
Wang Yi y Olaf Scholz, reunidos el pasado lunes en Múnich. Reuters
China aprieta para que Europa entre en las negociaciones por Ucrania para sacar tajada del ninguneo de Trump
El canciller chino realizó una intensa gira por el continente y exigió que Bruselas esté en la mesa de negociaciones entre EEUU y Rusia, a pesar de que Pekín siempre ha apoyado a Moscú.
Más información: EEUU y Rusia cierran cinco horas de cumbre en Riad con la paz para Ucrania "lejana" y sin fecha para la cita Trump-Putin
Wang Yi, ministro de Exteriores chino, dedicó la semana del Día de los Enamorados a intentar enamorar a Europa con un viaje muy intenso al viejo continente. En la Conferencia de Seguridad de Múnich del fin de semana se reunió con varios altos cargos europeos, incluidos la jefa de política exterior de la UE, Kaja Kallas, el canciller alemán, Olaf Scholz, y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte. Y hasta con José Manuel Albares se reunió.
El ministro chino dio un discurso en esa reunión en la que pujó para que Europa, alienada por EEUU, estuviera presente en cualquier negociación sobre Ucrania con Rusia.
"Dado que la guerra está teniendo lugar en suelo europeo, es aún más necesario que Europa desempeñe su papel en favor de la paz, que aborde conjuntamente las causas fundamentales de la crisis, que encuentre un marco de seguridad equilibrado, eficaz y sostenible, y que logre una paz y estabilidad duraderas en Europa", exigió Wang. También anunció a la Unión Europea que China está preparada para reforzar su comunicación estratégica con el bloque y "traer más estabilidad al mundo".
En su encuentro con el alemán Scholz, Wang incluso llegó a límites insospechados para el Partido Comunista al que representa al asegurar que Pekín busca una cooperación más estrecha con Alemania y la UE "en el espíritu del libre comercio y el multilateralismo". Recordemos que, desde mediados de la década de 1970, China practica un capitalismo con intervención estatal proteccionista hasta en los mercados de valores, y que los chinos pagan grandes cantidades de sus ingresos por la educación, los servicios médicos o la vivienda. Recordemos también que China se ha apropiado del concepto de "Sur Global" como representante de los países menos favorecidos, aunque es la segunda potencia económica.
Los requerimientos románticos de Pekín se producen después de años de desencuentros con la Unión Europea, con aranceles de casi un 50% a los vehículos eléctricos chinos, investigaciones antidumping y un déficit comercial con el gigante asiático de casi 400.000 millones de euros en 2022. En los últimos años, la UE pasó de considerar a China un "aliado estratégico" a catalogarla como "socio, competidor y rival sistémico".
En materia de derechos humanos, Bruselas ha denunciado la represión sistemática de los uigures en Xinjiang. Y desde la pandemia de Covid-19, busca reducir su dependencia de China en sectores estratégicos, -lo que se denomina un "de-risking"-, y muestra una creciente preocupación por la penetración de China en la economía europea a través de inversiones en sectores estratégicos, por lo que también ha impuesto restricciones comerciales a semiconductores y materias primas.
La invasión de Rusia en Ucrania empeoró la situación. China no solo se ha mostrado tibia con la agresión de su "amigo eterno" Vladímir Putin, sino que además ha aportado respiración asistida al autócrata ruso, aislado -relativamente- en la arena internacional. China ha aumentado significativamente las importaciones de energía rusa a precios reducidos. Además de respaldar las "preocupaciones razonables" de Moscú respecto a la expansión de la OTAN, Pekín propuso un plan de paz para Ucrania que no exige la retirada de tropas rusas. Y también ha incrementado la cooperación militar con Rusia, con ejercicios conjuntos y exportaciones de semiconductores, partes de radares de misiles antiaéreos y de drones, e imágenes satelitales que favorecen a Rusia sobre el terreno en Ucrania.
Europa no parece olvidar nada de esto, a la luz de la respuesta algo reservada que Kallas dio a Wang, al que respondió que la UE estaba lista para "continuar con el diálogo y cooperar en áreas como el comercio, asuntos económicos y el cambio climático", pero instó a Pekín a detener las exportaciones de bienes de doble uso a Rusia, que contribuyen a reforzar a Moscú en el campo de batalla.
