
Dos vecinos de Valdefierro en sus inicios, donde se observa el anterior bus que recorría la zona. A.V. Valdefierro Zaragoza
La curiosa historia que comparte uno de los barrios más históricos de Zaragoza con la película triunfadora de los Goya
Madalena de los Reyes González, de 78 años, cuenta cómo Valdefierro, en sus inicios, era un terreno baldío con "cuatro casas mal construidas".
Más información: Recuerdos que nos trae 'El 47'
Valdefierro, un barrio histórico de Zaragoza, ha sido testigo de una transformación que podría ser perfectamente el guion de una película. Una historia de lucha, perseverancia y comunidad, de esas que se asemejan tanto a El 47, la película triunfadora en los Goya, que relata cómo un grupo de inmigrantes luchan por conseguir sus derechos en los márgenes de la ciudad.
Una vecina que vivió esos primeros momentos, Madalena de los Reyes González, de 78 años, cuenta cómo el barrio, en sus inicios, era un terreno baldío con "cuatro casas mal construidas" y el destino incierto. "Cuando llegamos, apenas había nada. Nosotros vivíamos de alquiler y, por las noches, teníamos que echar los tejados para que no nos echaran", relata Madalena, quien recuerda cómo la ley franquista de suelo dictaba que si las casas tenían techo al amanecer, no podían ser derribadas.
Relata que pasaba justo como en la película. "Los vecinos levantaban las casas por la noche para evitar que las autoridades las derribaran al día siguiente", explica. "Cada noche, nos uníamos para levantar una casa, aunque fuera a medias, lo justo para ponerle techo y que no la tiraran al día siguiente", explica Madalena, comparando la situación de Valdefierro con la de los personajes de la película, quienes luchaban por crear un hogar en un terreno inhóspito.

Jóvenes de Valdefierro, cuando se empezaron a asentar las primeras familias. A. V. Valdefierro Aldebarán Zaragoza
Y, así, entre la nada, creció un vecindario donde se asentaron inmigrantes, principalmente de Extremadura y Andalucía, donde la solidaridad se convirtió en la única forma de avanzar.
El autobús y la huelga
Uno de los recuerdos más vívidos de Madalena es la llegada del autobús a Valdefierro, en 1974. Antes de que se estableciera la línea, los habitantes del barrio dependían de un servicio de transporte muy precario. "Era un desastre. Había que empujar el autobús para que arrancara", comenta, recordando cómo los vecinos se unían "en el culo" el vehículo para que pudiera llegar a su destino.
La precariedad llegó hasta el punto de costarle la salud a la propia Madalena, quien sufrió una grave lesión al caerle el motor de un autobús en el brazo. "Estuve muchos años de jucios y me llegaron a indemnizar", detalla.
La falta de conexión del barrio con el resto de Zaragoza provocó protestas y huelgas durante tres días. Concretamente, "del 17 al 19 de marzo de 1974", recuerda la mujer. "Teníamos claro lo que queríamos, un servicio adecuado de transporte", señala, y añade que, bajo esa idea reivindicativa, comenzaron a actuar.
"Nos pusimos en la Avenida Valdefierro para impedir el paso de los autobuses y logramos que, al final, el Ayuntamiento extendiera la línea 36 hasta aquí", recuerda. No fue una lucha fácil y, asegura que, ya cansados de que el Gobierno no les escuchara comenzó la guerra de verdad.

El autobús que pasaba por el barrio, antes de que llegaran las líneas de bus urbano. A. V. Valdefierro Aldebarán Zaragoza
"La desesperación e impotencia era tal que llegamos a lanzar piedras a la policía", rememora. Un par de días después de la huelga, la línea 36 llegó a Valdefierro, mejorando la conexión del barrio con el resto de la ciudad. La 24 tardó solo un par de meses, pero fue "decisiva en Valdefierro, lo cambió todo".
Es por eso que, trasladando los recuerdos a la actualidad, Madalena vive con mucha pena lo vivido con la 24 en la actualidad. "Luchamos mucho por conseguir esa línea y, aunque la 38 la sustituirá, es difícil de asimilar el cambio después de tantos años", asegura.
La autoconstrucción del barrio
La lucha por los derechos de los habitantes de Valdefierro no terminó con el transporte. Como en la película El 47, los vecinos también tuvieron que luchar por los recursos más básicos, como el agua potable.
"Nosotros recogíamos dinero de casa en casa para poder traer agua potable al barrio. Antes teníamos que ir al canal a por agua, y para beberla, la colábamos con una sábana, para quitarle la tierra", cuenta Madalena. Hasta que un día la asociación de Cabezas de Familia, hoy conocida como Valdefierro Aldebarán, fue casa por casa recogiendo dinero para hacer que el agua potable llegara mediante tuberías.
La historia de las casas construidas a mano con barro, paja y agua, materiales que preparaban el adobe, también recuerda las dificultades de aquellos tiempos. De hecho, algunas las viviendas antiguas del barrio siguen siendo del mismo material, un recordatorio de cómo los primeros vecinos hicieron todo lo posible por darle forma al lugar que hoy es Valdefierro.
A lo largo de los años, el barrio ha ido creciendo y evolucionando. Lo que antes era un caos de calles sin planificación, hoy es un barrio que, aunque sigue conservando su historia, ha transformado su infraestructura y servicios.
Los recuerdos de la lucha siguen presentes en muchas calles. El barrio ha crecido y se ha modernizado, pero muchas de las casas más antiguas aún guardan los vestigios de su pasado, con adobes que resisten el paso del tiempo. Y, como en la película, lo más importante es la memoria colectiva de un barrio que no se rindió y luchó por su supervivencia.
"Aquí todo lo que tenemos, lo hemos construido nosotros. No hay nada planeado, pero la gente ha puesto su esfuerzo en levantarlo", asegura Madalena.
Hoy, Valdefierro es un barrio distinto, pero sus raíces están intactas. Los recuerdos de Madalena y los otros vecinos siguen siendo un testimonio de cómo la lucha y la solidaridad de aquellos primeros habitantes transformaron lo que era un terreno baldío en un hogar para muchas familias. Y como en El 47, esta historia de esfuerzo, sacrificio y unidad sigue viva.