Ana Belén, la artista que se come las uñas, odia escuchar su música y lleva más de 50 años junto a Víctor Manuel
La actriz, cantante y directora será una de las encargadas de presentar la gala de los Premios Goya 2024 celebrados en Valladolid.
10 febrero, 2024 02:40Este sábado, 10 de febrero, es una fecha señalada en rojo en el calendario de Ana Belén (72 años). Será la encargada de presentar, junto a Javier Calvo (30) y Javier Ambrossi (39), la 38.ª edición de los premios Goya que este año se celebran en Valladolid.
Es una cita muy especial para la actriz y cantante después de recibir el premio Goya de Honor 2017 por su trayectoria tanto en el cine como en la música. Aunque tanto ella como los directores serán los encargados de conducir la ceremonia de entrega, no buscan ser los protagonistas, aunque sí que le darán ese toque de humor que necesita este tipo de celebraciones.
La artista lleva disfrutando de más de 50 años de amor junto a Víctor Manuel (76), a quien conoció en un set de grabación y del que no se ha separado desde entonces. Aunque muchos creen conocer a Ana Belén, pocos saben los detalles más íntimos de su vida.
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María del Pilar Cuesta, conocida artísticamente como Ana Belén, nació en el seno de una familia humilde en el popular barrio madrileño de Lavapiés. Se hizo conocida gracias a su participación en Zampo y yo (1966) y, desde entonces, ha sido un rostro fijo tanto en la pantalla como en los escenarios.
Sin embargo, la artista se ha mostrado muy celosa de su intimidad y apenas ha desvelado detalles de su vida privada durante las casi seis décadas que lleva siendo una figura y un referente. Pero, en 2016, se publicó el libro Ana Belén. Desde mi libertad en el que participó relatando aspectos desconocidos.
Ana Belén es, además de artista, madre y abuela, los dos papeles más importantes de su vida. Se define como una persona "hogareña, familiar y amiga de sus amigos". De hecho, durante años estuvo manteniendo su privacidad a salvo, llegando a enfrentarse incluso con la prensa y los paparazzi. Ahora la historia es muy diferente, puesto que David (37) y Marina (40) han seguido los pasos de su madre en el mundo de la interpretación.
En su papel como abuela, ella misma confiesa que malcría a sus nietos: "Hay que rendirse a la evidencia de que los abuelos están para malcriarlos. Luego ya llegarán los padres para poner orden. Cuando me tocó a mí ser madre, ya puse orden con mis hijos. En definitiva, son actitudes naturales e inevitables".
Ni ella ni su marido, el artista Víctor Manuel, son supersticiosos. Se casaron en una boda civil el 13 de junio de 1972 celebrada en Gibraltar y plantaron cara al dicho de "martes 13 ni te cases ni te embarques". Y mal no les ha ido, algo que demuestran los más de 50 años de relación.
La también directora es una persona a la que le encanta el jazz y los ritmos brasileños. Sin embargo, a pesar de que es una apasionada de la música, no le gusta escuchar sus propias canciones ni revisionar las películas en las que participa. También es una gran lectora.
Se considera una persona dubitativa, ya que piensa las cosas "mil veces" antes de llevar algo a cabo. Y a pesar de haber estado toda la vida rodeada de cámaras de televisión, focos y seguidores, no le gusta la excesiva exposición ya que es muy "vergonozosa". Saca su peor versión cuando algo afecta a los suyos, tal y como explicó su marido en una entrevista: "Defiende su territorio como una loba".
Aunque como cualquier persona tiene sus vicios, estos los tiene muy controlados. Tal y como explicaba su biografía, puede fumar dos cigarros rubios al día, bebe muy poco alcohol aunque es una apasionada de las caipiriñas o los daiquiris. Una de sus manías más conocidas es que se muerde las uñas.
Desde que saltó a la fama, la cantante ha sido un rostro habitual en las luchas sociales, en defensa de la cultura o los derechos de los ciudadanos. De hecho, su participación comenzó a finales del franquismo cuando salió a la calle para reclamar la función única en el teatro y el descanso semanal; recientemente, también participó en movilizaciones contra los recortes en la cultura o contra el IVA del 21%.
Detesta la "banalidad y la tontería", aunque no se considera una persona seria e intenta reivindicar, siempre que puede, el lado divertido de la vida: "Hay que reírse mucho y defender la alegría". Ella misma, además, se define como "una buena tía que se entrega en todo lo que hace", algo que ha demostrado durante todas estas décadas.