
El presidente turco Erdogan y el príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman, en una reunión en Ankara. Reuters
Las alianzas en Oriente Medio no son las que parecen
Irán ha perdido influencia en la región y se aleja de Rusia, mientras la rivalidad entre Israel y Turquía, ambos aliados de Estados Unidos, se intensifica en Siria y Gaza.
Las relaciones en Oriente Medio, con sus alianzas y rivalidades altamente volátiles, desafían tanto a los populismos simplistas como a las ideologías bipartidistas tradicionales.
Analicemos la posición de actores clave como Estados Unidos, la Unión Europea, Israel, Turquía, Arabia Saudí, Catar, Irak, Irán, Rusia y Jordania en los actuales conflictos en Siria, Líbano y la Franja de Gaza, a la luz de los últimos acontecimientos.
En Siria, Turquía y Arabia Saudí han tomado un papel destacado, junto con (y también en oposición a) Israel, que actúa como una especie de sheriff regional de Donald Trump, quien busca distanciarse de la volátil región.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, apoya al exyihadista Ahmed al Sharaa, cuya facción, Hayat Tahrir al-Sham (HTS), derrocó al régimen del alauita Bashar Al Asad en diciembre.
El respaldo de Ankara a Al Sharaa, exlíder local de Al Qaeda, ha sido definitivo para que el PKK kurdo-turco depusiera las armas, desplazando el conflicto kurdo al noreste sirio, donde las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), aliadas del PKK y también de Estados Unidos, han pactado un difuso principio de acuerdo para un gobierno descentralizado con Al Sharaa, que desea el centralismo para afianzar su poder.

Marco Rubio y Benjamin Netanyahu, en la visita del primero a Israel en febrero. Reuters
Estados Unidos ha financiado a las SDF kurdas con fondos y armamento, equilibrando las negociaciones con Damasco y limitando el poder de Al Sharaa, lo que favorece la seguridad israelí al impedir un gobierno islamista unificado en sus fronteras.
Trump mantiene las sanciones económicas que impuso contra Asad, dificultando aún más la ya devastada economía siria. El estadounidense explora reubicar a los palestinos en Siria (y también en Jordania y Egipto) como parte de su visión de una "Riviera en el Mediterráneo". Una posibilidad que Al Sharaa no descarta a cambio del levantamiento de sanciones.
Aunque Trump anunció que quería abandonar Oriente Medio y se rumorea que busca el Nobel de la Paz, necesita mantener a Israel como su proxy para evitar que Rusia o China se hagan con una región estratégica.
Trump ha reafirmado su sostén a Benjamín Netanyahu con los bombardeos en Yemen contra los rebeldes hutíes, aliados de Irán, enviando un mensaje de presión a Teherán.
En Gaza, Washington se ha alineado con Tel Aviv en sus operaciones, que han dejado al menos 40.000 muertos, en represalia por los atentados de Hamás del 7 de octubre de 2023, donde fueron asesinados más de mil israelíes.
En Líbano, Washington ha liderado una tregua entre Tel Aviv y Beirut, que Netanyahu no ha respetado.
Israel ha aprovechado la caída de Asad para invadir el sur de Siria. Su estrategia incluye ganarse a las minorías drusas, evitar enfrentamientos directos con grupos armados sirios y mantener contactos muy discretos con las facciones kurdas. El objetivo es evitar un gobierno islamista centralizado en sus fronteras.
Al Sharaa ha condenado los ataques israelíes, pero no ha reaccionado, debido a sus múltiples frentes abiertos y su intento de seducir al mismo tiempo a Occidente, Turquía y las potencias del Golfo. Junto con los ataques en Siria y en Líbano, Netanyahu mantiene operaciones en Gaza, donde ha roto la tregua con la reanudación de ataques aéreos que han dejado al menos cuatrocientos muertos.
"Bruselas quiere implicarse en la reconstrucción de Siria para facilitar el regreso de los refugiados y atajar la radicalización islámica"
Arabia Saudí patrocina a Al Sharaa como un actor clave para contener a Irán, y al intentar mantener a Siria unida y centralizada se confronta a Israel. Riad, como Ankara, aboga por levantar las sanciones internacionales contra Siria y proporciona ayuda humanitaria.
