El premio nobel de química, Thomas R. Cech. Foto: Glenn Asakawa

El premio nobel de química, Thomas R. Cech. Foto: Glenn Asakawa

Ciencia

Thomas R. Cech, Premio Nobel de Química: "Es posible que pronto nos encontremos con vacunas contra el cáncer"

El bioquímico recibió el galardón en 1989 por su descubrimiento de las ribozimas, moléculas de ARN con efecto catalítico. Este mes de marzo publica 'El catalizador'.

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Ángel Mora
Publicada

Ni lípidos, ni carbohidratos, ni mucho menos ácidos ribonucleicos. Hasta que Thomas R. Cech (Chicago, 1947) y su equipo no dijeron lo contrario, existía un consenso general en el panorama científico que asumía que las enzimas de todo organismo vivo eran siempre e inevitablemente de naturaleza proteica.

Con el descubrimiento en 1982 por parte de Cech de las ribozimas, moléculas de ARN con función catalítica, el imperio de las proteínas en este campo se vendría abajo. Se abría la puerta, entonces, a un papel más activo del ARN fuera de la síntesis proteica. En 1989 el bioquímico y profesor en la universidad de Boulder se llevó el Premio Nobel por este hallazgo junto a Sidney Altman, que había llegado a las mismas conclusiones de forma simultánea e independiente.

Mucho ha recorrido la ciencia desde entonces en lo que se refiere al papel del ARN tanto en el desarrollo de la bioquímica como en el de los tratamientos terapéuticos. Se dice, incluso, que ha destronado al ADN y el mismo Cech en su recién publicado libro, El Catalizador (Ariel, 2025), asegura que nos encontramos inmersos en "el siglo del ARN".

Pregunta. ¿Qué supuso para la ciencia el descubrimiento de las ribozimas?

Respuesta. Hasta el momento se consideraba que el ARN simplemente servía como recadero del ADN para la codificación de proteínas. Sin embargo, pudimos ver que había pequeñas cadenas de ARN que realizaban otras tareas, que provocaban cambios en otras estructuras. Esto nos hizo abrirnos a la idea de que el ARN era algo más que un transportador pasivo, que era un jugador activo en la química de las células vivas.

» Desde entonces ha habido incontables avances. Uno de los más recientes es el anunciado por Boston biotech Beam Therapeutics. Han demostrado la eficacia en ensayos clínicos del uso de la técnica CRISPR [edición genética mediante el uso de ARN viral] para curar una enfermedad hepática hereditaria. Este es solo uno de los más de cincuenta ejemplos que te podría dar.

P. Desde su descubrimiento el ARN no ha dejado de demostrar su utilidad en muchas terapias y técnicas. Una de las más sonadas es el desarrollo de vacunas de ARN mensajero. ¿Por qué cree que generan tanta desconfianza?

R. Creo que los principales culpables de este malentendido somos los científicos. Hemos fallado al no incluir a la gente en las conversaciones sobre lo que estábamos avanzando porque estábamos enfrascados en nuestro trabajo y utilizábamos un lenguaje muy especializado que solo podíamos entender nosotros. Por eso cuando estuvieron disponibles estas nuevas vacunas y se produjeron tan rápido, los científicos no conseguimos explicar que el motivo de que esto sucediera así es que había detrás años de desarrollo. El camino había sido muy largo.

P. Pero, ¿el problema ha sido únicamente la velocidad con la que estas vacunas entraron en el mercado? Había quien alarmaba de hipotéticos efectos secundarios graves.

R. La cuestión es que en las redes sociales puedes encontrar gente que esté de acuerdo contigo por muy desorbitada que sea tu opinión. Si te vacunan de pequeño, y luego creces y eres un adulto que se queda calvo, puedes afirmar que las vacunas provocan calvicie. Seguro que en Facebook encuentras a otros vacunados calvos que estarán de acuerdo contigo.

» Las vacunas son los medicamentos más regulados y con mayores índices de seguridad existentes. ¿Por qué? Porque se les administra a niños sanos y sería intolerable que hubiera reacciones adversas en 1 de cada 1000 pacientes, como sí que sucede con otros medicamentos.

