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“Estoy muy asustado y no solo temo por mí, sino por mi esposa y por mis hijos”, asegura Vladimir Petrov desde el rincón de España donde, desde el pasado año, vive completamente oculto junto a su familia con la esperanza de burlar a los sicarios del Servicio de Inteligencia Exterior (SRV) y el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB), que es por así decirlo el KGB de Putin.

“Es muy obvio que el Kremlin tiene informadores en toda Europa que tratan de mezclarse con la comunidad rusa en la diáspora y yo estoy en la diana de esa gente porque, sin ninguna duda, el Gobierno ruso se halla plenamente convencido de que poseo información militar sensible", sostiene.

Durante su relato, apunta: "Ya me han acusado verbalmente en varias ocasiones de espionaje e incluso llegaron a indicar de forma expresa y por escrito que tengo información secreta. Se supone que la obtuve gracias a los pedidos realizados por el Ministerio de Defensa a Lipetsk Machine Tool Enterprise, la fábrica de maquinaria que han intentado arrebatarme. Estoy seguro de que los agentes del FSB me han estado siguiendo como lo estoy también de que las fronteras no son un impedimento para ellos. Me siento vulnerable”.

El asunto es muy serio porque el Gobierno de Putin se toma tan en serio la protección de sus secretos militares como los apparatchik de la época soviética. Incluso, antes de su caída en desgracia, el ingeniero Vladimir Petrov era obligado junto al resto de sus empleados a embutirse en la cabeza una gran capucha de plástico negro cada vez que iba a poner en marcha alguna de sus máquinas a las instalaciones de Sevmash, que es la empresa de construcción naval más grande de Rusia, además del único lugar donde se producen sus famosos submarinos nucleares.

“Nada más franquear la puerta nos cubrían el rostro con una especie de opaca bolsa oscura de lona del tamaño de una tienda de campaña y teníamos que caminar así hasta que llegábamos hasta nuestras máquinas”, recuerda. “Y el proceso se repetía a la salida”.

Dos operarios en la fábrica de Vladimir.

Dos operarios en la fábrica de Vladimir. Cedida

¿Quién es, entonces, este ingeniero ruso de 52 años que ha escapado a España junto a su familia y que vive escondido como una especie de fugitivo por temor a que los asesinos del GRU (Departamento de Inteligencia) o del FSB acaben con su vida, tal y como hicieron hace algo más de un año en Alicante con Kuzminov, el piloto de helicóptero que desertó a Ucrania con su nave?

Vladimir nació en 1972 en la ciudad soviética de Yaroslavl, aunque creció en Lipetsk. Su padre era ingeniero como él y su madre, profesora. Después de graduarse en el instituto, fue asignado a una de las empresas de construcción de maquinaria en Yaroslavl, de acuerdo a la costumbre soviética. Eso marcó su vida.

“Pocos años después de graduarme como ingeniero electrónico, en 1995, comprendí que necesitaba convertirme en un emprendedor”, recuerda. “En aquella época, los salarios en Rusia se pagaban a menudo con meses de retraso, si es que se cobraban. Pero al mismo era una época de grandes oportunidades. Yo nunca planeé convertirme en fabricante de máquinas de herramientas, pero eso es justamente lo que hice, empujado por las circunstancias", reconoce.

"Comencé reparando viejos cachivaches que después vendía a precios diez veces menores que los de las máquinas nuevas. En 1997, decidí crear mi propio taller de reparación de máquinas usadas con tan solo diez empleados. Fue el primero de Rusia. Años después, se me unieron mi hermano menor y mi padre, quien dicho sea de paso no estaba al principio muy impresionado por mis planes. Siete años después, en 2004, creamos una nueva empresa en un taller en ruinas construido sobre la entonces moribunda planta de tuberías. En poco tiempo se convirtió en uno de los cinco líderes de construcción de maquinaria y en la número uno en fabricación de equipos para el rectificado de metales”.

Vladimir dentro de su fábrica.

Vladimir dentro de su fábrica. Cedida

¿Por qué ha llegado a inquietar al Kremlin que un emprendedor pusiera en marcha una exitosa fábrica de rectificadoras, tornos y fresadoras, entre otras tecnologías? Porque son la clase de herramientas con las que se producen las piezas que se usan en la industria militar rusa para fabricar desde submarinos a carros de combate o buques.

