El propietario del Bar Rogelio posa con un Caníbal 8. Al fondo, varias fotografías del local que ocupaban cuando abrió por primera vez en A Coruña

El propietario del Bar Rogelio posa con un Caníbal 8. Al fondo, varias fotografías del local que ocupaban cuando abrió por primera vez en A Coruña QUINCEMIL

Actualidad gastronómica

Los bocadillos míticos de A Coruña con solete Repsol y a un paso de la playa: gigantes y por menos de 5 €

Con más de 50 variedades para elegir y con opción de consumir en el local o pedirlos para llevar.

25 junio, 2024 06:00

"Caníbal 8 y litro de mocho" puede que sea la comanda que más veces se ha cantado en este bar situado en el número 1 de la coruñesa calle San Roque a escasos 50 metros de la céntrica plaza de España y dos minutos a pie de la playa del Orzán. 

Un local emblemático que levantó por primera vez la persiana hace 45 años a un par de calles de donde se encuentra ahora y, desde entonces, el Bar Rogelio o "el Roge" no ha parado de llenar los estómagos hambrientos de los coruñeses con sus archifamosos bocadillos. 

Los bocatas del Rogelio son de esos que se tienen que agarrar con las dos manos para empezar a hincarles el diente, de tamaño XXL y bien llenos de lo que corresponda según la opción elegida entre las casi 60 que se ofrecen en la carta, que se convierten en muchas más ya que el cliente puede pedir que le quiten cualquier ingrediente que no sea de su agrado o que se lo cambien por otro que sea de su preferencia.

En el Rogelio se pueden encontrar desde bocadillos de un solo ingrediente (jamón, salchichón, chorizo, tortilla francesa...) con un precio entre tres y cuatro euros, hasta las creaciones que han hecho famoso al local, como el Antorcha, los Guerrilleros o los Caníbales como el Caníbal 8, un bocadillo gigante de chorizo criollo, patatas fritas y salsa picante que es el más demandado de su extensa carta.

Los bocadillos más caros de la carta son el de calamares queso y mayonesa que cuesta 5,70 euros, lo mismo que el bocadillo de hamburguesa completa, que no es una hamburguesa al uso en pan de hamburguesas, sino un bocadillo de hamburguesas en pan de barra. En general, salvo una media docena, todos los bocadillos cuestan menos de 5 euros y pueden complementarse con un refresco y una ración de patatas por 3,50 € para hacer un menú.

Aunque su especialidad son los bocadillos, la tortilla del Rogelio tampoco hay que perdérsela

Aunque su especialidad son los bocadillos, la tortilla del Rogelio tampoco hay que perdérsela Bar Rogelio

La oferta del local se completa con una docena de platos combinados con un precio entre 8 y 9 euros; raciones que van desde los 3,90 € de la ración de tortilla hasta los 10,50 € de los calamares a la romana; sándwiches; perritos calientes y unas cuantas hamburguesas, esta vez sí, en el típico panecillo de hamburguesa. A esto hay que sumar un menú del día con platos de temporada en el que ofrecen primer y segundo a elegir entre tres opciones de cada, postre y/o café.

Un solete Repsol

Este bar coruñés, abierto en 1979 por los padres del actual propietario en un pequeño local junto al antiguo cuartel de Atocha, vivió una gloriosa década de los 80 gracias a los soldados que venían a hacer el servicio militar a dicha instalación. De esta época, en la que se servían centenares de bocadillos a diario, vienen los nombres de algunos de los bocadillos como el Boina Verde.

El final de la mili obligatoria coincidió con el cambio de generación en el bar. Juan Manuel González, hijo de los primeros dueños y actual propietario, se puso al frente del local a principios de los 90 y fue ampliando la carta para adaptarla a los tiempos y a las peticiones de la clientela, pero sin perder esa esencia familiar que caracterizaba al local y que en 2022, ya en la nueva ubicación que ocupan desde hace algunos años, le sirvió para obtener un Solete en la Guía Repsol como reconocimiento a esos bares de barrio que no aparecen en los medios, pero bien merecen una visita.

La experiencia de pedirse un bocata en el Rogelio, tanto si es para tomárselo en el amplio local de la calle San Roque, como si es para llevar, es lo más parecido a decirle a una abuela gallega que tienes hambre y pedirle que te prepare un bocadillo. En ambos casos, acabas con el estómago bien lleno y el bolsillo sin agujeros.