Donald Trump y Conor McGregor, en el Despacho Oval de la Casa Blanca

Donald Trump y Conor McGregor, en el Despacho Oval de la Casa Blanca

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McGregor cambia de vida: de la condena por abuso y la pelea frustrada con Topuria a presidir Irlanda con la ayuda de Trump

El excampeón de la UFC irrumpe en la política con un discurso radical tras quedar fuera de combate por una sentencia civil por violación

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Conor McGregor ha vuelto a ser el centro de atención, pero esta vez no por una pelea dentro del octágono ni por una nueva provocación contra sus rivales en la UFC o un polémico juicio más.

Cuatro meses después de ser declarado culpable en un juicio civil por la violación de una mujer en un hotel de Dublín, el irlandés ha lanzado una sorprendente ofensiva política con el objetivo de convertirse en presidente de Irlanda.

Una ambición que ha cobrado forma tras su reciente visita a la Casa Blanca, donde fue recibido por Donald Trump y desde donde presentó su campaña bajo el lema "Make Ireland Great Again" (MIGA), en clara alusión al famoso eslogan de su aliado estadounidense "Make America Great Again" (MAGA).

La jugada ha sido, cuanto menos, estridente. En medio del revuelo judicial que ha salpicado su imagen y cuando su futuro deportivo es una incógnita, McGregor ha optado por un nuevo escenario donde canalizar su necesidad de protagonismo: la política.

Su irrupción llega en un contexto en el que la crisis migratoria ha dividido a la sociedad irlandesa y donde el populismo comienza a ganar terreno en ciertos sectores. Aun así, su candidatura dista mucho de ser viable, según los expertos.

Donald Trump y Conor McGregor, en el Despacho Oval de la Casa Blanca

Condena y caída del ídolo

El pasado mes de noviembre, un jurado civil del Tribunal Superior de Dublín compuesto por ocho mujeres y cuatro hombres declaró a McGregor culpable de haber violado a Nikita Hand en diciembre de 2018.

El tribunal impuso una indemnización de 248.603 euros, muy por debajo de los casi dos millones que pedía la demandante, pero suficiente para sellar su caída pública. Aunque no se trató de un proceso penal, la sentencia civil fue un golpe devastador para su reputación, provocando que varias marcas rompieran contratos con el luchador.

Conor McGregor llegando al juicio en el que fue condenado por agresión sexual a una mujer

Conor McGregor llegando al juicio en el que fue condenado por agresión sexual a una mujer Reuters

Durante el juicio, se desvelaron detalles escabrosos sobre la noche en la que, presuntamente, McGregor compartió cocaína con dos mujeres antes de agredir sexualmente a una de ellas en una suite de hotel. Él siempre ha defendido que se trata de un intento de extorsión, pero la justicia no le dio la razón.

Este fallo no ha sido el único episodio oscuro en la carrera de McGregor. A lo largo de los últimos años ha acumulado una larga lista de incidentes violentos y comportamientos polémicos, desde agresiones en bares hasta peleas callejeras.

Sin embargo, nada lo había alejado tanto del deporte como esta condena, que ha acabado por truncar lo que parecía una esperada pelea contra Ilia Topuria, campeón del peso pluma y actual estrella de la UFC.

El combate que nunca fue

Topuria, que recientemente retuvo su título mundial tras noquear a Max Holloway, era el gran objetivo de McGregor para su regreso a los octágonos.

El plan de la UFC era montar un evento histórico en Madrid, con el Santiago Bernabéu como posible escenario. Pero las tensiones entre ambos, sumadas al descrédito que arrastra el irlandés, han frustrado cualquier intento de pactar el combate.

El hispano-georgiano ha sido contundente al rechazar la posibilidad de enfrentarse a McGregor: "Ya no me apetece. Ha tenido algunos problemas y no tengo ganas de compartir el octágono con alguien así", declaró.

Aleksandre Topuria junto a su hermano y equipo después de que este consiguiera el cinturón.

Aleksandre Topuria junto a su hermano y equipo después de que este consiguiera el cinturón.

Pese a los constantes mensajes provocadores de McGregor en redes sociales —la mayoría de ellos borrados tiempo después—, Topuria se ha mantenido firme y ha cerrado la puerta definitivamente.

A pesar de este panorama, Dana White, presidente de la UFC, no ha descartado que McGregor vuelva a pelear. "Con un poco de suerte, regresará en otoño", dijo en una reciente rueda de prensa.