Ese ha sido, de hecho, el origen del problema, especialmente agravado a raíz de la anexión de Crimea, que es cuando el Kremlin comenzó ya a reactivar su industria bélica, en previsión de la invasión de Ucrania a gran escala. Se supone que Vladimir posee información sensible para la OTAN y a la gente del Kremlin le incomoda que ande por el espacio 'Schengen' de sus enemigos europeos la clase de “traidor” que financiaba a disidentes como Alexsei Navalny. Pero vayamos por partes.

La Iglesia de la Cienciología

“Cuando mi fábrica ya se hallaba entre las líderes de las empresas del sector, la Administración rusa creó un holding llamado Stankoprom con el que pretendía agrupar (y controlar) todas las fábricas de máquinas-herramienta avanzadas”, afirma Petrov.

“Al principio, pusieron al frente a profesionales que entendían el negocio. Pero en torno a 2018 y 2019, los reemplazaron por extraños elegidos a dedo atendiendo exclusivamente, no a sus méritos personales, sino a sus conexiones personales con altos cargos del gobierno o a su ciega lealtad a las autoridades. No entendían nada sobre la producción de máquinas, pero querían ganar dinero sirviéndose de su estatus y de su cercanía al poder. Fue entonces cuando comenzaron a apropiarse de las empresas del sector”, narra.

Vladimir Petrov junto a su hijo.

Vladimir Petrov junto a su hijo. Cedida

La fábrica de Vladimir era un bocado muy sabroso y el ataque no se hizo esperar. “Como rechacé las ofertas de compra, recurrieron a sus viejos trucos sucios: la fabricación de casos penales”, sostiene el ingeniero.

“Finalmente, en la primavera de 2019, acabé con mis huesos en un bloque especial de Butyrka, una de las prisiones más terribles de la Federación de Rusia. E incluso allí, en Moscú, continuaron presionándome para que les entregara la fábrica. Como no cedí a sus chantajes, me acusaron de espionaje y trataron de desacreditarme recurriendo a mi condición de cienciólogo porque, sí, en efecto, desde hace algunos años, pertenezco a la Iglesia de la Cienciología”.

La Iglesia de la Cienciología que menciona es un grupo de entidades corporativas interconectadas y otras organizaciones dedicadas a la práctica, la administración y la difusión de un religioso, que a menudo ha sido descrito como una secta peligrosa por el estado ruso y ha estado en el ojo del huracán de numerosas controversias que sugieren que, detrás de su fachada espiritual, hay un negocio manipulador con ánimo de lucro. Con todo, tiene decenas de miles de seguidores. Algunos, tan famosos como el actor Tom Cruise.

Antes de que Vladimir obtuviera contratos para la fabricación de máquinas-herramienta específicamente diseñadas para el uso del Ministerio de Defensa ruso, trataron de obligarle a firmar lo que la administración de Moscú denomina una “licencia FSB”, que viene a ser una especie de compromiso de lealtad a la dictadura, que a su vez abre el acceso a información militar sensible. Como ya se había puesto en marcha la agresión a Ucrania y Vladimir no deseaba involucrarse en la agresión, se negó desde el primer momento a obtener esa licencia, lo que le creó aún más problemas.

Vladimir Petrov en una imagen de archivo.

Vladimir Petrov en una imagen de archivo. Cedida

Nunca se fiaron de Petrov. Cuando le encargaban máquinas, no le proporcionaban todos los planos completos, sino tan solo cierta información básica fragmentaria que a veces ocultaba incluso el destino final de la herramienta o de las piezas que se fabricaban. Es decir, podía darse el caso de que ignorase si el elemento iba a ir destinado a una fragata o un submarino nuclear porque recelaban abiertamente de él, algo que después utilizaron para sustentar su acusación de traición.

Que Petrov se haya convertido en uno de los rusos más amenazados en España es un hecho comprensible cuando se considera su carrera en su conjunto. Desde que echó a andar su compañía, el emprendedor de Lipetsk fabricó rectificadoras para los centros de reparación naval de Zvezdochka y Dalzavod; la planta de fabricación de instrumentos de Novosibirsk (donde se producen dispositivos óptico-mecánicos y óptico-electrónicos) o para ODK-Ufa Engine Production Association, que es un fabricante de motores para aviones.

