Jose Antonio Diez, alcalde de León

Jose Antonio Diez, alcalde de León

Opinión La Tribuna de los miércoles

Líbreme Dios de callar

Líbreme Dios de comentar la estación de Valladolid, pero no me callaré sobre los trenes perdidos, sobre los enlaces eliminados, sobre los apeaderos cerrados en El Bierzo o en León, sobre los soterramientos olvidados o sobre las dobles vías olvidadas.

José Antonio Diez
Alcalde de León
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El tema de esta mi primera columna de opinión en El Español de Castilla y León iba a ser la estación de Valladolid. Sobre ella me invitaron a escribir los responsables del periódico, en una invitación que agradezco sinceramente.

Y es que el pasado día 17 de febrero el ministro Óscar Puente adelantaba en sus redes el proyecto para la construcción de la estación de ferrocarril en Valladolid, con un presupuesto de 253 millones de euros. Inmediatamente, en varias de las provincias de la comunidad, y también del resto de comunidades, los alcaldes salimos a reclamar inversiones similares para nuestras infraestructuras.

Personalmente, como indiqué públicamente, no tengo ningún pero que ponerle a esa estación en Valladolid y nunca me opondré a su dotación económica ni ejecución. Tampoco lo haré con las mejoras y ampliaciones para los hospitales vallisoletanos, los polígonos industriales de Burgos, las subvenciones al aeropuerto de Villanubla o las ayudas y titulaciones concedidas a la Universidad de Salamanca, por poner ejemplos que todos me entenderán.

El problema surge con la distribución. O con la acumulación. O con la comparación que, aunque sea odiosa, es imprescindible cuando se trata de dividir una tarta finita entre necesidades infinitas.

El alcalde de Salamanca, Carlos García Carbayo (PP), afirmó que en la capital salmantina hay inversiones del Ministerio de Transportes pendientes más urgentes que la “estratosférica” destinada a la nueva estación de tren de Valladolid.

El Partido Popular de Zamora acusó al ministro y al Gobierno de España de "ningunear" a la provincia tras "siete años de incumplimientos e inacción" en materia de las infraestructuras que "solicitan de manera unánime" los agentes económicos y sociales zamoranos. 

En León nos hemos quedado afónicos pidiendo la doble vía, la autovía a Valladolid, el nudo del Manzanal, los abonos de Alta Velocidad, la plataforma logística de Torneros, los talleres que siempre tuvimos, la reapertura de la Ruta de la Plata o el Corredor Atlántico…  y así todo lo que se ha ido demorando sine die.

Miles de personas habían salido el día anterior al ministro, en León, para reclamar “Más futuro y menos cuento” para la provincia, indignados por el doble rasero del centralismo, ese que distribuye de forma totalmente estudiada y en contra de la lógica del desarrollo, la igualdad y la equidad las inversiones tanto del Gobierno central como del Gobierno autonómico. Reclamaban, reclamábamos, inversiones retrasadas durante décadas. Sí. Décadas. Plataformas logísticas, dobles vías, soterramientos, desdoblamientos de carreteras, titulaciones universitarias. Vamos, lo de siempre, debieron concluir tranquilos en las mesas de estudio de Valladolid y de Madrid.

Sobre la estación de Valladolid mis palabras fueron claras. No estoy en contra ni me opongo a ninguna inversión o proyecto en otras provincias, yo solo pido el mismo trato en cuanto a la resolución de las necesidades para todas las provincias. Solo así se podrá vertebrar el territorio, garantizar su futuro y la supervivencia de los que en él viven. Sea este territorio una provincia o una comunidad autónoma.

Parece que este mantra -la distribución justa, la corrección de los desequilibrios y la solución de las necesidades- no se oye en los centros de poder. Cada vez con más algodón que les recubren y amortigua las llamadas de auxilio de los territorios olvidados.

El eco de los pueblos, de las provincias, de las gentes clamando por su futuro no debe de llegar cuando algún delegado del Gobierno justifica las inversiones adaptadas a la “realidad de cada momento” y adaptadas a lo que será el futuro. Argumentando así millones de euros para estaciones pasantes frente al más absoluto abandono para “apeaderos” por los que hace ya tanto que no pasa el tren que se les ha olvidado como suena esa máquina que garantizó el traslado durante décadas de la riqueza de la montaña. Primero del carbón y luego de sus gentes.

Claro. Sinceridad. Hay que invertir donde hay gente para que haya más gente. Así de sencillo. Así de simple. Simple.

En las provincias de la España cada vez más vacía llegará un momento en que no se necesitarán grandes estaciones, ni enlaces rurales, ni dobles vías, ni consultorios en los pueblos ni colegios rurales… Es más. La Junta estima que no hacen falta desde hace décadas y lleva ese tiempo cerrando servicios públicos en ellos. Pero debemos señalar por qué ha sido así. Y la respuesta en León la tenemos fácil: por los desequilibrios generados en una comunidad autónoma de dos velocidades o dos prioridades.

Espero que cada alcalde, cada presidente de Diputación, salga a reclamar su futuro como, reitero, lo hicimos miles de leoneses hace cinco años o el pasado 16 de febrero. Exigiendo justicia. Igualdad. Equidad. Futuro.

Los leoneses tenemos todos estos argumentos que complementan la demanda histórica de autogobierno. Esa demanda nacida de la injusta inclusión en una comunidad autónoma que nunca quisimos, sobre la que no nos dejaron decidir y que solo nos ha traído intentos de ocultar nuestra identidad, manipulaciones para ocultar nuestro derecho constitucional como región histórica, quebraderos de cabeza y problemas en forma de pérdida de población, de sectores económicos básicos, de peso específico, de PIB, de desarrollo y riqueza. Ahora la voz de los leoneses se alza -cada vez más fuerte y de más gargantas- por la autonomía, por el autogobierno, por la capacidad de decidir. Y no nos callarán.

Líbreme Dios de comentar la estación de Valladolid, pero no me callaré sobre los trenes perdidos, sobre los enlaces eliminados, sobre los apeaderos cerrados en El Bierzo o en León, sobre los soterramientos olvidados o sobre las dobles vías olvidadas. Esas vías ya casi inexistentes en El Bierzo, ese Bierzo al que la Junta otorgó en 1991 estatus de comarca, quizá para darle el mismo trato de abandono a todos los municipios pese a reconocer la concurrencia de unas características geográficas, sociales, históricas y económicas en la Comarca de El Bierzo, que la singularizan de cualquier otro territorio castellano-leonés (sic, horror). Claro que tampoco ocultaré los consultorios tapiados, los colegios agrupados o los autobuses de línea suprimidos por transportes a la demanda.

Es mi derecho, mi deber y mi obligación como alcalde.