El presidente de Estados Unidos, Joe Biden , y la primera dama, Jill Biden, saludan al salir del escenario durante un mitin de campaña en Raleigh, Carolina del Norte.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden , y la primera dama, Jill Biden, saludan al salir del escenario durante un mitin de campaña en Raleigh, Carolina del Norte. Reuters

América

La candidatura de Biden, pendiente de las encuestas: ya va por detrás en casi todos los estados clave

Biden llegó al debate por detrás en las encuestas nacionales y en los estados decisivos. Su catastrófica actuación invita a pensar en un aumento de las ventajas de Trump, todo se volverá a jugar en el "cinturón del óxido".

29 junio, 2024 02:27

Nadie esperaba una actuación como la de Joe Biden en el debate presidencial del pasado jueves. Ante un rival al que había superado claramente en los cara a cara de 2020, el presidente estadounidense se vio completamente superado, incapaz de hilar argumentos sólidos y con una imagen de debilidad a la que no ayudó en absoluto su hilo de voz, producto de una infección en la garganta. Enfrente, fanfarrón y crecido, Donald Trump se mostró tal y como es, haciendo de la sobreactuación una seña de identidad.

Hasta ahora, la campaña de Biden parecía pecar de una desidia similar a la de Hillary Clinton en 2016, basada en la asunción de que era imposible que el pueblo americano volviera a votar a un convicto golpista con una peligrosa pulsión autoritaria. Entre los gurús electorales demócratas flotaba el convencimiento de una movilización tras el verano, cuando las candidaturas fueran oficializadas y la amenaza de Trump estuviera tan presente que al votante no le quedara otra que reelegir a Biden.

Todo se ha venido abajo en apenas un par de horas. Llegan de repente las urgencias, los intentos de cambio de candidato, el desespero por una elección claramente errónea. Las encuestas dejan de ser un artefacto voluble y pasan a cobrar una importancia tremenda: queremos saber exactamente dónde estamos y medir el desplome. Biden llegó al debate del jueves tras una semana de sondeos malos, especialmente el del New York Times, que le colocaba por detrás en todos los estados clave y con una diferencia notable en el voto popular, cifrada en torno a los cuatro puntos.

El candidato grogui

"El candidato grogui" Tomás Serrano

La media de sondeos del portal 538, ponderada por el estadístico Nate Silver, colocaba a Biden solo una décima por debajo de Trump en el voto nacional, después de haberse puesto por delante a principios de semana por primera vez en meses. La otra referencia, el portal Real Clear Politics, elevaba la desventaja a 1,5 puntos. Lo importante, sin embargo, no estaba en esas cifras totales, sino en su detalle: Trump partía por delante en los estados que cuentan, como lo hizo en 2016 pese a perder el voto popular por casi tres millones.

Muchos 'swing states' republicanos

Por supuesto, ninguna estimación puede recoger aún los efectos devastadores del debate, pero podemos echar un vistazo a cuál es la situación actual y presumir que Trump mejorará mientras dure la onda expansiva del desastre de Biden. Lo importante, como decimos, no es el voto a nivel nacional -donde, en cualquier caso, la ventaja de Trump ya ha aumentado en pocas horas a 0,2 puntos de media según 538 y a 1,9 según RCP- sino a nivel estatal, donde se reparten los delegados para el colegio electoral que decidirá la presidencia.

En ese sentido, Ohio y Florida habían sido durante décadas los dos estados clave por excelencia. Ya fuera el voto para republicanos o para demócratas, la presidencia iba en el mismo sentido. Eso ha cambiado en los últimos ocho años. Ambos estados son ahora claramente republicanos y no se espera sorpresa alguna en noviembre. Su condición de "estados oscilantes" ("swing states", en la terminología electoral estadounidense) ha desaparecido… y al hacerlo a favor de los republicanos, obliga a los demócratas a centrar su victoria en otros lugares.

Portada de la revista 'Time'.

Portada de la revista 'Time'. Time

El consenso demoscópico dice que los republicanos tienen 235 delegados ya casi asegurados y los demócratas, 226. Obviamente, si los demócratas perdieran en Virginia o en New Hampshire, sería el síntoma de una oleada roja que los llevaría a una sonora derrota. Vamos a dar por bueno este consenso y centrarnos en los estados que reparten los 77 delegados restantes: Wisconsin, Minnesota, Pensilvania, Michigan, Georgia, Arizona y Nevada.

En 2016, Trump se llevó seis de estos siete estados. Solo le falló Nevada. En 2020, sin embargo, Biden fue el que hizo pleno. Un pequeño puñado de votos determinó el resultado final en cada uno de los comicios. Lo mismo puede pasar en 2024 y las perspectivas para los demócratas no son buenas. Biden está bastante por debajo en las encuestas de Arizona y Georgia, lo que no es ninguna sorpresa teniendo en cuenta que son estados del sur que han votado tradicionalmente por el candidato republicano de turno. Las ventajas oscilan entre los cuatro y seis puntos según RCP y entre los tres y cinco puntos según 538.

Decisión del 'cinturón del óxido'

Aunque todo sea posible, la situación de la candidatura de Biden en esos dos estados está empezando a ser desesperada. De hecho, las encuestas también le colocan por detrás de Trump en Nevada, aunque por menos diferencia (en torno a los 2,5 puntos según ambos portales), algo que sí puede considerarse remontable a estas alturas. Con todo, Biden podría perder esos tres estados y aun así ser presidente. Necesitaría, eso sí, arrasar en el llamado "cinturón del óxido", el noreste industrial del país, en eterna crisis desde los años noventa y donde el discurso populista y arancelario de Trump cala hasta los huesos.

En ese "cinturón del óxido" fue donde Hillary se la pegó en 2016 y donde Biden protagonizó las polémicas remontadas de madrugada en los recuentos de 2020, pese a partir ambos con enormes ventajas en los sondeos. Esta vez, estamos ante el escenario opuesto: los demócratas también están aquí por detrás, aunque las diferencias sean muy escasas. Lo que se teme en la candidatura de Biden es que ese empate virtual en Pensilvania, Minnesota, Wisconsin y Michigan se decante a favor de Trump en los próximos días y cree una corriente de opinión imposible de revertir.

De esos cuatro estados, solo uno parece inclinarse del lado demócrata: Minnesota. Ahí, los sondeos dan una ventaja de dos a tres puntos a Biden. En Wisconsin, el empate es absoluto, situación similar a la que se vive en Michigan, donde la diferencia a favor de Trump no llega al punto porcentual en la media. El problema para el actual presidente es Pensilvania, donde 538 también da un empate técnico, pero RCP le coloca casi tres puntos por detrás del aspirante. Una diferencia notable.

Una imagen de Donald Trump durante el debate.

Una imagen de Donald Trump durante el debate. Europa Press.

Y lo grave, ya decimos, es lo que puede venirse en las próximas dos o tres semanas. La única ventaja para Biden es que queda mucho para las elecciones. Por otro lado, eso también puede ser una desventaja: el tiempo no va a mejorar su imagen de líder débil y avejentado. Al revés. Solo puede ir a peor.

El hecho de que los demócratas estén aguantando tan bien pese a la evidente falta de idoneidad de su candidato invita a pensar que cualquier otro republicano que no fuera Trump le ganaría con suficiencia. Del mismo modo, se podría decir que, si los demócratas hubieran apostado por la renovación, habrían ganado a Trump sin demasiados problemas. Los índices de aprobación de ambos son lamentables, a menudo por debajo del 40%. Cómo han conseguido que los dos grandes partidos de Estados Unidos fíen en ellos su suerte es un verdadero misterio.