“Antes incluso de que empezaran a extorsionarme abiertamente, me presionaron de todas las formas posibles para que obtuviera la licencia del FSB, pero me negué siempre por miedo a los compromisos paralelos que acarreaba, y en vistas sobre todo, de que no quería ser cómplice de la matanza de Ucrania”, nos aclara el ingeniero. Lo de la Cienciología fue mucho más que una chinita en su carrera empresarial, dada la vinculación de esa iglesia a Norteamérica.

¿Cómo termina un ingeniero ruso involucrado en la industria militar de su país convirtiéndose en un ferviente creyente de la Cienciología? “En aquella, teníamos tres hijos con mi esposa (luego llegó otro más)”, explica.

Vladimir Petrov en su lugar de residencia en España.

Vladimir Petrov en su lugar de residencia en España. Cedida

“Y en 2012, comprendí que estaba tirando mi vida por el sumidero de la fábrica, como había hecho ya antes mi padre. Ya no dedicaba tiempo a mi familia. Algo estaba haciendo mal para quedarme ausente de sus vidas. De entrada, llegué a considerar con mi padre y con mi hermano lo de vender la fábrica pero nadie estaba interesado en una empresa manufacturera. Les seducían más nuestros almacenes que la producción de máquinas-herramientas", explica.

"Fue en ese mismo año cuando, por casualidad, acudí a un seminario de gestión empresarial organizado por una consultoría de San Petersburgo. Ello me ayudó a entender todo lo que no sabía y cambió mi comprensión de los negocios. Resultó, al mismo tiempo, que su tecnología de gestión era el famoso sistema de Ronald Hubbard, que es el fundador de la Iglesia de la Cienciología. A partir de ese momento, pasé tres años completamente inmerso en el estudio de esa tecnología y en permanente comunicación con los cienciólogos”.

Aquello fue solo el principio del romance con Hubbard. “A finales de 2015, me vino a la mente un pensamiento inesperado: si estas maravillosas personas me ayudaron a descubrir cómo manejar la planta y yo mismo lo veo y lo entiendo claramente, ¿por qué no averiguar por mí mismo qué es esto de la Cienciología? Además, tenía muchas preguntas que quería resolver de una vez por todas (similar a los negocios), pero no sabía cómo. En general me interesó mucho, sobre todo porque los cienciólogos me parecían personas más positivas, con una postura afirmativa de la vida en cualquier situación, y eso me gustó. Y en 2015 pasé por una entrevista y, a partir de ese momento, comencé a considerarme ya cienciólogo”.

A Vladimir no se le ha escapado nunca un hecho significativo. De entrada, la demanda estatal para la producción en serie de productos relacionados con las máquinas-herramienta se incrementó tras la anexión de Crimea, pero el gran salto cuantitativo se produjo a partir de 2018, lo que le lleva a sospechar que Putin planeó la invasión ucraniana a gran escala con muchos años de anticipación. Fue precisamente a partir de entonces cuando incrementaron las coacciones para que vendiera su fábrica de Lipetsk al holding estatal.

Vladimir en la entrada de ACN

Vladimir en la entrada de ACN

A la cárcel

“Claro, ahora vuelvo la vista atrás y considero la fecha del inicio de la guerra con Ucrania y lo tengo todo ya muy claro. Se estaban preparando para atacar a los vecinos”, dice. “Hicieron cuanto estuvo en su mano para apoderarse de mi empresa. Me amenazaron con hacerme daño. Después, amenazaron con hacer daño a mi familia, en el caso de que no cediera. Tuve que hacer frente en mi casa y en la planta a toda suerte de registros policiales, a los que nosotros solemos referirnos como 'espectáculos enmascarados'”.

A renglón seguido fabricaron el procedimiento penal ficticio y me privaron de libertad durante seis meses en un bloque especial de la prisión más peligrosa del país. Durante el tiempo que estuve en Butyrka, pusieron al frente de mi empresa a Alexei Shelgunov, que está directamente relacionado con una sociedad que es parte del holding Rostec y que está incluida en la lista de empresas sancionadas de Estados Unidos y la Unión Europea”.

Rostec es una corporación estatal rusa establecida a finales de 2007 para promover el desarrollo, la producción y la exportación de productos industriales de alta tecnología para los sectores civiles y de defensa. Reúne a alrededor de 700 entidades que forman 14 holdings empresariales. Esta corporación creo a su vez la antes citada sociedad anónima Stankoprom, que es el holding ruso de máquinas-herramienta que ha intentado apoderarse de Lipetsk Machine Tool Enterprise, la empresa de rectificadoras, tornos y fresadoras creada por los Petrov.

