
Rafael Canogar: 'Pilón', 2017-009. Foto: © Rafael Canogar, VEGAP, Madrid, 2025
Rafael Canogar, un pintor inmenso que despliega toda la luz del arte abstracto
El artista presenta una retrospectiva de su trayectoria en el madrileño CentroCentro, donde despliega su dominio de la pintura abstracta.
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Estamos ante un acontecimiento verdaderamente notable: cuando está próximo a cumplir 90 años, se han reunido en torno a sesenta obras, de una calidad excepcional, de Rafael Canogar (Toledo, 1935).
La exposición, estructurada en cinco capítulos, no tiene un planteamiento cronológico, algo habitual en las retrospectivas. Con una extraordinaria concepción y un articulado montaje del comisario Alfonso de la Torre, se nos permite ir viendo, en composiciones y ecos de obras de distintas épocas, los núcleos centrales y permanentes de la trayectoria de uno de los artistas más relevantes de nuestro tiempo.
El título de la muestra, [I]Realidades, nos plantea en sí mismo la cuestión que suscita su forma de entender el arte: ¿qué tenemos ante nuestra visión, realidades o irrealidades plasmadas plásticamente…? Es un buen punto de partida porque en sus obras pictóricas no encontramos representaciones figurativas, sino despliegues de color y de luz que interrogan lo que vemos y cómo lo vemos.
Los cinco capítulos se estructuran con los siguientes rótulos: “Naturaleza que me has conmovido”, “Circa 1957. La materia y el signo: el arte otro”, “Abstracciones y construcciones desde los ochenta”, “Circa 1968. Realeza secreta del dolor”, y “Klee y Miró, mágicos”. Unas referencias concretas determinan los capítulos que marcan el inicio y el final del recorrido.
En el primer caso se trata de un pequeño óleo sobre madera, de 1949, Jardín de Vázquez Díaz, en el que vemos el jardín de quien fue su maestro, toda una clave para entender los inicios de su trayectoria. En el segundo, nos encontramos con tres cuadros, también de pequeño formato, dos de ellos de 1954 y otro de 1955. Según escribió el pintor: “Klee y Miró me dieron el apoyo para adentrarme en el mundo de la abstracción expresionista”. Es decir, ahí se sitúa una de las referencias claves para la fijación de su horizonte artístico.

'Silo', 2016. Foto: © Rafael Canogar, VEGAP, Madrid, 2025
Los tres capítulos centrales condensan un conjunto de obras que marcan los pasos que ha ido dando desde 1957 hasta ahora mismo, con piezas datadas en 2024. Canogar desempeñó un papel fundamental en la creación y desarrollo del grupo artístico El Paso (1957-1960), abriendo una concepción de la pintura que va más allá de la figuración y haciéndonos ver lo que habitualmente no vemos.
Como podemos percibir en las hermosas pinturas aquí reunidas, ese procedimiento tiene como clave central las apariciones y los juegos de la luz, a través de las superposiciones de masas pictóricas y colores. En un texto publicado en 1959, el propio Canogar indicó: “En mis pinturas, la forma cede su puesto a la luz, que la baña en sus partes salientes, creando imágenes que surgen de la oscuridad”. Desde entonces, y como alternativa a la figuración descriptiva, sus obras se articulan a través de una metamorfosis de las formas determinada por la luz.

'Atrio', 2006. Foto: © Rafael Canogar, VEGAP, Madrid, 2025
El capítulo 4, que nos remite al entorno de 1968, con todas las transformaciones sociales y políticas que tuvieron lugar en aquel tiempo, nos permite apreciar el vuelo intenso de su pintura, que rompe todos los límites cerrados. Además de una pintura al óleo, La parturienta (1974), vamos viendo diversas piezas que conjugan los relieves pictóricos con la pintura plenamente negra, con lo que se subraya la profunda agitación que se vivía. Es casi como un grito: “¡Salvemos la humanidad…!”. También en este contexto hay una pieza escultórica, con pliegues de madera de nogal, que realizó en 2021: Homenaje a los caídos por la COVID-19.
El capítulo 3, “Abstracciones y construcciones desde los ochenta”, nos lleva a un conjunto de obras pictóricas de una calidad excepcional, de las que se quedan para siempre marcadas en tu interior. Entre ellas, destaca la pintura de gran formato, Nocturno urbano 1-90 (1990).
La dimensión matérica desempeña un papel esencial en su búsqueda pictórica. Y decisivo es cómo podemos ir apreciando, hasta en las piezas más recientes, la utilización en sus pinturas de los soportes plásticos, con el despliegue masivo del acrílico y el empleo del metacrilato como soporte directo. Con ello se alcanzan importantes efectos de transparencia y de reflejo: tú mismo te ves en el fondo de las obras. Aquí es oportuno llamar la atención sobre Viento (2023), una pintura acrílica sobre metacrilato, en la que vemos oscilar unas barras de colores cambiantes sobre fondo negro que, en sí mismo, es todo un espejo de visión.
En definitiva, Canogar nos conduce hacia una visión lo más completa posible, en busca en todo momento de la verdadera profundidad de la mirada. Lo que ahí vemos nos puede llevar más allá de lo que vemos. Como alternativa a la figuración descriptiva, el mundo interior, el otro mundo, la metamorfosis de las formas… A eso nos lleva Canogar, a la pintura como sueño de las formas.