En su gira, el canciller chino visitó también el Reino Unido, donde se reunió con el Primer Ministro Keir Starmer después de un parón diplomático de casi siete años, cuando en 2019 Londres criticó a Pekín por la represiva respuesta y las violaciones de derechos humanos en Hong Kong, acusaciones de espionaje y el apoyo de los chinos a Rusia. Y en su romántico crucero, el domingo y lunes Wang visitó por primera vez, en su década en la cancillería, Irlanda, uno de los pocos países que tienen superávit comercial con Pekín.
China se presenta como el amante al rescate después de que Donald Trump ninguneara a la UE al dejarla fuera de la mesa de negociación con Putin sobre la paz en Ucrania, y de exigirle a Europa un mayor gasto en defensa bajo la amenaza de aniquilar la OTAN.
"A China le viene bien que Europa esté en la mesa de negociación por dos motivos. Uno, porque si lo consigue, Europa le debería una deuda, y muy grande, y China está intentando sacar partido del temor europeo a Trump", explica a EL ESPAÑOL Alicia García Herrero, economista jefe para Asia Pacífico en el think tank Bruegel.
Y, en segundo lugar, China quiere una Rusia débil. "China teme que Rusia entre en el G7 y se convierta en un G8, como parece que la administración americana pretende. China no quiere una Rusia fuerte, nunca la ha querido. Y una situación en la que Rusia no pierde, pero tampoco gana, es la ideal para China. Quiere que Rusia dependa de China para hacerse más fuerte", analiza García Herrero. Por todos estos motivos, "obviamente, a China le conviene que Europa esté en la mesa de negociación".
Para Alicja Bachulska, experta en China del European Council on Foreign Relations (ECFR), en materia económica, también Pekín está intentando recuperar a la UE aprovechando el caos trumpista. "Creo que la retórica actual proveniente de China es sintomática de la intención de Pekín de volver a los negocios habituales con Europa, dado lo preocupados que están ahora los europeos ante la imprevisibilidad de Trump", señala Bachulska a este periódico.
"China está tratando de explotar este momento y usarlo como una ventana de oportunidad para convencer a los líderes europeos de que, frente a los Estados Unidos bajo Trump, China, relativamente, es una fuerza de estabilidad. Estas tácticas sirven como una cortina de humo que disfraza el hecho de que Pekín se ha alineado consistentemente con Rusia en lo que respecta a la comprensión de los orígenes de la guerra en Ucrania", añade la experta.
La cortina de humo parece no engañar a ningún europeo. Como bien destacaba David Jiménez Torres en Onda Cero, el cambio de política exterior de EEUU bajo Trump no es solo una cuestión de velocidad o desinterés por Europa, sino una "falta de claridad estratégica". Washington está más centrado en guerras culturales internas que en conflictos reales, como el de Ucrania, lo que lleva a decisiones que favorecen indirectamente a Rusia o a China. Esto deja a Europa en una posición vulnerable, con estados que no reaccionan con la urgencia necesaria ni comunican a sus ciudadanos la necesidad de fortalecer su defensa. "Decimos mucho que EEUU quiere centrarse en China. ¿Sabemos quién va a estar del lado de China en caso de que haya una guerra con EEUU? Rusia. De qué manera favorecer al aliado principal de China puede favorecer a EEUU en la lucha contra China", se preguntaba Jiménez Torres.
Algunos sinólogos no se andan con rodeos a la hora de valorar la estrategia de Pekín para aprovechar la debilidad de Europa y romper así la histórica alianza occidental. "El canciller chino está en Múnich diciéndole a los europeos exactamente lo que quieren escuchar, mientras Vance está allí diciéndole a Alemania que abrace el nazismo y a Ucrania que se rinda", resume así la situación Dominic Meagher, subdirector del John Curtin Research Centre, quien agrega, "obviamente yo no confiaría en Wang Yi más de lo que confiaría en Putin o Trump, ya que los tres están en oposición directa al 'mundo libre' y éste debería enfrentarse a los tres al mismo tiempo. No hay otra opción".
Esperemos que Europa, sentencia Meagher, no confunda las tácticas de sonrisa de Wang Yi con un cambio en los objetivos del Partido Comunista Chino (PCCh, en el poder desde 1949).