Al ingeniero le acusan, entre otras cosas, de estafa en el ámbito de negocios civiles, de incumplimiento contractual y de proporcionarles maquinaria (para su industria bélica) que incumplía las condiciones pactadas en los contratos con las empresas estatales. Y ello, a pesar de que, tras su entrega, recibió documentos de conformidad con el pedido. Una vez más, fue todo una mascarada organizada por los títeres de Putin.

El empresario, en una imagen de archivo.

El empresario, en una imagen de archivo. Cedida

La juez que lleva el caso, Olesya Mendeleeva, se halla incluida en la lista de personas sancionadas. Fue ella también quien rubricó las condenas de opositores como Alexei Gorinov y Vladimir Serebrennikov. Le reprochan igualmente colaborar con la disidencia, aunque según admite él, toda su participación en los actos de la oposición se ha limitado hasta la fecha a la entrega de donaciones económicas al FBK y en la participación en las manifestaciones organizadas por el partido. Con todo, fue más que suficiente para señalarse como empresario hostil al régimen de Putin, lo que, en última instancia, le llevó a escapar a España.

Para la abogada de Vladimir, una experimentada abogada rusa con despacho en Valencia llamada Elena Taranova, “nos encontramos ante un procedimiento falaz y ante la clásica ficción de las autoridades rusas. La han fabricado una vez más sin respetar los derechos constitucionales de Petrov y su finalidad no es otra que perseguirle por sus creencias y opiniones, así como apropiarse de forma aparentemente 'legal', mediante un falso procedimiento penal, de una fábrica estratégica para la industria de defensa”.

Pese a que Vladimir no se hallaba en ninguno de los supuestos que contempla el Código Procesal Penal de Rusia y a pesar también de que la prisión preventiva no puede imponerse por delitos cometidos por un empresario en relación a su actividad empresarial, el fundador de Lipetsk Machine Tool Enterprise terminó en Butyrka, Moscú, lo que, al decir de Taranova, corrobora el hecho ya sabido de que la administración política y la judicatura rusa desprecia sus propias leyes cuando se trata de represaliar a quienes desafían al régimen de Putin.

"Son cientos los relatos que a lo largo de los años se han hecho eco de los horrores que se viven en la prisión en que Petrov pasó seis meses. Así, por ejemplo, un recluso escribió: 'En varias ocasiones me he sentido tan mal que he rogado a Dios que me deje morir. No creo que el infierno sea tan terrible como este lugar creado por el hombre. Dios es misericordioso, no como las personas'", asegura la veterana abogada. Por su despacho han pasado a lo largo de los años docenas de casos semejantes al de Petrov.

Petrov con su familia al completo.

Petrov con su familia al completo. Cedida

Fue tras su estancia en aquel penal moscovita cuando Vladimir resolvió salir de Rusia. “¿Que por qué vine a este país?”, afirma. “Después de huir de Rusia, atravesamos prácticamente toda Europa y España fue el primer lugar donde tuvimos la sensación de estar en casa. Volver allá sería un suicidio. Ellos mismos me dijeron durante los interrogatorios a los que me sometieron que podrían encarcelarme simplemente por el hecho de ser parte de la Iglesia de la Cienciología. Verbalmente, me han acusado también de espionaje”.

“A pesar de todo, hoy me siento orgulloso de lo que he logrado”, afirma Vladimir. “Tengo una familia fuerte: una esposa estupenda y cuatro hijos. Estoy rodeado de personas maravillosas y amigos que me apoyan. Logré construir la planta de máquinas herramienta que lidera el sector de las rectificadoras en Rusia y que todavía está prosperando y no cede. A pesar de todos los ataques de los asaltantes del estado ruso, mi familia y yo pudimos sobrevivir con dignidad a todas mis prisiones, arrestos e interminables procesos penales por casos inventados. Toda nuestra familia abandonó el hogar y entró en un periodo de miedo y de completa oscuridad en julio de 2024.

Estamos viviendo como fugitivos y, en efecto, como dije, tengo miedo por mí y por mi familia. Pero la manera en que afrontamos y vivimos nuestras vidas es lo que ahora cuenta”.