
Los papas Francisco I y Juan XXIII en un montaje junto a la Basílica de San Pedro de Roma.
La sorprendente longevidad de los Papas: 78 años de media desde el s. XVIII y sólo 8 murieron antes de cumplir 80
Con 88 años, Francisco es el tercer Papa de más edad en ejercicio del cargo tras León XIII y Agatón.
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"La vida de León XIII les parece a todos un milagro y el peligro de la aproximación de su hora fatal está acompañado por un milagro de lucidez mental, de pensamientos muy serenos, de fibra resistente".
Así se refería en 1903 el periódico de la Santa Sede, L'Osservatore Romano, al entonces Papa, que tenía 93 años y moriría poco tiempo después. El médico y periodista argentino Nelson Castro cuenta en su libro La salud de los Papas cómo la avanzada edad del pontífice cuando fue elegido (67) y su delicado estado de salud lo hacían ver como un Papa de transición.
Su pontificado duró 25 años, el tercero más largo de la historia. "Ninguno de los cardenales electores lo sobrevivió, y hoy consideramos este pontificado uno de los más importantes del siglo", cuenta Castro en su libro.
En 2005 fue elegido otro Papa considerado 'de transición', Benedicto XVI. Tenía 78 años en el momento del nombramiento y dirigió la Iglesia católica durante otros ocho, hasta que renunció al Papado en 2013. Vivió retirado nueve años más y murió, con 95, en 2022.
El estado de salud de los papas siempre es motivo de especulación. Francisco ha intentado revertir el secretismo de la milenaria institución y diariamente la Santa Sede emite dos comunicados sobre su estado.
Con 88 años, es el tercer Papa de más edad en el cargo, tras León XIII y Agatón, que fue elegido en el año 678 siendo centenario y moriría dos años después. Antes de ser nombrado, la salud de Jorge Mario Bergoglio, que ya tenía 76 años, también fue objeto de especulaciones: en su juventud le fue extirpado parte de un pulmón.
Normalmente elegidos después de toda una vida de servicio y con el peso de guiar a millones de almas a sus espaldas, Castro indica en su libro que la renuncia por motivos de salud es algo que se le ha pasado por la cabeza a numerosos pontífices.
Sin embargo, la estirpe papal ha tenido a lo largo de los siglos una esperanza de vida media muy superior a la de la población europea, incluso una vez cumplidos los 65 años, edad a la que suelen ser elegidos.
Desde el siglo XVIII, la vida media de los papas ha sido de 78 años y solo ocho pontífices han muerto antes de cumplir 80 años.
Puede que esta cifra no parezca sorprendente hoy en día, pero sí lo es si tenemos en cuenta que los pontífices que dirigieron la Iglesia a lo largo del siglo XIX vivieron una media de 79,7 años, cuando la esperanza de vida en la Europa Occidental apenas superaba los 40. En España, esta era más baja aún: no llegaba a los 30 años, según las Estadísticas históricas de España. Siglos XIX-XX.
Obviamente, esta baja esperanza de vida era consecuencia, principalmente, de la alta mortalidad infantil. En el año 1900, de cada mil nacidos vivos, 410 no llegaban a los 15 años.
Pero la edad de los papas también destacaba entre aquellos europeos que alcanzaban la vida adulta. En 1816, los franceses que ya habían cumplido los 65 años aspiraban a vivir hasta los 75,8. Pío VII, que llevaba la mitra papal por aquel entonces, moriría con 83 años en 1823.
En el último siglo, todos los papas han superado los 80 años con una sola excepción: Juan Pablo I, cuyo pontificado duró 33 días y cuya muerte a los 65 años todavía es objeto de especulaciones y teorías de la conspiración impulsadas involuntariamente por el secretismo milenario de la Santa Sede.
Genética, medio ambiente y propósito
¿Es la longevidad papal un misterio de la fe o tiene explicación natural? "Sabemos que la alimentación y los buenos cuidados influyen en la longevidad", explica Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública.
"Y también se hereda: existen variaciones genéticas que explican la mejor salud de las personas cuyos padres han vivido más y se han localizado factores genéticos asociados a la presión sanguínea, a los niveles de colesterol y a fumar, que se pueden evitar y tratar".
También influye el medio ambiente, aunque March reconoce que no sabe si "vivir en el Vaticano influye en ello", pero "lo que está claro es que las condiciones de la vivienda y de la vida, la menor exposición a enfermedades infecciosas y el acceso a atención médica son factores que influyen".
"Y no sé si las monjas les aportan comidas sanas pero es evidente que muchos de los Papas no fuman, no tienen una obesidad muy marcada y seguramente manejan bien el estrés", apunta.
Pilar Rodríguez Ledo, presidenta de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), también apunta hacia la genética y los hábitos. "Como representantes de máximo nivel, tienen un cuidado médico de alta calidad y, además, un estilo de vida muy estable y regulado: los excesos no forman parte del entorno religioso".
La SEMG tiene en marcha un registro de personas centenarias con el que tratan de arrojar luz sobre los factores que llevan a algunas personas a alcanzar una alta longevidad. Y en él han visto uno que va más allá de lo terrenal.
"Uno de los puntos que destacan en la longevidad es tener un objetivo en la vida", apunta Rodríguez Ledo. "La paz mental y el propósito van más allá de la religión, es una espiritualidad que tiene un impacto positivo en la longevidad. De hecho, es uno de los puntos de los que siempre hablan los investigadores del envejecimiento saludable".
Así lo explicaba en una entrevista a este periódico Adolfo López de Munain, director científico del Centro de Investigación en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (Ciberned). "La experiencia que yo tengo con la personas que envejecen exitosamente es que son aquellas que mantienen la actividad mental, sobre todo la propositiva. Son personas que tienen un propósito en la vida, algo por lo que se levantan todos los días y que les interese".
La salud física puede verse resentada, pero qué duda cabe de que ser el pastor de más de mil millones de almas es algo que conserva la lucidez mental.