El chico de los cabellos largos medio hippies y los jerséis de cuello vuelto, el rebelde, el temerario, el anarquista, el poeta obrero que le escribía canciones a su abuelo Vítor, picador de la mina, hoy ya es también abuelo. ¿Quién le escribirá a él? Con sus nietos, dos criaturas de catorce y nueve años, nunca habla de política, promete entre risas. Ni ganas. A sus hijos tampoco les dio muchas chapas al respecto. Dejó que observaran el mundo. Dejó que supieran que en su casa la extrema derecha puso dos bombas y que una vez, en un pueblo, le encañonaron a punta de pistola. La memoria es reveladora. La memoria es suficiente.
Su vida ha sido más afortunada que la de su abuelo Vítor, resopla. Él no tuvo que ponerse a arrancar carbón a los nueve años. A él su esposa no le esconde el tabaco, miren ustedes, porque no fuma, porque nunca jugó a ser misterioso ni canalla, sólo plácido y comprometido. Su mejor amiga no fue una montaña, sino esta misma mujer con la que creció como compañera de arte, de política y de vida: Ana Belén, pero qué devoción más grande, qué complicidad desafiante en el tiempo. En este despacho donde nos recibe, hay fotos de ella por todas partes e incluso un póster gigante con su cara, como quien le rinde culto a una virgen, a un ídolo pop o a un líder político. Claro que el amor es absolutista. Ey, sólo pienso en ti.
Me sonríe Víctor Manuel (Mieres, 1947) con una paz inusitada en el gesto y el pelo ya blanquísimo. Cocinó en el pecho un puñado de canciones buenas para el romance y para la revolución. Aún las pinchan para acabar un día de fiesta en un prado en los pueblos de Asturias, pero también para salir de manifestación en cualquier parte del mundo. “Dicen que hay canciones que tienen ese poder telúrico. Hace ocho días estaban en Querétaro, en México, cantando la de Asturias, que ya me dirás tú. Hay un mecanismo secreto por el que ellos entran en el fondo de esa canción y se emocionan con ella”, cuenta.
Han pasado 30 años de casi todo, y ya ven ustedes que decían que 20 no eran nada, que febril la mirada, que es un soplo la vida, que tal y que cual: pues hagan cuentas. Este caballero presenta La vida en canciones, una recopilación de sus mejores temas -con colaboraciones gloriosas como Raphael, Sabina, Miguel Ríos, Ana Belén o Serrat-, y activa el ojo de la nuca. La España indómita y digna tiene una banda sonora sentimental donde siempre cantó Víctor Manuel.
R.- Mira que a mí me ‘cancelaron’ veces, como dicen ahora: tuve muchos problemas de trabajo y de difusión por ser militante de izquierdas, pero te diría que las cancelaciones de hoy son más crueles todavía.
P.- ¿Por sofisticadas?
R.- Sí, pero feroces. Las redes sociales han expuesto a la gente y se la machaca con mucha facilidad, normal que nadie quiera hablar de verdad. Está todo el mundo acobardado. Antes era al revés, éramos como el toro cuando le picaban: nos revolvíamos y tratábamos de cornear. Porque teníamos las ideas claras.
P.- ¿Cuál fue el golpe más duro?
R.- Muchos golpes hubo entre el 73 y el 78. Fue tremendo. También yo estaba muy politizado y daba muchísimo la brasa.
"A Ana y a mí nos podía haber ventilado la extrema derecha, pero cuando eres joven te crees inmortal"
P.- Era el momento para darla. Menos mal que la disteis.
R.- Elegí esa forma de vida y esa experiencia ya no me la quitará nadie, pero había gente valiosísima que no hacía lo que yo hacía. Era una época muy jodida donde tú mandabas una canción a Censura previa y al día siguiente la veías publicada en periódicos, o en revistas de Fuerza Nueva. Era vulnerable. Nos apuntaban, nos señalaban continuamente.
P.- Te pusieron una bomba en casa. ¿Cuántas veces temiste por tu vida?
R.- A Ana y a mí nos podía haber ventilado la extrema derecha, pero en ese momento no lo pensaba: yo era joven y me creía inmortal. Al que nos puso las bombas lo detuvieron mucho después, pero es que no nos lo había hecho sólo a nosotros: había puesto otra en una papelera de Malasaña, había matado a una mujer embarazada, había puesto una bomba en El País que mató al bedel, que se llamaba Fraguas. Una época jodida, sí. La extrema derecha estaba en complicidad con los jueces y era difícil escapar de sus redes.
P.- ¿Cómo crees que ha cambiado esa extrema derecha ahora? ¿La reconoces en Vox?
R.- En la cosa cavernícola sí, claro. Supongo que a mucha gente le pasa, que les escuchamos hablar y pensamos: “¿Qué? ¿De qué hablan estos ya?”. Es difícil entrar en ese discurso en una país europeo, con gente que viaja, que estudia, que va al extranjero y viene. Su lenguaje y sus ideas son cavernícolas y confío en que vayan decayendo. Antes, además, tenían impunidad absoluta para pegarte un tiro y no había ningún problema, podían huir a continuación a Brasil.
