De izquierda a derecha: Antoni Ferrer (Fermay), Nacho Ruiz y Carolina Parra (T20), Ángeles Baños y Chus Villar (Nordés)

De izquierda a derecha: Antoni Ferrer (Fermay), Nacho Ruiz y Carolina Parra (T20), Ángeles Baños y Chus Villar (Nordés)

Arte ARCO 2025

Hay vida en el arte más allá de Madrid: pros y contras de ser galerista lejos de la capital

Los directores de Fermay (Palma), T20 (Murcia), Ángeles Baños (Badajoz) y Nordés (A Coruña) nos cuentan las dificultades y también las ventajas de trabajar en la periferia.

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Quizá si pensamos que España es la periferia del eje internacional del arte Nueva York-Londres-Berlín-Seúl-Shanghái empaticemos un poco más con los proyectos artísticos que resisten desde los márgenes. 

Lejos de la visibilización y el abundante flujo de sinergias que ofrece Madrid, o en menor medida Barcelona, la centralidad facilita el tráfico de visitantes y coleccionistas y, en consecuencia, los puntos rojos resplandecen con mayor frecuencia en sus paredes. Nos preguntamos por las galerías que deciden trabajar desde otros lugares, con otros tempos, y, quizá, otra libertad, lejos de las imposiciones del endiablado ritmo madrileño. 

Para ello entrevistamos a los directores de cuatro de ellas asentadas en la periferia: Chus Villar de Nordés (A Coruña), Nacho Ruiz y Carolina Parra de T20 (Murcia), Ángeles Baños, de su galería homónima (Badajoz) y Antoni Ferrer, de Fermay (Palma de Mallorca) para tomarle el pulso a los disidentes de la centralidad, quienes creen que otro modo de enfocar las cosas, y el mercado, es posible.

Los retos a los que se enfrentan estas galerías son, a priori, los mismos que cualquier otra. En un país donde el coleccionismo aún es incipiente en comparación con nuestros vecinos europeos, donde el mecenazgo y el patrocinio privado son prácticamente inexistentes y donde el arte contemporáneo se sigue cuestionando en ciertos ámbitos, construir una sólida cartera de coleccionistas que apoyen el trabajo de una galería es una labor titánica que conlleva décadas de trabajo y dedicación.

La dificultad para crear una red de contactos que permita aportar un mayor protagonismo y promover nuevas oportunidades en el sector es, según Ángeles Baños, el principal reto al que se enfrenta desde Badajoz.

“Así como los museos se deben al tejido al que están inscritos, no creo que sea el caso de las galerías”. Antoni Ferrer (Fermay)

Derivado de esto, se encuentra “con un problema de falta de sostenibilidad económica, debido a la escasez o más bien casi inexistencia de coleccionismo”. Sin embargo, la consolidación de las nuevas tecnologías ha agilizado la comunicación con el mundo entero.

Trabajar en periferia no significa “encerrarse en un gueto marginal sino tener una base de operaciones fuera de los centros hegemónicos y proyectarse en todas direcciones”, comentan los directores de T20, Nacho Ruiz y Carolina Parra, para quienes se han eliminado las distancias ya que “hace veinticinco años no existían redes y el viaje era físico necesariamente. Hoy podemos trabajar desde Murcia o desde Tokio”, añaden.

Abel Jaramillo: 'Nota al volcán I - base' (detalle). Foto: Ángeles Baños

Abel Jaramillo: 'Nota al volcán I - base' (detalle). Foto: Ángeles Baños

Antoni Ferrer de Fermay, por otra parte, incide en los costes de transporte de obra que se incrementan considerablemente y en las obligadas escalas que se imponen en cualquier viaje desde las islas. 

La unión hace la fuerza

Estar juntos beneficia simbióticamente a los diferentes agentes porque “la fuerza que adquieren las galerías promoviendo iniciativas como Apertura Gallery Weekend hace que consigan más apoyo de los ayuntamientos y las instituciones y, obviamente, tienen más visitas y más ventas”, comenta Ángeles Baños.

Pero Nacho Ruiz, Carolina Parra y Chus Villar también aluden a sus ventajas: “Desde Murcia podemos programar lo que queramos, no hay una competencia tan grande como en las grandes capitales, donde los artistas suelen tener contratos o acuerdos. Es bonito poder generar una escena”, afirman los directores de T20. En la misma línea se sitúa Chus Villar, “debemos huír de los tópicos y de las visiones anticuadas y acomplejadas que consideran mejor o peor cualquier tipo de empresa por estar en un lugar concreto”, puntualiza Chus Villar, ya que lo que les diferencia es su “proyecto,  la programación, el modo de comunicar y de estar en el mundo”.

Es cierto que en ocasiones algunas galerías tienen un trato privilegiado por formar parte del epicentro, al igual que otras –aunque mucho menos– “tenemos también un foco por estar fuera de él”, añade Villar. En un sector basado en las ventas, individualizarse puede ser la clave para que el proyecto permanezca en la memoria de los consumidores. Lo que parece una debilidad puede convertirse en una fortaleza. 

Julia Huete: 'Diente_IV', 2025. Foto: Nordés

Julia Huete: 'Diente_IV', 2025. Foto: Nordés

¿Cabeza de ratón o cola de león?

Aún así todos coinciden en que el sector tiene varias asignaturas pendientes, como la bajada del IVA cultural, que no solo potenciaría las ventas en galerías “sino que dinamizaría todo el sector cultural”, asegura Ferrer. Nuestro 21 % supone una desventaja respecto a las galerías europeas con precios más competentes sin estos gravámenes impositivos que les “hace competir internacionalmente en peores condiciones”, señalan Ruiz y Parra, que apuntan, además, a la desaparición de las ferias que hubo en Valencia, Cáceres, Barcelona, San Sebastián, Sevilla, Vigo y hasta Salamanca, recuerdan.

