Paco González habla claro: "No me gustan los que, como Rubiales, graban conversaciones"
El director de Tiempo de Juego habla con EL ESPAÑOL de la actualidad deportiva, su obsesión por la Cocacola light y cómo ha cambiado su vida.
1 octubre, 2022 04:06Paco González (Madrid, 1966) viste juvenil. Porta camiseta, pantalones largos y unas deportivas. Llega al estudio de Cope con una sonrisa, una Cocacola Light en la mano —llegó a beber 22 en un día— y rechaza salir fuera a hacerse las fotos. "Mejor aquí, ¿no?", dice amablemente. El líder de la radio deportiva los fines de semana es un tipo tímido, de pocos amigos, aunque se lleva bien con todo el mundo. Si jugara al fútbol, su sitio sería el medio del campo, manteniendo el equilibrio del equipo y asistiendo al resto para que sean mejores.
Rara vez se pone nervioso, aunque de vez en cuando pone los puntos sobre las íes. Que se lo digan a Pep Guardiola —entrenador del Manchester City—, al que tildó de "lamejeques" hace unos años. "Cuando faltas y te metes con el país de otras personas, que también es el tuyo, estás ofendiendo. Una ofensa yo tiendo a aguantarla. Y dos. Y tres. Una lluvia ya… Al final, saltas", expone ahora González.
Sin embargo, no le gusta dictar sentencia pase lo que pase; en el argot futbolístico, se podría decir que es de los que juegan cortita y al pie, sin complicarse, que para eso ya está el árbitro. "¿Es que para que voy a condenar ahora? Es decir, si ahora mismo, por ejemplo, me dices: ¿qué prefieres Tebas o Rubiales? Pues, en sus condiciones actuales, Tebas".
El equilibrio es su gran virtud, pero a veces hay que pisar charcos, claro está. "Yo me llevo bien con todos, eh. Me llevo bien con Tebas, me llevaba bien con Rubiales... Pero esto de que grabara me ha alejado bastante...".
Eso no le ha gustado al director de Tiempo de Juego, acostumbrado a codearse con las más altas esferas desde que a los 25 años le encargaron que dirigiera Carrusel Deportivo en la Cadena SER. Le ha sorprendido la actitud del presidente de la Real Federación Española de Fútbol. "A mí no me gusta nada la gente que graba conversaciones, no me gusta nada porque creo que nunca se graban para nada. Si yo hablo con Julio Iglesias para decirle a mi mujer: 'Mira, lo he grabado... Pues vale. Pero no es el caso'".
A pesar de ser uno de los hombres más informados del país, aún no sabe qué ha ocurrido en la Federación para que Juan Rubiales acabara denunciando a su sobrino ante la justicia. "Juan y yo empezamos juntos. No somos amigos, pero hemos coincidido alguna vez. Y él y su sobrino eran uña y carne", viene a decir durante la entrevista con EL ESPAÑOL.
Por bandera lleva la humildad, la pasión por el trabajo y la familia, a la que está más unida que nunca. Es difícil que se altere, pero también lo hace de vez en cuando —hablando de Guardiola y el independentismo, por ejemplo—. Incluso, se mete en algunos charcos (o eso dice).
Un hombre con suerte
Su carrera en el periodismo se inició con un homicidio imprudente: el del carnicero de Betanzos. El homicida fue Emilio Butragueño, que falló un gol en el Bernabéu y provocó el infarto de aquel hombre, aficionado merengue, que dejó al pueblo sin carnicería. La historia —más amplia y ficticia— la inventó González durante las pruebas para ser becario en la cadena SER, para que el examinador no pudiera decirle que continuara narrando lo que ocurría. Fue el más listo de la clase, un título que muchos compañeros aún hoy le otorgan, y de aquellos polvos estos lodos.
Como joven estudiante había insistido en que, por favor, le enviaran a Deportes. Lo que a buen seguro no imaginaba es que su carrera sería estratosférica. Tras el periodo de prácticas, pasó un año trabajando sin contrato y luego Alfredo Relaño le fichó, tal y como le había prometido. Sólo llevaba tres años en el periodismo cuando sustituyó a José Ramón de la Morena en la noche deportiva de la SER, en plena pelea con José María García. Y antes de los 25 años ya era el director de Carrusel Deportivo, desbancando a Cope en su primer año y convirtiéndose en líder de audiencia.
