El “Oro de Moscú” fue el sobrenombre de una de las campañas propagandísticas de los sublevados contra la II República. Storytelling cierto. Por orden del gobierno republicano, presidido por Largo Caballero, 510 toneladas de oro partieron desde el Banco de España al Moscú de la Rusia bolchevique.

En los años treinta España era el cuarto país del mundo con mayores reservas de oro. Los republicanos financiaron la Guerra Civil gastando los ahorros estatales, mientras que los sublevados sufragaron la contienda  a crédito, con empréstitos  que  hipotecaron el desarrollo del Estado.

España está otra vez desazonada con el precioso metal. No se trata ahora del oro de Moscú, sino del de Belorado. La estrambótica exabadesa ha vendido una cantidad de ese metal que había acumulado con la avaricia de la urraca. Sus andanzas tienen todos los visos de ser una mina para la psiquiatría forense. La egolatría y el dogmatismo se describen en los tratados de la disciplina. En el castellano popular de Delibes dícese tener muy dura la jeta.

Laura debe caer en delirios y a la ensoñación que le importa un bledo pensar  en la pobreza clarisa ,  en su mollera inculca el estallido de la III Guerra Mundial. También un cambio climático que traería el fin del planeta. El fundamento de ese trastorno en el clima es sin más que los geranios se secan en el claustro de Belorado. Pero en ese cenobio hasta el clima es impostor, solo se los zampaba la plaga de barrenillo como a mi tía Manolita, que está que trina. Tan voraz es el gusanillo como García amasando oro.

 “Laura no está, Laura se fue" es un clásico del pop en español. ¡Y tanto que Laura se fue! Se largó ladinamente a un “Compro oro” a pulir el metal que Mamón, el demonio de la avaricia, había tentado adquirir. Ese debe ser el maligno que por la noche movía objetos en el convento de Derio. La infrascrita Laura, en vez de pensar en repartir las riquezas entre los pobres, guardó los dineros para si y sus compinchadas, como el viejo Harpagón de ‘El avaro’ de Molière, un ser usurero y especulador.

¿Será el oro de Belorado una parte del de Moscú? García, en sus éxtasis que no inmortalizaría Bernini como el de Santa Teresa, debe ver a la niña de la película del exorcista. Laura, menos Netflix y más leer la vida de Santa Clara. ¡Y vaya por Dios! Pone usted de chupa de domine a mil cuatrocientos millones de católicos por herejes y vende el oro de Belorado con la conciencia más negra que el alma de Judas. Yo mismo, católico del Vaticano II merezco la hoguera. Vaya comprando leña de encina.

Está Laura en sus cabales para lo que quiere... De sobra sabe que unos cuantos artículos del Código Penal acechan sin piedad sus trapisondas. Laura y Sión la también exmonja de risa sardónica y demás cismáticas, no tienen interés alguno en el compango y de “asustar” las fabes que prometen servir en Arriondas. Son muy tusas como Harpagón y lo que se han buscado es techo, posada y fonda en la bella Asturias, para cuando la justicia ejecute el desahucio contra estas impostoras y salgan de Belorado del bracete de la Benemérita no den con sus huesos en la calle. Entonces las fabes les darán flato y regurgitará implacable la morcilla.

Las cismáticas son ya la España esotérica, como las caras de Bélmez, el papado del Palmar de Troya, la santa compaña, la monja de las llagas, Raimunda la fantasma parlanchina del palacio de los marqueses de Linares. ¡Qué vuelva Valle Inclán y escriba este esperpento!