Protestas contra el Gobierno de Netanyahu este viernes

Protestas contra el Gobierno de Netanyahu este viernes Reuters

Oriente Próximo

Netanyahu amenaza con anexionarse parte de Gaza mientras extiende su guerra interna a la Fiscalía israelí

El ministro de asuntos exteriores, Israeli Katz, amenazó a Hamás con tomar territorios conforme pasen los días y los rehenes no vuelvan a casa.

Más informaciónEl Gobierno de Israel destituye a Ronen Bar, el jefe de Inteligencia que investigaba el papel de Netanyahu en el 7-O

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"¡No habrá guerra civil!". Así contestaba en redes sociales el primer ministro Benjamin Netanyahu al exjefe del Tribunal Supremo, Aaron Barak, quien había lanzado la idea veinticuatro horas antes, tras el anuncio de la destitución del jefe de la inteligencia militar, Ronen Bar. La tensión en Israel es enorme, tras la ruptura unilateral del alto el fuego, el temor a que los casi cincuenta rehenes aún en manos de Hamás -buena parte de ellos ya fallecidos- no vuelvan a su patria y las acciones del gobierno para protegerse de cualquier investigación externa.

Ronen Bar, a quien fuentes cercanas a Netanyahu acusan de complicidad con Hamás el 7 de octubre de 2023, al no cumplir con su misión de alertar sobre el ataque terrorista pese a, presuntamente, tener información al respecto, fue destituido al frente del Shin Bet en la noche del jueves al viernes.

La decisión del gabinete de Gobierno fue inmediatamente discutida por la oposición, buena parte de la ciudadanía y, sobre todo, los jueces. De hecho, el cese será recurrido por la Corte Suprema al considerar que se trata de una decisión arbitraria y que el puesto de Bar no puede depender de intereses políticos.

El enfrentamiento de Netanyahu con el poder judicial viene de lejos, de antes de la masacre terrorista, cuando intentó aprobar unas leyes que controlaban y condicionaban la independencia del Tribunal Supremo. Incluso el entonces presidente Joe Biden criticó esas injerencias, lo que rompió una amistad de décadas entre ambos mandatarios.

La teoría del primer ministro, defendida públicamente tanto por él como por su hijo, es que hay un "estado profundo" izquierdista que intenta manejar los hilos y que, en la práctica, le persigue y le impide gobernar.

Es una teoría que hemos escuchado antes en Estados Unidos, por parte del presidente Trump y de sus acólitos del movimiento MAGA. Por lo visto, esa será la excusa de Netanyahu para limpiar los cargos oficiales de presuntos enemigos políticos. Después de Bar -quien dijo tras su destitución que el primer ministro tenía "la personalidad y el alma de un criminal"-, su Gobierno parece ir detrás de la fiscal general, Gali Baharav-Miara, y ha convocado un "voto de no confianza" en su contra para el próximo domingo.

Carta blanca para todo

Baharav-Miara, que estuvo presente en la reunión del gabinete en la que se destituyó a Bar, siempre ha defendido la ilegalidad del cese. Sus desencuentros con Netanyahu vienen de lejos y, en el documento que justifica el voto de no confianza del domingo se dice de ella que "actúa como el largo brazo de los enemigos del Gobierno y no duda en emplear todos los medios a su alcance para pervertir la voluntad de los votantes".

Parece claro que el actual Gobierno no va a dejar pasar la oportunidad de tener a un aliado como Trump en la Casa Blanca y va a adoptar una deriva que se acerca bastante al autoritarismo.

Netanyahu, que está siendo objeto de varias causas judiciales, como lo fue Trump en su momento, parece sentir que tiene carta blanca para imponer su voluntad en la política interior de Israel, algo que le reprochó el propio presidente Isaac Herzog en la tarde del jueves.

También parece envalentonado en su política exterior. Con el compromiso de Estados Unidos de acabar con los hutíes y de respaldar cualquier medida que se tome contra Irán, el gobierno israelí no solo ha roto el alto el fuego de Gaza, obviando el hartazgo de la gran mayoría de la ciudadanía que pedía el fin de la guerra, sino que pretende ir más allá.

Este viernes, el ministro de asuntos exteriores, Israeli Katz, amenazó a Hamás con la anexión de parte de la Franja, siguiendo los postulados de los socios ultraortodoxos del gobierno, si no libera inmediatamente al resto de rehenes. Las palabras literales del ministro fueron: "Cuanto más tarden en liberarlos, más territorio perderán". El "pacificador" gobierno estadounidense mostró su total apoyo a la posición israelí, no en vano Netanyahu sigue dando por válido el plan de Trump de quedarse con Gaza para construir un resort turístico.

¿Dónde irán los gazatíes?

Aunque las Naciones Unidas ya han insistido varias veces en que eso sería un delito de lesa humanidad que se acercaría mucho a la limpieza étnica, Katz insistió en que el compromiso con Estados Unidos seguía vigente y que, por lo tanto, de alguna manera, la idea sigue siendo desalojar a cientos de miles de gazatíes, enviarlos no se sabe adónde y procurar que no vuelvan jamás a la Franja. Un plan que ya se ha encontrado con la oposición frontal del mundo árabe, incluido Arabia Saudí, aliado estadounidense en la zona.

Sin embargo, este viernes, el periódico The Times of Israel se hacía eco de un extraño informe por el cual el presidente egipcio Abdelfatah El-Sisi habría comunicado a algunos de sus aliados su voluntad de albergar en torno a medio millón de palestinos en alguna localidad no especificada de la península del Sinaí.

Esta decisión iría en contra de la política egipcia de los últimos años, que no acepta refugiados palestinos bajo la excusa de que igual luego Israel no les deja volver. De hecho, su lado del paso de Rafah permaneció cerrado a cal y canto durante buena parte de los primeros compases del conflicto.

Fuentes del gobierno egipcio salieron inmediatamente al paso de esta información con un comunicado en el que se negaba rotundamente esta posibilidad y se insistía en el compromiso con el plan de emergencia de la Cumbre de El Cairo para la reconstrucción de la Franja de Gaza, que no contempla desplazamiento alguno de residentes.

Sin embargo, si Estados Unidos e Israel siguen adelante con su plan, tarde o temprano los países vecinos se van a ver envueltos en una espiral ante la que tendrán que buscar soluciones y ahora mismo no se puede descartar nada.