Luego llegaron momentos complicados en la cadena de Prisa. En 2010, la pelea fue ardua y González y otros tantos tomaron sus bártulos para desembarcar en la competencia. Ahí asentarían de nuevo su liderazgo con un estilo fresco y plural.
A sus 56 años, Paco González es el director de Tiempo de Juego, en la cadena Cope. Sus compañeros le suelen alabar diciendo que es el mejor. Él, mientras tanto, aboga por la humildad, teniendo de referente a Vicente Marco, y por una filosofía de vida tranquila.
"Los problemas los meto en dos carpetas. Una es la de aquellos que resolverá el tiempo. La otra, la de aquellos que resolverá Hevia —el productor de su programa—", expone González. Tener esta filosofía de vida le ha costado décadas, pero, en parte, el éxito radica en la confianza en su equipo.
"Tengo que admirar a mis compañeros. Pepe Domingo es un ejemplo de vitalidad, de maestría profesional, de compromiso con los compañeros permanente. Lama es un puñetero volcán, tiene una fuerza dentro… Es capaz de montarte una redacción, da igual que sea en tele o en radio que en China, los Juegos Olímpicos... Pero es que te voy a seguir citando. Para mí, Rubén Martín es un maestro de la narración. Admiro a Hevia porque tiene todo en la cabeza y encima es brillante. Está con 20.000 cosas ahí y es capaz de seleccionar los mensajes y leerlos con chispa. Admiro a muchísima gente, pero a los que más, a los que tengo al lado de que les veo cada día, son un ejemplo".
Si te llamas Juan Manuel, te apellidas Castaño y has leído el párrafo anterior, tranquilo, antes de de responder la siguiente pregunta se acordó de ti: "Al paleto, a Juanma Castaño, lo quiero mucho, que es un celoso. Ha hecho una transición de ser el inalámbrico con chispa, el tío gracioso, a presentador de tele, a cocinero y, para mí, a estrella de la radio deportiva nocturna… Impresionante. Para mí es tener el ritmo, tener la capacidad radiofónica del ritmo".
González se considera, ante todo, un tipo con suerte. Aunque trabaja bastante, no vislumbra la jubilación y se dedica a disfrutar de lo que hace, bien sea trabajo o estar con los suyos. La última semana, como no había liga, se fue de viaje con la familia. Los fines de semana en los que hay competición regular los pasa en el estudio. "No sé, ¿14, 15 horas?". Ahí es donde se llega a beber hasta 22 Cocacolas. "Light, que no saben igual. Desde aquí hago un llamamiento para que no la quiten, que ya en todos sitios hay zero".
El primer oyente
Paco González no se ha dado cuenta de todo el tiempo que ha pasado desde que comenzó su reinado. 30 años liderando la radio los fines de semana, que se dice pronto.
—¿Cómo ha ido viviendo todos esos cambios?
—Cuando estás dentro no sabes a qué velocidad va el tren. Yo me acuerdo cuando empezaba que decíamos: esto lo va a petar. Luego llegaron internet, las redes, desmantelar las audiencias televisivas, que se ha convertido en un minifundio... Los cambios que se han producido yo los he visto más hacia los lados que en nuestro propio camino, porque la radio más o menos, más o menos, sigue siendo lo que fue. Seguimos siendo más o menos cuatro cadenas generalistas, blogs musicales, las locales, etc.
Y el cambio radical que nos pasó a nosotros fue que me echaron a mí en la especie de trasvase que hubo a la COPE. Salvo eso, que es un momento muy, muy especial en la vida de cada uno, y más en la mía, que fue al que le tocó ser el protagonista, lo demás lo he vivido con cierta naturalidad. O sea, no he sentido la sensación de velocidad, de vértigo, de cómo está cambiando todo.
—¿En quién se fijaba el González más joven? —en aquella época, José María García y José Ramón de la Morena tenían una competencia brutal cada noche por la audiencia.
—Yo quería hacer la radio que quería escuchar. Siempre me defino más que como el director del programa como el primer oyente. Oigo todos los minutos del día y sé lo que me gusta y lo que no me gusta. Pero no es que yo crea que mi criterio es el mejor, es que creo que yo soy una persona normal y un oyente normal y que la gente va a querer lo que yo quiero. Si yo fuera oyente, querría que me trataran normal. O sea, que no me trataran como un tonto ni tampoco como un erudito. Normal. Desde el primer momento traté de hacer un programa de radio que le facilitara la vida al oyente. Por ejemplo, los domingos, yo sabía que mucha gente nos oía por los coches, en los viajes, y había muchos partidos a la vez. Para que no se tengan ni que preocupar de los resultados, creamos una estructura de cada cuarto de hora, ronda informativa.
