espárragos cuando llega la Pascua”.
Esta oda a la cotidianidad acaba con una pequeña sección en la que la ilustradora recuerda el renacimiento que vivimos durante el confinamiento, unos meses en los que “nos hacía feliz algo tan sencillo como un viernes de pizza”.
Algunos de esos dibujos espontáneos, de lenguaje sencillo y rápido reflejan esa atención a los pequeños detalles que convierten nuestros días en singulares y plasman la ligereza de la vida y espanta, con humor y alegría, el miedo de caer en la rutina.