La puerta sigue entreabierta, aunque voces como la de Charles Oliveira o Michael Chandler insisten en que el regreso no se producirá. "Ha elegido vivir su vida de otra manera", sentenció el brasileño.

Salto a la política

Y esa "otra manera" es, para sorpresa de muchos, la política. El pasado Día de San Patricio, McGregor fue invitado a la Casa Blanca por Donald Trump, quien no dudó en elogiarlo públicamente: "Es mi irlandés favorito y tiene los mejores tatuajes que he visto".

La foto de ambos, sonrientes en el Despacho Oval, fue el preludio de un anuncio que ha sacudido a la opinión pública: la candidatura de McGregor a la presidencia de Irlanda.

Vestido de verde y acompañado de uno de sus hijos, el luchador posó con una gorra roja con el lema "Make Ireland Great Again" y lanzó su mensaje en redes sociales: "Irlanda, la decisión es vuestra. Votadme como vuestro presidente y salvaremos Irlanda juntos".

Donald Trump, Elon Musk y Conor McGregor, en el Despacho Oval de la Casa Blanca

Donald Trump, Elon Musk y Conor McGregor, en el Despacho Oval de la Casa Blanca

El eje de su campaña es claro: endurecer las políticas migratorias y rechazar el pacto europeo sobre migración y asilo. Lo que demuestra que el peleador no sólo pretende seguir los pasos de Donald Trump en sus lemas de campaña sino también en sus políticas.

McGregor ha prometido someter el tratado a referéndum y liderar una cruzada contra lo que él llama "el saqueo migratorio". Sus declaraciones han provocado una fuerte respuesta de los líderes políticos irlandeses.

El actual primer ministro, Micheál Martin, afirmó que "los comentarios de McGregor son erróneos y no reflejan el espíritu del pueblo irlandés".

Un camino casi imposible

Pese al ruido generado, las opciones de McGregor de convertirse en presidente de Irlanda son prácticamente nulas. Según Gail McElroy, profesora de Ciencia Política en Trinity College Dublin, consultado por Sky News, el luchador tiene "casi cero posibilidades" de ser siquiera nominado.

Para presentar candidatura, necesita el respaldo de 20 miembros del Oireachtas (Parlamento irlandés) o el apoyo de al menos cuatro de los 31 consejos locales del país, algo poco probable dada su imagen pública actual.

Además, el papel del presidente en Irlanda es mayormente ceremonial, lo que hace aún más inverosímil su discurso de "salvar el país" desde esa posición. "Los votantes irlandeses suelen elegir presidentes que trascienden la política. McGregor es un personaje divisivo, extremo, y su historial es un lastre evidente", explica McElroy en Sky News.

Conor McGregor con su gorra Make Ireland Great Again en su visita a la Casa Blanca

Conor McGregor con su gorra "Make Ireland Great Again" en su visita a la Casa Blanca

Una encuesta publicada por el Irish Independent en diciembre de 2023 reveló que solo el 8% de los irlandeses votaría por McGregor, mientras que un abrumador 89% se mostró en contra.

A ello se suma que figuras como Elon Musk o Andrew Tate, que lo han respaldado públicamente, no gozan de simpatía en Irlanda. "Su asociación con Trump y otros personajes polémicos es contraproducente en el contexto político irlandés", concluye la experta.

Populismo y espectáculo

En el fondo, más que una estrategia política sólida, el movimiento de McGregor parece responder a una necesidad constante de protagonismo.

Fuera de los focos del deporte y con su imagen gravemente deteriorada, su incursión en la política ofrece una nueva plataforma para mantenerse en el centro de la conversación pública.

Como buen showman, McGregor sabe que cualquier cosa que haga generará titulares. Su campaña recuerda más a una provocación mediática que a un proyecto político serio.

Pero su figura polarizante, su estilo histriónico y su capacidad de generar debate lo convierten en un fenómeno imposible de ignorar.

Desde su irrupción en la UFC hasta su reciente caída en desgracia, McGregor ha recorrido un camino lleno de excesos, gloria y escándalo. Ahora, en plena deriva populista, busca reinventarse como salvador de Irlanda.

Pero ni sus tatuajes, ni sus conexiones con Trump, ni sus millones de seguidores parecen suficientes para borrar su pasado ni para convertirlo en el próximo presidente de su país.