Luego, cuando ya se habían pasado el tramo de todos los partidos, nos centramos en uno, el del plus el domingo y el de las autonómicas el sábado. Para ese partido yo lo que tenía en la cabeza era: aquí tiene que hablar mucha gente, no mucha gente por números, sino si puede ser pues un árbitro, uno identificado con este equipo y uno identificado con este otro. Gente que sepa, que aporte valor, porque al final entre todos, entre el narrador y los dos comentaristas, el árbitro, Pepe y yo, que hablamos más o menos en mitad de un partido... Alguien siempre va a decir lo que tú estás pensando. Entonces, sin agotar la narración radiofónica, que para mí es una maravilla, soy un loco de la narración, pues adornarlo. Que todos se pudieran sentir representados.
González cuenta cómo hubo que cambiar algunas cosas al principio. "Las estrellas, cuando yo llegué al programa, eran los inalámbricos, porque veníamos de la herencia de años de García. Después de García, las estrellas del programa no eran los narradores, eran de La Morena y Roberto Gómez, los inalámbricos. Era un tiempo en el que se permitía el acceso al campo, se podía entrevistar a casi todo el mundo. Eso empezó a cambiar y yo creía que el peso lo tenían que llevar los narradores. Antes narraba el de la ciudad y sólo se viajaba a ser inalámbrico. Yo prefería identificar una voz con el equipo. Lama, el Madrid. Oliveros, el Barça...".
Si a usted, aficionado, cualquier tiempo pasado le parece mejor, González no lo comparte. "No echo de menos que hable un futbolista", expone. Tampoco le molesta los narradores predeterminados de La Liga. "Si la Liga quiere envasar su producto, allá La Liga. A mí eso no me parece mal. Me parece mal que, si pago mil kilos por un producto, no decida cómo le pongo el lazo, pero eso no es problema de La Liga, es más de Movistar".
—Es un tipo tranquilo, sosegado, que no se mete en muchos charcos.
—(Algunos sí, apunta). Es que la mayoría de veces que se grita no se dice nada. Yo cuando, por ejemplo, en El Tertulión hay tres hablando a la vez, estoy pensando en el oyente. No se está enterando de nada con tres tíos hablando a la vez. No te enteras de nada. Y si son cuatro o seis, que a veces pasa, bajo el diapasón y digo no colaboro con el griterío. Pero sí, a veces te encabritas y dices cosas incluso que no quieres.
—¿Algún momento en el que le haya incomodado la polémica?
—Seguro que me sentí incómodo en alguno, seguro —lo piensa—. Ten en cuenta que ahora ya tengo canas, pero las broncas que teníamos con Clemente o con Florentino, cuando venían a El Larguero, cuando lo hacía De la Morena... Siempre he tratado de no ser irrespetuoso y por lo tanto no irme para casa diciendo: 'Dios mío, para qué le habré faltado en algo personal'. Se me puede ir diciendo que podía haber dicho tal, yo soy muy autocrítico y siempre voy diciendo por ahí, podría haber hecho esto, de argumentar así o asá... Pero no en momento de bronca, sino en cualquier momento de la radio. Supongo que las broncas son de los momentos más incomodos. No te sabría elegir uno.
—Pero alguna vez lo ha tenido que pasar mal, seguro. El 1 de octubre de 2017, del que se cumplen ahora cinco años, por ejemplo, fue un momento difícil. Hubo un Barça-Elche a puerta cerrada nada común.
—Fue un pollo. Hubo una bronca… Especialmente entre Pepe Domingo y Pichi Alonso. Digamos que la gente que estaba comentando el partido, el equipo habitual de COPE en Barcelona había visto cosas por la mañana, que las que nosotros habíamos visto por la tele no tenían nada que ver. Es decir, era la visión de cada uno y fue la discusión que tuvieron. Vieron que se había golpeado por parte de la policía a personas incluso mayores o gente que no tenía ninguna mala intención. Y Pepe y nosotros lo que veíamos era una desobediencia multitudinaria, con ganas de tocar las narices. Entonces, claro, fue un momento de tensión muy, muy, muy crispado. Yo ahí, ante la duda, pienso siempre en el oyente. Al que piense como Pepe seguro que le gustaría escuchar a Pepe, al que piensa como Pichi, como Pichi, y al revés. Y seguro que a los dos lo que más les apetece ahora mismo es que hablemos de fútbol, que ya bastante tensión hay ahí. Yo traté de reconducir aquello por un momento.