Al Sharaa ha intentado distanciarse de su pasado islamista radical y de los Hermanos Musulmanes para ganar el favor saudí y occidental. Y Arabia lidera los esfuerzos árabes para marginar a Hamás y desarrollar un plan de reconstrucción de Gaza alternativo al de Trump, quien sugirió reasentar a los palestinos en Jordania y Egipto. En Líbano, los saudíes han dado su apoyo expreso al Ejército libanés frente a Hezbolá.
La Unión Europea, por su parte, ha levantado parcialmente las restricciones a Damasco (en energía, transporte y finanzas) con la condición de que el nuevo gobierno sea inclusivo y diverso. Lo que parece cada vez más difícil tras el estallido de violencia sectaria entre alauitas (chiitas) y sunitas radicales del nuevo gobierno en la costa siria en las últimas semanas, que ha dejado más de mil muertos.
Bruselas quiere implicarse en la reconstrucción de Siria para facilitar el regreso de los refugiados y atajar la radicalización islámica, por lo que ha destinado 2.500 millones de euros a la reconstrucción. Pero de nuevo saltaron las alarmas el 12 de marzo cuando Al Sharaa promulgó una Constitución interina que afianza su deriva autoritaria. Europa es más una potencia humanitaria que política.
Jordania coopera discretamente con Israel en el sur de Siria para evitar una nueva crisis de refugiados, mientras compite con Turquía por influir en el nuevo ejército sirio.
Catar apoya la reconstrucción de Siria y a Al Sharaa, y contribuyó a la islamización del conflicto en el pasado. La región kurda del norte de Irak es aliada de Erdogan y sus fuerzas han tenido conflictos con los kurdos sirios y kurdos turcos hasta la caída de Asad, mientras el gobierno chiita de Bagdad sigue siendo aliado de los ayatolás.
"Arabia Saudí lidera los esfuerzos árabes para marginar a Hamás y desarrollar un plan de reconstrucción de Gaza alternativo al de Trump"
Irán y en menor medida Rusia son los dos grandes perdedores en Siria. Teherán, debilitado por los ataques israelíes a objetivos militares, dejó caer a Asad e intenta recuperar presencia en Siria mediante alianzas internas con minorías. Al Sharaa ha acusado a los ayatolás de promover la revuelta alauita en la costa.
Rusia, muy desgastada por su invasión de Ucrania, también abandonó a Asad, pero mantiene bases estratégicas en Latakia y Tartus para su acceso al Mediterráneo. Al Sharaa no parece querer oponerse a Vladímir Putin, con quien también está pactando acuerdos económicos.
Aunque Moscú ha acusado públicamente al Estado judío de anexarse los Altos del Golán sirios y el sur de Líbano, no ha intervenido contra Tel Aviv. Rusia está siendo ambigua con respecto al régimen iraní, antiguo aliado junto con Asad, por lo que está alineándose pragmáticamente con Israel.
En conclusión y por ahora, Irán ha perdido influencia en la región, los principales aliados de Estados Unidos siguen siendo Israel y Emiratos.
Arabia también, pero difieren en derechos humanos y en su apoyo a Al-Sharaa.
Egipto y Jordania rechazan el plan trumpiano de refugiados gazatíes.
Turquía es miembro de la OTAN, pero apoya a Rusia y a Al-Sharaa, y se opone a la autonomía kurda.
Catar apoya a grupos islamistas (AQ, HTS, Talibán, Hermanos Musulmanes) también financiados por Irán, como Hamás.
En cuanto a Irak, colabora con Estados Unidos en seguridad, pero Irán tiene gran influencia en su política interna.
¿Y la segunda potencia económica? Antigua aliada de Asad, China se ha mostrado interesada en reconstruir Siria como parte de su proyecto BRI. Pekín ha suministrado armamento a Arabia Saudí, Egipto, Irán y Hamás, mientras mantiene un discurso oficial de neutralidad.
*** Marga Zambrana es periodista, corresponsal en China desde 2003 y en Oriente Medio desde 2013.