P.- ¿Cuánto dinero has pedido por ser militante de izquierdas?
R.- Nunca lo he pensado. Cuando tienes una opinión, te la juegas siempre, pero es lo que hay, no sabes hacerlo de otra manera. Y ya está hecho. Ser de izquierdas tiene no precio que no he mirado. Me acuerdo de que Julio Iglesias, allá en el 73, me decía, muy paternal: “Con lo que tú has podido ser…”.
P.- Oye, pues no te ha ido nada mal.
R.- No, y también he sido muy querido. Son maneras de vivir. Pero él estaba ya volando en la estratosfera y yo intentaba sacar la cabeza. Decir lo que quieres decir, cantar lo que quieres cantar tiene consecuencias. He encontrado mucho cariño y muy poca gente que me haya acometido en las distancias cortas. Una vez uno me sacó una pistola en un pueblo de La Mancha. Hace seis o siete años me dijeron que había muerto. Me alegré mucho. Son casos extremos.
P.- Nació tu primer hijo y quitaste el pie del acelerador.
R.- Estaba desgastado y me perdía cantidad de vida y de horas de estar con él, así que los intereses se fueron girando. Dije “a ver si escribo canciones y vendo un puto disco”, porque hacía dos que no vendía discos. Fue curioso, porque me volvieron a dar premios que e habían dado diez años antes. Me dieron el de mejor cantante revelación dos veces.
P.- ¿No se acordaban de ti?
R.- Hacían como que no. Era el hijo pródigo que volvía a la industria.
"Es radicalmente mentira que la gente se vuelva de derechas: yo resisto aquí"
P.- ¿Cómo se educa a los hijos para que no salgan, resumamos, fachas?
R.- No tiene uno la varita mágica. Ha habido muchos hijos de próceres del franquismo que se hacían rojos por reacción, y al revés. Tuve la suerte de que los míos no tuvieran ese tipo de inclinaciones, y eso es estupendo. Con mis hijos no he hablado de política nunca, ¿eh? Ellos han vivido lo que pasaba en casa y han entendido. Mi hijo, por ejemplo, tuvo problemas con fachillas en el barrio: le acosaban por ser hijo de quien era.
P.- ¿Es cierto eso que dicen de “si no eres de izquierdas con 20 años, es que no tienes corazón, y si lo sigues siendo con 40, es que no tienes cerebro”?
R.- Es radicalmente mentira que el tiempo vuelva a la gente de derechas. Yo resisto aquí. A algunos que se han convertido, no les ha hecho ni falta hacerse ‘mayores’, ya de jóvenes se mostraron como lo que eran. No sé cuándo se produce ese click ni por qué se produce.
P.- Se empieza a pensar más en uno mismo que en el colectivo.
R.- Sí. Hay circunstancias de la vida que te pueden llevar a ese lugar, pero yo la verdad es que he estado en la izquierda siempre, desde que soy persona y desde que tengo información y puedo analizarla, con 17 o 18 años ya sabía lo que quería ser en la vida. Dicho esto: en el año 78 saqué una primera canción escéptica con la democracia, donde decía “que no cese la esperanza acorralada / con un voto no cambiamos casi nada”. Ya veías que sí, que hay que votar, porque hay que hacer todo lo que exige la democracia plena, pero que la capacidad de cambio es muy pequeña…
P.- El hastío nos embarga.
R.- A mí no ha llegado a pasarme nunca, siempre he pensado que era más útil votar, incluso tapándose la nariz.
P.- ¿Sabina ha dejado de ser de izquierdas o es que la izquierda de hoy parece muy poco de izquierdas y está entretenida con identitarismos y nacionalismos y posmodernismos?
R.- Hay de todo. Yo creo que la gente que es muy de izquierdas solamente vota a Pedro Sánchez tapándose la nariz, pero ahí están, creo que sí hay una capa importante de la población que es de izquierdas. Lo de Joaquín es otra cosa: está completamente desentrenado de hacer entrevistas, porque no hace nunca, y ahora le pones un micro y es una mina. Te dice lo que quieras. Tiene incontinencia. Como nunca habla, se sobredimensiona todo.
"Sabina ahora es una mina, tiene incontinencia, te dice lo que quieras"
P.- ¿Se puede uno hacer rico en este país escribiendo canciones? ¿Te ha afectado el riesgo de aburguesamiento?
R.- Mi profesión es absolutamente libre, dependes de poner una entrada a la venta y que te la compre la gente, no hay ninguna otra cosa detrás. Recuerdo un amigo que veía un teatro vacío y decía “cuando la gente no quiere ir, nadie se lo puede impedir”. Así que el gran elemento es encontrar tu público. La vida no es un éxito descomunal, la vida es más lineal, con algún pico, alguna vez, por eso siempre traté de hacer un carrera sólida teniendo un repertorio. Lo he hablado con gente joven que empieza en esto: lo que importa son las canciones, porque la gente no compra la tontería, o si te casas con este, o si tienes tal novia.
P.- “Echan la historia para atrás / en nombre de la libertad”, cantabas en Déjame en paz. Hoy el nombre de la libertad lo emplea Ayuso, ¿te recuerda a ella?