—¿Qué le parece que se mezclen política y fútbol?
—La mayoría de las veces sale mal. La mayoría de las veces, pero otras es inevitable.
—Ahí el mayor exponente puede ser Guardiola...
—Yo cuando dije lo del Lamejeques… Es que, joe. Hay un fallo de un tribunal, de unos jueces que están preparadísimos. Y encima es que conozco a uno de ellos. Es un trozo de pan y una persona preparada que flipas. Antonio del Moral. Juego con él al fútbol. No puede haber nadie más noble que él. Y que gente que no ha terminado una carrera, que no se ha leído la sentencia y raje contra ella y de paso despache mierda contra tu país... Te pone de muy mala leche. Porque tú puedes decir: no estoy de acuerdo con la sentencia, con el castigo que ha habido, no estoy de acuerdo. Pero cuando faltas y te metes con el país de otras personas, que también es el suyo, estás ofendiendo. Una ofensa yo tiendo a aguantarla. Y dos. Y tres. Una lluvia ya… Al final ya saltas. Antes de meteros con España, meteros con el país en el que estáis viviendo, del que estáis trincando, que no permite que haya gays, que no permite a la mujer conducir, que tiene cortada las libertades, en el que no se vota... Joder, hay muchas cosas de las que tenéis que hablar antes de meteros con un país en el que podéis decir lo que queráis.
—Se enciende cuando habla de esto.
—Me enciendo al recordar por qué me puse así en aquel momento. Yo sé separar perfectamente. Guardiola me parece un entrenador de la leche. Hay veces que sus equipos me aburren un poco. De hecho, ahora creo que ya no me voy a aburrir porque ha fichado a Haaland y lo que quiere es terminar jugadas. Pero, por ejemplo, en el Bayern había partidos que decía: con lo eléctrico que era antes y ahora es 99% de posesión. Y sí, ganaba 3-0 y 4-0, pero no era atractivo.
—Volvamos a los países de los que hablaba anteriormente, como Arabia Saudí. ¿Qué le ha parecido el embrollo de Rubiales con la Supercopa?
—Primero te digo lo de Arabia Saudí. Yo creo que de Arabia Saudí está saliendo tanto dinero para el deporte que aquí el primero que hable va a quedar retratado. O sea, primero ha sido Rubiales con la Supercopa, pero ya verás cómo también va a haber acuerdos con los clubes. De hecho, ya los hay. Ha salido dinero para la Fórmula Uno, ya hay carrera; y dinero para el circuito de golf. Claro, si a mi me dan a elegir dónde celebraría un evento, pues trataría de que fuera en un país más acorde con mis valores. Pero aquí quién va a decir algo, si España tiene acuerdos económicos, comerciales, importantes, de muchísimos millones. Si empresas españolas construyen los trenes de alta velocidad en esos países. Entonces... Se puede mantener una línea de pensamiento, que en mi caso es muy fácil porque no tengo ninguna relación comercial con Arabia, o se puede ser cínico como a veces lo son los políticos y dicen: 'No, no hay que hacer esto…'. Pero qué dices, si estás haciendo otros negocios allí. ¿De qué me estás hablando? Así lo veo yo.
—Tema Rubiales.
—Los líos de Rubiales... Yo hay algo que flipo y es cómo se ha roto la relación con su tío. Su tío es de los que empezó, o yo con él, en el periodismo a la vez que empezábamos a torear. Lo conozco hace mil años. No es que hayamos sido amigos íntimos, pero el primer año en la Federación de Rubiales su tío es el jefe de Gabinete. Pero hemos ido a un par de comidas con ellos. Eran uña y carne. Que eso haya estallado de esa manera... Me parece incomprensible, no sé por qué ha sido, todavía no lo sé. Y lo pregunto todos los días a gente que puede estar muy bien informada. Pero esa es para mí la señal de que algo ya estaba pasando en el caso Rubiales en la Federación. Todo lo que ha ido sucediendo después es tremendo. A mí no me gusta nada la gente que graba conversaciones, no me gusta nada porque creo que nunca se graban para nada bueno. Si yo hablo con Julio Iglesias para decirle a mi mujer mira, lo he grabado, vale. Pero no es el caso.
—Le ha sorprendido por lo que veo.