También solicitan mayores incentivos fiscales para transporte y desplazamientos a ferias internacionales, cuya presencia resulta esencial para poder establecer conexiones con otros agentes; una Ley del Mecenazgo que promueva el coleccionismo privado y corporativo; que el estado fomente la cooperación pública y privada; y un mayor énfasis en la educación artística tanto para jóvenes como para adultos, reivindicaciones que comparten con el resto del sector. 

“Periferia no significa encerrarse en un gueto sino tener una base fuera de los centros hegemónicos”. Nacho Ruiz y Carolina Parra (T20)

Villar nos comenta la escasa visibilidad que las galerías periféricas tienen en los medios de comunicación, “incluso una ciudad tan importante y con tanta actividad artística como Barcelona sufre cierta invisibilidad”, afirma. 

Anclados a lo local

La obligación de representar a artistas locales es otro de los temas que se ponen sobre la mesa. Para una galería con sede en Badajoz su propia idiosincrasia le obliga a trabajar con artistas españoles y portugueses ya que forma parte de su entorno y su cultura: “Trabajamos con el colectivo portugués Daniel Moreira y Rita Castro. Obviamente es esencial promocionar el talento local, de hecho, en el stand de ARCOMadrid de este año mostraremos algunas de las últimas obras del artista extremeño Abel Jaramillo”, cuenta Ángeles Baños. 

Julia Santa Olalla: 'ST', 2025. Foto: T20

Julia Santa Olalla: 'ST', 2025. Foto: T20

Sin embargo, el programa de una galería tiene que estar libre de ‘ataduras’ a la hora de conformarse. Ferrer solo cuenta con dos artistas locales: Elisa Braem y Julio Varela: “Así como los museos y espacios públicos sí que se deben al tejido o la comunidad en la que están inscritos, no creo que sea el caso de las galerías, es un error que haya subvenciones  que penalicen indirectamente no incluir artistas locales cuando se va a ferias”.

Todas afirman que su vínculo con lo local se convierte, a su vez, en una de sus señas de identidad y que su esencia “está pegada a lo que sucede en el territorio” declaran desde T20. “Trabajamos con cuatro artistas murcianos de un total de veintidós. Sonia Navarro, FOD y Miguel Fructuoso están con nosotros desde el principio y eso no corresponde a una estrategia, sino que son los artistas que nos gustan”, añaden.

“Mi sitio está aquí, con mi ciudad, y mi región, a pesar de no resultar económicamente rentable trabajar en la periferia”. Ángeles Baños

En el caso de Nordés “el porcentaje de artistas gallegos –o vinculados a Galicia– es la mitad de la nómina de los representados por la galería”. A Villar le interesa mirar de cerca a su contexto, “independientemente de dónde esté la galería, atenderé al arte de Galicia”, afirma, rotunda. 

Y aún así me quedé

La solución a la plétora de desventajas que parece tener la actividad galerística desde la periferia ha sido, durante décadas, la migración a las metrópolis, pero estas cuatro galerías ponen en la balanza la libertad, la calidad de vida y los ritmos pausados de provincias, además de  convertirse en una cuestión de responsabilidad y compromiso. “Mi sitio está aquí, con mi ciudad y mi región, a pesar de no resultar económicamente rentable”, confiesa Baños.

Damaris Pan en la galería Fermay. Foto: Fermay

Damaris Pan en la galería Fermay. Foto: Fermay

Ferrer apostó por la comodidad de Palma al abrir la galería hace dos años y medio: “No veo ninguna necesidad de abrir otro espacio en Madrid. Fermay se encuentra en la zona de Blanquerna, por lo que tampoco nos encontramos en el centro de la ciudad. Esto fue una decisión consciente, buscábamos tener una distancia física con el resto del cluster de galerías que nos ayudase a diferenciarnos, además de la imposibilidad de encontrar en el centro un local que se adaptara a nuestras necesidades”. 

Sin embargo, la  murciana T20, que cumple veinticinco años, abrirá una sede en Madrid el próximo mes de septiembre. Para ellos supone una evolución lógica que responde tanto a unas necesidades de crecimiento como a la demanda de sus propios coleccionistas. 

“Me interesa mi contexto más cercano. Independientemente de dónde esté la galería, atenderé al arte de Galicia”. Chus Villar (Nordés)

Villar nos cuenta que decidió quedarse en Galicia (primero en Santiago de Compostela y luego, al cabo de siete años, desplazó su sede a A Coruña) y no irse a Madrid, aunque no descarta esta opción. Para ella las ventajas de permanecer en la periferia son “las vinculadas a los afectos, que no siempre se rigen por lo racional. Pueden ser  prácticas antagónicas a una lógica empresarial, pero… ¿qué sería del arte sin una buena dosis de irracionalidad, romanticismo e incluso locura?”.

El ejercicio galerístico periférico tiene algo quijotesco, de lucha contra los  molinos de los grandes circuitos del arte, cuyas inercias atomizan el poder, el mercado y su visibilidad.

A pesar de lo temerario que pueda resultar y de los vaivenes del sector, tan sensible a los eventos macroeconómicos, deslocalizar estos centros implicaría la consolidación de una red que  alimentaría  a un mayor número de agentes, democratizando el acceso a un arte más profesionalizado, lo que reduciría la intermitencia, la incertidumbre y los complejos del trabajo artístico fuera de los grandes centros. Estas galerías lo tienen claro, trabajar en la periferia no solo es una cuestión económica sino política y, también, ética.