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Esa fría sensación de estar rodeado de gente, pero a la vez sentirte solo, es la cruel realidad que nos ha tocado vivir a cientos y cientos de personas. Y aunque a mí me costó mucho tiempo aceptarlo, es la cruel y dura realidad.
Siendo honesto con ustedes, me da mucha pero que mucha lástima que la evolución de la población sea regresiva, en vez progresiva. De como mis compañeros y amigos de convivencia están cada lunes, cada miércoles a las 23:00 pegados al televisor con una manta tumbados en el sofá esperando ver que paparruchada suelta Montoya o qué cotilleo sale en La isla de las tentaciones, que este en boca de todos hasta el capítulo de la semana siguiente.
Si esta es la realidad que nos ha tocado vivir, no pienso aceptarla. Según suelen decir es muy complicado añorar algo queno has vivido, pero siendo sincero y tras escuchar tantas historietas de abuelos o incluso de mis propios padres, desearía vivir en sus épocas.
Aunque no existiesen tantas tecnologías como hoy en día y que el único teléfono disponible en todo el barrio fuera la cabina azul de Telefónica, se vivía mucho mejor, porque llegado a la conclusión las redes sociales y la multitud de facilidades que nos brinda la tecnología han abocado y están abocando nuestra sociedad a un agujero infinito del cuál nunca vamos a poder llegar a salir.
Diversos estudios confirman que las redes sociales absorben más del 50% de las emociones y sentimientos de la población. Y algo que parece tan preocupante como que un like o un comentario defina nuestro temperamento, otros usan esta información como algo chistoso, riéndose del conocido FOMO, que en resumen viene a decir que es un trastorno que sufren una gran cantidad de jóvenes por culpa de las redes sociales y viene a derivar en estados de ansiedad, insatisfacción o incluso aislamiento.
Que triste y fría podredumbre estamos criando. Y aunque parezca mentira, hablo como un joven más, pero es que la broma de las redes sociales y de los jueguecitos se está haciendo realidad y asusta, pero asusta mucho. Y si estamos así en el 2025, no me quiero imaginar cuando pasen 10 años.
Por último, hago un llamamiento a toda esa gente joven que aún sigue siendo consciente de la preocupante situación que vivimos, que por favor no se dejen llevar por este baño de masas que son las redes sociales y que pueda promulgar la idea de que la vida se encuentra tras el cristal.