R- Sí (ríe). Totalmente. Me preocupa el desmantelamiento de la sanidad y de la educación, el corrimiento de tierras que ha habido en estos años. Cómo se premia la enseñanza privada o concertada en detrimento de la pública. Por eso me reconfortó muchísimo que hayan salido dos aspirantes a astronautas que vienen de la escuela pública, demostrando que se puede estudiar ahí, que se pueden hacer cosas.
Otra cosa que vemos a diario es cómo nos venden las cañas y libertad… me parece todo marciano, cuando hablan de Nicaragua o de Venezuela para referirse a España… pero, ¿qué dicen? ¿Cuándo han estado en Nicaragua o Venezuela ellos? ¿Qué coño saben? Y no tengo ninguna intención de defender a Nicaragua o a Venezuela y sus regímenes, pero bueno, hablo de su ignorancia. La gente de izquierdas de este país no piensa en irse a Nicaragua y hacerse del Frente Sandinista. Basta ya.
P.- A ti nunca te gustó Podemos, tengo entendido, pero Yolanda Díaz… ¿sí?
R.- Sí, es una política seria y responsable que no se anda con fuegos artificiales, cosa que yo le agradezco muchísimo. Tiene los pies en la tierra y le deseo toda la suerte.
P.- ¿Qué significa que Yolanda Díaz diga hoy que es comunista, tiene algún sentido? Tú abandonaste el partido en el 82.
R.- Yolanda Díaz ya nunca se va a quitar la palabra “comunista” de encima, pero yo creo que ella lo dice por su historia personal, por su padre, por su gente, porque viene de ahí. Eso es pura fidelidad y yo la respeto muchísimo, pero seguro que no está pensando en los ‘paraísos comunistas’, en la URSS, porque eso ya está probado y fracasado, descalificado. Hace muchísimos años que nadie quiere ser ruso ni alemán oriental. Pero hay gente que descalifica a Yolanda usando las tonterías.
P.- ¿Qué encuentras en ella que no veías en Pablo?
R.- Son radicalmente diferentes, por suerte. Por simplificar: alguien que es capaz de consultar a sus bases si se tiene que comprar una casa o no, no se tiene que dedicar a la política, nunca debió hacerlo. Debió hacer otra cosa. Es una aberración, es una de las mayores aberraciones que se ha hecho dentro de la clase política, nadie excepto él se ha atrevido nunca a hacer eso en el mundo, ni en la extrema derecha ni en la extrema izquierda, es muy jodido. Se ha roto una gran historia que estaba ahí. Podemos fue un elemento político importante y ojalá volviese a serlo en el futuro, pero han hecho demasiadas cosas mal.
"Yolanda Díaz ya nunca se va a quitar la palabra 'comunista' de encima, pero seguro que no está pensando en la URSS"
P.- ¿Qué errores ves en el Gobierno de coalición?
R.- Es un Gobierno no deseable, cualquiera querría gobernar con alguien más afín o con alguien que no esté diciendo “intentamos hacer un referéndum y lo volveremos a hacer”. Hay una falta de liderazgo tremenda por parte de Sánchez, no da un golpe en la mesa y dice “chicos, ¿qué pasa aquí?, esto no se puede hacer, ¿a dónde vais?”. Yo diría que esa barrera siempre será infranqueable, porque el mundo no va hacia ahí, hacia los nacionalismos. Un amigo mío decía que había que encarcelarlos, pero no por lo que han hecho, sino por imbécil. El mundo está lleno de fronteras y quieren una más. A la gente le venden una burra ciega. Pero bueno, la derecha es igual, el PP ha gobernado muchos años con el apoyo de Pujol, y Aznar hablando catalán en la intimidad… (ríe amargamente).
Pues ya está, ¿de qué tonterías estamos hablando? Jode que ahora agiten el espantajo de ETA porque Bildu apoya los presupuestos… bueno, claro que se puede coincidir en una parte con Bildu, y te tapas la nariz y Gobiernas con ellos porque construyes determinadas políticas que son útiles. Este país no lo ha inventado Pedro Sánchez, pero todo esto le ha estallado a él y es un mamotreto que tiene ahí delante. Quizá el gran fracaso de todos estos años ha sido la estupidez de Ciudadanos.
P.- Eres un hombre feminista desde siempre, en tu casa las tareas siempre se repartieron y justamente tú te encargas de la compra porque Ana se dice “un desastre”. ¿Comulgas con el feminismo institucional actual? ¿Qué te parecen las propuestas de Montero?
R.- Hay cosas que me gustan y cosas que no. En algunos aspectos soy más tradicional y hay cosas que me chocan, como que un chaval o una chavala jovencitos puedan decidir qué sexo quiere tener… tampoco está en ningún manual ni aplicado en otros países, y en algunos países donde ha sido aplicado se está volviendo para atrás. Son cosas demasiado extremas para que la sociedad las entienda globalmente, incluso gente feminista que viene de otra extracción no las entiende. Espero que se llegue a un acuerdo y a un punto más juicioso del que está planteando Montero actualmente.