—Sí, me sorprende muchísimo todo lo que ha pasado con el asunto de Rubiales en la Federación y, lo que más, la relación personal. Que el tío acabe yendo a un juzgado a denunciarle por juergas, por mentir en viajes, por despilfarros… Yo, como en todas las cosas, concedo la presunción de inocencia, pero la verdad es que estoy mirando un poco asombrado y esperando a que los jueces decidan, porque en esto supongo que anticorrupción o algún juez, al que ha ido en concreto su tío a denunciar, tendrá que decir algo.
—¿Y mientras tanto?
—¿Es que para que voy a condenar ahora? Es decir. Si yo ahora mismo me dices: ¿qué prefieres Tebas o Rubiales? Pues en sus condiciones actuales, pues yo Tebas, que no tiene causas pendientes. Yo me llevo bien con todos, eh, con Tebas, con Rubiales... Pero esto de que grabara me ha alejado bastante, aunque trato de llevarme bien con todo el mundo porque es la mejor manera de luego tener la libertad de decir: pues es una vergüenza que Rubiales grabe conversaciones, pero me mola el formato que ha hecho de Copa del Rey. O la manera de decir me mola el pedazo de empresa que ha construido Tebas en la Liga, pero no me mola que se juegue los lunes porque me está metiendo una bacalá y los lunes no es necesario castigar a las aficiones. Yo trato de tener buena relación con todo el mundo y creo que la tengo, pero sobre todo no una relación tan vinculante que tú no puedes decir lo que tú crees.
—¿Cómo es posible mantener ese equilibrio?
—También te digo una cosa que creo que me ayuda: que llevo mucho tiempo en esto.
—Puede, pero hay otros que no tienen ese equilibrio.
—Bueno, a lo mejor el equilibrio no es lo bueno y lo mejor es estar solo de un lado y estoy haciendo el panoli. Pero como yo siempre pienso en el oyente... Voy a tratar de darle a la gente todo lo que yo creo que hace de bueno y de malo, de uno, de otro, del de más allá de un equipo, de un directivo, de un jugador, de lo que sea. Evidentemente, en los comentarios ya muestras tu preferencia, pero que sea el oyente el que sepa. Para qué le voy a dar yo mi pensamiento masticado y decirle Tebas es el bueno, tal es el malo. Yo creo que se ha equivocado en esto... Yo no creo en un sermón, que me den información, sí, con un poco de opinión, pero no sueltes aquí una chapa tuya. Tú no eres nadie y yo no soy nadie.
El del FIFA
Muchos le conocen por la radio, pero él sabe que gran parte del público ha llegado hasta él a través de la videoconsola. Porque su "daaaale, Manolo", con el que arrancan los encuentros en Cope, también marca el inicio de los partidos en el FIFA. Él y Lama son los únicos narradores del juego de EA Sports que lo han hecho desde sus inicios en el 95. El formato cerrará en 2023. "Es una gente que se ha portado muy bien y a mí siempre me ha parecido una oportunidad magnífica para que la gente joven se acercara a la radio. De hecho, yo cuando llevaba los niños al cole no era el de la radio, era el del FIFA. Y eso que era el comentarista, con Lama ya debe ser que se ponen hasta nerviosos".
A pesar de haber sido pionero en muchos aspectos, no se ve dando paso a una partida de Lol. "No creo que sea muy radiofónico a día de hoy. No creo. Quizás he estado equivocado y es el pelotazo a la vuelta de la esquina, pero me parece que es más para que los chavales lo vean que para que lo escuchen".
Para él, estos formatos no son la competencia, sino una oportunidad de atraer a más público al deporte. Y eso que ni siquiera tiene redes sociales —no quería defraudar a todo el mundo a la vez—. También rechaza participar en Twitch. "Es que ni lo manejo, ¿sabes? A veces me dicen: vente a mi canal de Twitch, tal… Y yo digo: ¿Estando una hora parado, fuera de la radio y sin fumar? Es imposible".
González es un tipo sosegado. Ha abandonado la lectura desde la pandemia —"soy un desastre"— y se despierta a mitad de la noche cada día. "No tiene nada que ver la Cocacola ni otras preocupaciones. Simplemente me despierto y luego me vuelvo a dormir desde el confinamiento", dice. Es un tipo tranquilo, amable. Se despide sabiendo que ha manejado el partido a la perfección. Encantador y sonriente, como al principio, con la clase que define a los mediocampistas en un trabajo que casi nadie reconoce.