Doug Whitney heredó una mutación que ha causado que muchos de sus familiares desarrollen alzhéimer a los 50 años.

Doug Whitney heredó una mutación que ha causado que muchos de sus familiares desarrollen alzhéimer a los 50 años. Megan Farmer Universidad Washington en San Luis

Salud

El enigma del hombre que ha evitado el alzhéimer durante dos décadas pese a su predisposición genética

Un nuevo estudio ha abierto "una pequeña esperanza" tras describir el tercer caso de una persona que presenta resiliencia frente a este enfermedad.

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La familia de Doug Whitney ha estado marcada por el PSEN2. Una mutación en este gen se asocia con la enfermedad de Alzheimer de inicio precoz, en la que el deterioro cognitivo suele aparecer a partir de los 40 años. La madre de este hombre, que reside en Seattle (Washington, Estados Unidos), había desarrollado demencia alrededor de los 50 años, al igual que 11 de sus 13 hermanos. Whitney, sin embargo, ha llegado a los 70 sin sufrir deterioro cognitivo alguno.

Los investigadores de la Universidad Washington en San Luis (Misuri, EEUU) han publicado esta historia de resiliencia frente al alzhéimer en la revista Nature Medicine. Es el tercer caso descrito de una persona que ha 'escapado' a esta enfermedad neurodegenerativa durante al menos dos décadas. Aunque, a diferencia de los dos anteriores, en esta ocasión no han sido capaces de hallar un único factor que explique esta neuroprotección.

"Es lo más curioso de este caso", comenta a EL ESPAÑOL Guillermo García, miembro del Grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN). "Está todo estudiado y no se ha encontrado una señal clara que demuestre por qué esta persona ha sido capaz de resistir de forma excepcional a una enfermedad que tenía determinada genéticamente".

Esta predisposición genética, de hecho, fue uno de los motivos por el que en la citada universidad estadounidense iniciaron en 2011 un estudio bajo el nombre de Red de Alzheimer de Herencia Dominante (DIAN, por sus siglas en inglés), en el que seguían a una familia en la que muchos miembros tienen una mutación en el gen PSEN2. En total, 247 tenían la variante genética de inicio temprano y 162 eran familiares que no padecían la enfermedad.

Una triple sorpresa

Uno de ellos era el propio Whitney, quien se presentó a la edad de 61 años y con "plena función cognitiva" ante los investigadores. Estos se sorprendieron al descubrir que tenía la fatídica mutación. "Los médicos pocas veces decimos algo con tanta asertividad", apunta García, "pero en estos casos, en los que tienen estas mutaciones genéticas raras, la información que se da es que la enfermedad se desarrollará al 100%". Entiende que ahora ya no podrán decirlo; o al menos, que será "del 99,9%".

A Whitney comenzaron a realizarle pruebas. Y la sorpresa inicial fue mayor cuando descubrieron que, en realidad, su cerebro se parecía al de una persona con alzhéimer, puesto que estaba "lleno" de amiloide. Esta proteína es determinante en el desarrollo de esta enfermedad. También lo es la proteína tau, la cual no se halló en el cerebro de este hombre en regiones que pudieran tener una implicación en el alzhéimer.

Para comprobar que Whitney presentaba resiliencia frente a la enfermedad, el grupo de investigadores le realizó durante una década pruebas de memoria, así como otro tipo de 'exámenes cognitivos'. Los resultados se mantuvieron constantes a lo largo de los años. Es más, algunas puntuaciones incluso aumentaron debido a la práctica.

Doug Whitney junto a su mujer Ione Whitney en su hogar cerca de Seattle.

Doug Whitney junto a su mujer Ione Whitney en su hogar cerca de Seattle. Megan Farmer Universidad Washington en San Luis

Fue entonces cuando los investigadores decidieron buscar una respuesta genética. Para ello, comprobaron si tenía alguna de las mutaciones protectoras que se habían descrito en los dos casos anteriores. Y llegó la tercera sorpresa: Whitney no era portador de ninguna de estas mutaciones.

"Ojalá sean factores modificables"

En los análisis genéticos sí que hallaron nueve variantes genéticas que no estaban presentes en los familiares con demencia precoz que tenían la mutación en el gen PSEN2. Seis de estas variantes nunca antes se habían relacionado con el alzhéimer. "Hasta ahora no tenían mucho interés pero debemos empezar a tenerlas en cuenta", indica García, quien coincide con la hipótesis que plantean los autores.

Y es que es posible que no sólo se deba a estas variantes genéticas, sino que también hayan jugado un papel importante tanto el estilo de vida como otros factores ambientales. Esta combinación podría explicar por qué ha resistido la demencia durante al menos 21 años más de lo esperado para un caso como el suyo.

También tenía menos inflamación en el cerebro, en comparación con la mayoría de personas con alzhéimer. Esto podría deberse a que su sistema inmunitario no reacciona con fuerza a las placas amiloides. Para los autores, sin embargo, el interés de este hallazgo apunta a la proteína tau.

Consideran que si reduce su propagación en el cerebro podría ser suficiente como para retrasar o incluso detener el desarrollo de la demencia. Para García, pensar en una vía terapéutica por este estudio es "excesivo": "Detener la propagación de la tau para que no se produzca la sintomatología clínica suena muy bien pero, de momento, es teoría".

Sí que "abre la puerta a buscar más factores, ya sean genéticos o ambientales, que aumenten la resiliencia a la enfermedad". "Ojalá que algunos de ellos sean modificables", anhela. Lo que sí parece descartado es que sean factores farmacológicos, puesto que no se ha informado de que Whitney estuviera tomando ninguna medicación.

Puede que de esta "pequeña esperanza" también se beneficien los pacientes que desarrollan alzhéimer sin una mutación específica en un gen. La variante genética patológica es, en realidad, muy poco frecuente. Pero desde el punto de vista de la investigación, se trata de los casos que "más interesan porque tienen una enfermedad que es más predecible".