Portada de 'El catalizador', de Thomas R. Cech (Ariel)

Portada de 'El catalizador', de Thomas R. Cech (Ariel)

P. ¿Por qué son tan fáciles de producir este tipo de vacunas en comparación con las tradicionales?

R. El método de producción de las tradicionales es muy parecido al que se realizaba hace 100 años y lleva su tiempo. En cambio, en el caso de las de ARNm, es muy fácil producirlas en el momento en el que tengas identificado y descrito el virus al que quieres atacar. Tenemos programas de ordenador que pueden escribir el código de ARN que necesitamos para diferentes vacunas.

P. ¿El ARN le ha quitado el protagonismo al ADN en las terapias más vanguardistas?

R. Se continúa explorando ambas vías. La ventaja de las terapias centradas en la modificación del ADN [terapia génica] es que son permanentes. Es muy útil en el caso de tratamientos de enfermedades hereditarias como la fibrosis quística. No solo te tratas así, sino también a tu descendencia. El problema con esto es que si hay un error, también es permanente.

»Con los tratamientos de ARN esto no ocurre. En ese sentido son muy parecidos a los medicamentos a los que estamos acostumbrados hoy en día. Provocan sus efectos y luego desaparecen. Por eso mismo, si hay alguna reacción adversa, lo único que se tiene que hacer es dejar de administrarlos. Son mucho más versátiles.

P. ¿Habrá asimismo en el futuro alguna otra técnica o tratamiento que desbanque a las basadas en ARN?

R. Si hablamos de moléculas que se encuentran de forma natural en nuestro cuerpo, no. Creo que conocemos lo suficiente sobre la bioquímica de nuestro cuerpo como para saber que no habrá nada tan revolucionario como el ARN en el futuro en esos términos.

»Pero si entramos en el campo de la biotecnología, la respuesta es que sí. Siempre estamos tratando de mejorar las características de las moléculas naturales. Se están desarrollando ácidos nucleicos artificiales que no son ni ADN ni ARN y que podrían ser más estables y tendrían la capacidad de entrar en las células más fácilmente y unirse a sus receptores objetivo con más fuerza.

P. ¿Qué otras aplicaciones puede prever en el futuro cercano relacionado con el ARN?

R. Las más esperanzadoras están relacionadas con el cáncer. Cada tumor es un poco diferente al resto, aunque haya similitudes. En los tratamientos oncológicos habituales, algunos enfermos responden mejor que otros. La nueva idea que se está barajando relacionada con el ARN es señalar al sistema inmune cuáles son las células tumorales que tiene que atacar de tal forma que pueda diferenciar a las células sanas. Puede parecer una locura, porque normalmente se suelen emplear contra patógenos externos, pero es posible que pronto nos encontremos con vacunas contra el cáncer. Los primeros ensayos clínicos están yendo bien. Se trata de una colaboración en Estados Unidos entre Moderna y Merck Pharmaceuticals.

P. ¿Se está encontrando con recortes en su laboratorio desde que Trump llegó al poder?

R. Todo cambia cada semana. Se han revocado los recortes que ya se habían decidido, así que se supone que podemos seguir trabajando, pero todo esto provoca mucho estrés en los investigadores y en los estudiantes. Hay mucha gente que depende de esta financiación para poder vivir de su trabajo y todos estos vaivenes les está afectando.

P. ¿Qué opinión le merece el nombramiento de Robert F. Kennedy Jr, un reconocido antivacunas, como Secretario del Departamento de Salud de los EE.UU.?

R. Más de 100 ganadores del Premio Nobel de todo el mundo firmamos una carta que sugería que no era una buena decisión. El método científico no es perfecto. Hacemos hipótesis, las probamos y, a veces, fallamos. Otras muchas, la mayoría, tenemos éxito y, como resultado, hemos progresado enormemente a lo largo de los siglos. Es lo mejor que tenemos. Es por lo que la salud ha mejorado tanto en las últimas décadas. Se lo debemos todo a la ciencia. Y por eso mismo necesitamos a un líder que confíe en ella.