
Familiares y simpatizantes de los rehenes israelíes secuestrados en el 7-O, en una protesta para presionar al Gobierno. Reuters
Hamás vuelve a lanzar misiles sobre Tel Aviv mientras el propio presidente Herzog acusa a Netanyahu de dividir Israel
El fin del alto el fuego ha provocado una intensa batalla interna. Miles de ciudadanos se manifiestan en Jerusalén y el juez Barak directamente habla de “guerra civil”.
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Los proyectiles de la banda terrorista Hamás volvieron a caer sobre Tel Aviv y el centro de Israel como respuesta a la ruptura del alto el fuego del pasado lunes. Aunque los daños hayan sido escasos, el propio ataque parece indicar que la estructura militar de Hamás sigue siendo capaz de inquietar a su vecino. No hay que descartar que, en estos casi dos meses de tregua, se hayan recompuesto determinadas unidades y se haya aprovechado el vacío para trasladar armas desde los túneles hasta distintos puestos fronterizos.
El ataque de Hamás coincide con la aceleración de las operaciones terrestres de Israel en la Franja de Gaza, lo que apunta a un regreso a la primera casilla de este conflicto y aleja cualquier posible acuerdo de paz futuro. Los hutíes también intentaron alcanzar Israel con sus misiles desde Yemen, pero estos fueron derribados por las defensas antiaéreas. Hay que recordar que los hutíes son ahora mismo la única milicia próxima a Irán en disposición de mantener una posición ofensiva. De Hezbolá no se sabe nada y del llamado Eje de Resistencia, tampoco. La revolución en Siria tiene mucho que ver en ello.
Aparte, están las presiones de Estados Unidos, que ha dado dos meses a Irán para entregar un informe de su programa nuclear y disuadir a los hutíes de más ataques, especialmente contra los barcos estadounidenses que intentan cruzar el golfo de Adén en dirección al Mar Rojo. De lo contrario, afirmó la Casa Blanca, el régimen de los ayatolás deberá “afrontar duras consecuencias”. Hay que recordar que el enfrentamiento entre Trump y el gobierno iraní viene ya de su primer mandato, que acabó con el asesinato del general Soulemaini. Teniendo en cuenta que Irán es, a su vez, el máximo aliado internacional de Rusia, es más que probable que Trump y Putin trataran largo y tendido la cuestión en su llamada del martes.
Las “acciones unilaterales” de Netanyahu
El resurgir de las tensiones en Oriente Próximo y el reinicio de las hostilidades en Gaza ha frustrado las esperanzas de paz de muchos israelíes. Durante dos meses, se celebró la liberación periódica de los rehenes vivos y se lloró y se dio sepultura a aquellos que habían muerto. Pese a las crueles exhibiciones de los terroristas y el trato vejatorio hasta el último momento, los secuestrados, símbolos involuntarios del horror del 7 de octubre, estaban por fin en casa, sanos y salvos.
Muchos no entienden que haya sido el propio Israel quien haya decidido romper el alto el fuego bajo la premisa de evitar un ataque terrorista del que no hay evidencia alguna. La división en el país ahora mismo es absoluta. Tanta, que el propio presidente Isaac Herzog, que ocupa un cargo más representativo que político, intervino este jueves en la televisión pública para criticar, sin citarlo, al primer ministro Netanyahu y sus intentos de evitar una comisión de investigación independiente a la vez que destituye por intereses partidarios a Ronen Bar, jefe del Shin Bet, el máximo organismo de inteligencia israelí.
Netanyahu explicó el lunes, pocas horas después de lanzar su salvaje ofensiva sobre Gaza, que la destitución de Bar era necesaria para la victoria bélica y para evitar un nuevo desastre. No quiso elaborar mucho más ni especificar la relación entre ambos sucesos. Herzog, haciéndose eco del sentimiento de buena parte de la sociedad israelí y asustado por la deriva autoritaria que está tomando el gobierno de Netanyahu desde antes incluso de la masacre terrorista, afirmó que Israel “está viviendo una serie de acciones unilaterales que provocan mi preocupación más profunda respecto a la capacidad de resistencia de este país”.
Asimismo, el presidente insistió en que “es inconcebible mandar a nuestros hijos al frente y a la vez acometer medidas controvertidas que ahondan en la división de nuestro pueblo”. En cuanto a la referencia de Netanyahu a un “estado profundo izquierdista” que estaría preparado para culparle si hubiera una investigación estatal del 7 de octubre, Herzog criticó lo que consideró un ataque a los funcionarios del estado y resaltó su dedicación a Israel. Una dedicación que, según Herzog, debería impedir cualquier linchamiento público.
¿Hacia una guerra civil?
Más graves fueron las palabras del antiguo jefe del Tribunal Supremo, Aaron Barak, quien aseguró a la cadena Channel12 que el país se dirigía hacia una guerra civil y que, si él siguiera en activo, invalidaría el cese de Bar al frente del Shin Bet. Barak considera que el puesto de Bar no debería estar ligado a ninguna administración concreta y que su continuidad en el mismo no podía depender de una supuesta “falta de confianza” por parte del primer ministro o la discrepancia con las políticas que este lleve a cabo.
Mientras tanto, en las calles de Jerusalén, miles de manifestantes aguantaron una intensa lluvia para protestar contra la destitución de Bar, pedir la dimisión de Netanyahu y exigir la convocatoria de nuevas elecciones. El líder de Los Demócratas, el militar Yair Golan, pidió públicamente que los israelíes tiraran “al cubo de la basura de la historia” al gobierno de Netanyahu. Los gritos a favor de la liberación de los rehenes se repitieron a lo largo de la marcha.
Desde el pasado lunes, las familias de las decenas de secuestrados en Gaza han manifestado su oposición al cese del alto el fuego y han mostrado una lógica preocupación por la situación de sus seres queridos. Al respecto, Herzog también quiso ser claro: “Es imposible reiniciar la lucha para cumplir el sagrado mandamiento de traer de vuelta a los rehenes y a la vez no escuchar ni apoyar a las familias desesperadas que están viviendo el infierno en la tierra”.